La mano, el hombro y el cuello se rehabilitan en el metaverso

La medicina es una de las ciencias que más está aprovechando estos últimos años las posibilidades que ofrecen los mundos imaginados. Y lo hace con resultados reales si los tratamientos están pautados y supervisados por un profesional que marca los ritmos. Lo está experimentando ya en Santander el médico rehabilitador Javier Pérez de la Torre, que el verano pasado implantó en su centro (el Instituto Médico Cantabria) el método que conoció en el primer congreso del sector que difundió en España estas técnicas aplicadas a su campo.

Y ahora mismo, unos 10 pacientes del doctor se van al metaverso para mejorar de sus dolencias en las sesiones correspondientes. Este es un porcentaje pequeño de la cantidad de personas que pasan por sus instalaciones en una jornada (unas 200), «pero es gente que día a día constata cómo se va incrementando su capacidad de movimiento».

No es la primera incursión del médico en el mundo virtual, al que ha llegado tras constatar los logros obtenidos con el uso de la inmersión virtual parcial, el 2D. Este sistema ya se usaba en Cantabria en la Mutua Montañesa -institución cuya vertiente sanitaria dirigió Pérez de la Torre a nivel nacional- y también en su consulta. «Hace ya cuatro años que utilizábamos esta otra tecnología, basada en el uso avatares, con la que el paciente va replicando lo que hace el avatar». La clave para que funcione «siempre está en que un profesional controle» que los ángulos y las posiciones sean los correctos. Los pacientes que han empleado el 2D para rehabilitarse han podido ver los informes de toda su evolución hacia la recuperación en una pantalla ya que el programa permite hacer reconstrucciones.

Estas dos formas de abordar el restablecimiento de funciones físicas o cerebrales (se usan tanto en el plano corporal como en el cognitivo) están recomendadas para personas que hayan perdido movilidad por un accidente o una enfermedad. Con unos beneficios claros: «que el paciente, en muchas ocasiones, al estar inmerso en el juego, no se da cuenta de que se mueve de maneras que a priori creía que no podía». Esto se logra, precisamente, porque la persona deja de pensar en que el ejercicio le va a doler o le resulta imposible. «El factor juego -la gamificación, palabra de moda derivada de su acepción inglesa, 'game'- es fundamental», añade el facultativo.

Por un lado, porque al meterte en esa otra realidad es fácil que te olvides de la falta de capacidad. Por otro, porque se «aumenta la adhesión a los tratamientos» considerablemente ya que cambia la percepción. «No vienes al centro repetir decenas de veces un movimiento, que acaba siendo aburrido, sino a jugar. A muchas personas conseguir puntos no solo les divierte, también les supone un desafío». Una ventaja más: todas las respuestas fisiológicas quedan registradas, de forma que los progresos están monitorizados y son cuantificables, por ejemplo, de cara a una reclamación judicial.

Pérez de la Torre advierte de que este tipo de tecnologías «nunca van a sustituir la consulta y la exploración de un médico o de un fisioterapeuta». Y de que no son adecuadas para todo tipo de achaques.