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Coincidieron en el colegio Torrevelo de Mogro como profesor y alumno. Y han vuelto a encontrarse -pero esta vez en Roma- en la hora de su ordenación sacerdotal, que tuvo lugar el sábado pasado, junto a otra veintena de candidatos de la Prelatura del Opus ... Dei de nueve países. Alberto Pérez Herrera, de 32 años, es licenciado en Derecho y Administración de Empresas por la Universidad de Navarra. Y es santanderino, hijo de un conocido médico de Valdecilla. Jaime Falcó Prieto, quien fuera su profesor en la primera etapa de los años 2000, es un economista de 45 años, nacido en León y con larga trayectoria en la docencia. También tiene estrechos lazos con Santander, donde vivió nueve «fantásticos» años.
Ambos están ahora a la espera de su primer destino con ese sentimiento que mezcla la ilusión y la expectativa por empezar una nueva vida. Y dicen no tener preferencias sobre la labor que querrían desarrollar en su debut como pastores de la Iglesia. Falcó asegura por teléfono desde Roma que desconoce dónde empezará pero que «cualquier encargo» que le hagan será bien recibido.
Pérez, que contesta por correo electrónico desde la capital italiana, señala que volver a Santander «estaría muy bien», aunque conoce otras ciudades de España y le gustan «mucho todas y sus gentes. Mi intención es volver pronto a España: iré donde pueda ayudar más». Los meses iniciales serán de «prácticas: tengo que ir ganando experiencia».
Ninguno de los dos tenía en su círculo familiar próximo alguien que les sirviera de modelo en su elección vital. Falcó -hijo de militar- era miembro del Opus Dei y en 2012 se fue a Roma a estudiar Teología, si bien no fue hasta un tiempo después (viviendo en Moscú, donde trabajó durante siete años) cuando se planteó dar el paso al sacerdocio. Estos últimos años añadió el doctorado a su labor profesional.
El santanderino eligió Navarra para hacer un doble grado porque su hermana ya estudiaba allí y siempre le había gustado la Economía, una coincidencia más con su antiguo profesor. «Me decían que era una carrera con muchas salidas. No sospechaba entonces que una de ellas podría ser el sacerdocio», reflexiona.
Tampoco en la familia de Alberto Pérez había habido una vocación religiosa tan clara. «Siempre hemos sido católicos y desde pequeño he vivido la religión con mucha naturalidad en mi entorno. Todos somos gente de fe». Ahora -relata- «mis padres están felices y, mis hermanos, emocionados de tener un hermano sacerdote».
El sábado pasado fue un día muy especial para los dos. A Roma llegaron a arroparles parientes y amigos y hasta viajó un grupo de profesores y conocidos de su antiguo colegio de Mogro que quisieron acompañarles en una ceremonia de ordenación que fue «emocionante», según coinciden otra vez. Pérez lo cuenta así: «Son solo una muestra de toda la gente de Cantabria que se alegra por nosotros. Me gustaría decirles que siempre estarán presentes en mis oraciones».
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