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Las obras para rehabilitar Las Clarisas son por fin una realidad. Los trámites burocráticos han sido tan largos, con dos licitaciones desiertas a sus espaldas – ... la tercera fue la vencida–, que parecía que las intervenciones en la calle Alta de Santander no saltarían nunca del papel al terreno. Pero ya están en marcha (las primeras operaciones arrancaron a finales de marzo) y la maquinaria trabaja actualmente en retirar los tejados de amianto y derribar una construcción anexa, que lleva desde principios de los años 2000 sin uso y que no tiene ningún tipo de protección. Las intervenciones en el convento en sí, que se trata de un Bien de Interés Cultural (BIC), se centran en consolidar el inmueble sin alterar su estructura para evitar que se venga abajo y, posteriormente, acondicionarlo y darle uso. El edificio lleva cerrado a cal y canto desde 2002, cuando se trasladó la fábrica de tabacos que operó allí durante casi dos siglos tras la marcha de las monjas clarisas. Aunque ya se ha decidido que las actividades que abarcará una vez finalicen las obras serán culturales y sociales, su futuro se concretará con un concurso de ideas que se licitará con una partida de 70.000 euros.
Primeras intervenciones Las palas derriban una estructura anexa que perteneció a la tabacalera, cerrada desde 2002
Plazos Las palas derriban una estructura anexa que perteneció a la tabacalera, cerrada desde 2002
Futuro El concurso de ideas, que costará 70.000 euros, determinará qué uso cultural y social se le dará
Las obras de rehabilitación recién iniciadas, que cuentan con un presupuesto de 1,7 millones y un plazo de un año, se dividen en tres fases que se solapan entre sí. La primera, con un plazo de cuatro meses, servirá para reparar, estabilizar, reforzar y consolidar los muros y la cubierta de la iglesia, el área más próxima a la carretera. La segunda, de seis meses, se enfocará en derribar nueve de los once anejos del convento, que carecen de valor. Esta fase también incluye retirar los tejados de amianto, operación que ya se está realizando para evitar que el escombro 'sano' se mezcle con la uralita. Por último, la tercera estará centrada en actuar en los tejados del convento y del claustro, reforzar y reparar las cubiertas y acondicionar la parcela. Si todo avanza según lo previsto, el edificio estará terminado a principios de 2025.
La rehabilitación de Las Clarisas es urgente desde hace años y salió a concurso por primera vez en 2020. No fue el mejor momento. Primero, la pandemia. Después, la guerra de Ucrania. Y una imparable subida de los precios de los materiales que echó atrás a las empresas y encadenó dos concursos sin nadie que se interesase por ellos. Antes de sacarlo a licitación por tercera vez, Presidencia tuvo que ejecutar unas obras de emergencia porque el estado de degradación del inmueble llevó al límite al torreón. Así, tuvieron que reforzarlo a principios de 2022 por el peligro de que cayesen cascotes sobre la acera, una intervención que costó 48.000 euros y duró tres meses.
El Gobierno regional no logró adjudicar las obras hasta que sacó la tercera licitación, con un presupuesto un 170% más alto que el anterior –de 700.000 euros pasó a 1,9 millones–. Y a pesar de que las obras se adjudicaron en abril del año pasado a la empresa Rotedama con un presupuesto de 1,7 millones, no llegaron a empezar en la pasada legislatura (PRC-PSOE). Con la llegada de los populares al Ejecutivo cántabro el pasado mayo, la nueva consejera de Presidencia, Isabel Urrutia, señaló que faltaba por licitar la dirección facultativa de la obra, lo que siguió retrasando el inicio de las obras. Este último trámite se adjudicó a principios de este año con un presupuesto de 55.000 euros. Por fin estaba todo el papeleo resuelto y las obras pudieron arrancar el 27 de marzo. Tras las primeras semanas de trabajos previos, en los últimos días se han puesto en marcha actuaciones más llamativas, con el derribo de ese edificio anexo.
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