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Un hombre acudió el lunes por la tarde a la Jefatura Superior de la Policía Nacional de Santander, en La Albericia, para confesar que había matado a cuchilladas a su compañero de piso, con el que residía en un bloque de la calle José ... Rioja esquina con General Dávila. Según sus vecinos, el presunto homicida es «conflictivo» y vivía con la víctima en la primera planta de este edificio de Protección Oficial reservado para viviendas sociales para los desalojados de Prado San Roque –cuando se anunció la construcción de un ascensor–. El resto de los propietarios las compraron en propiedad en 2015 tras ser sorteadas un año antes. El presunto homicida continúa en el calabozo a la espera de pasar este miércoles a disposición judicial. El caso ha caído en el Juzgado de Instrucción número 3, que ha decretado el secreto de sumario. La Policía Científica y la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) se encargaron de las primeras investigaciones a la espera de conocer el resultado de la autopsia.
El suceso se produjo instantes antes de las ocho de la tarde. Los propietarios de este moderno y vistoso bloque de pisos de color verde se percataron de que algo raro sucedía. Aunque de forma oficial no se ha confirmado la identidad de los protagonistas, la comunidad cree tener bien claro el origen de todo lo ocurrido. «Cuando llegué a casa, a eso de las diez de la noche, vi un coche de la funeraria y dos de la Policía. Pensé que ya la había liado un vecino que tenemos muy conflictivo. Bueno, en realidad hay varios inquilinos problemáticos y llevamos denunciando esta situación desde hace varios meses», relata una residente, que, por miedo, prefiere no desvelar su nombre.
«Suponemos que es ese, que siempre está metido en líos; todos los vecinos estamos hasta las narices. Drogas, altercados, reyertas, trapicheos... Incluso nos han llegado a robar el espejo del portal, y a una vecina, la batería de su coche. Además, tenían enfrentamientos con los okupas de otra casa cercana y hemos tenido que instalar cámaras de videovigilancia para sentirnos más seguros», relata a este periódico esta propietaria, a la espera de que se confirmen sus sospechas sobre quiénes son exactamente el homicida y su víctima.
No es la única queja vecinal. «Mi hijo tiene un piso aquí que le costó 160.000 euros, que tampoco se lo regalaron, y convivir con los de la primera planta es un auténtico infierno. Sus perros orinan en los felpudos, el garaje está lleno de manchas de aceite que pierden sus coches... Es un horror», explica un hombre, que como la anterior mujer, prefiere mantenerse en el anonimato «por si acaso».
Pero los problemas de inseguridad no sólo se registran en el número 3 de la calle José Rioja. «Justo al lado, pegado al restaurante El Cucharón, hay una casa de okupas que mantiene un conflicto continúo con el presunto asesino», desvela otro vecino que tampoco quiere desvelar su identidad. «Yo conocía perfectamente tanto al agresor como a la víctima. El primero estaba metido continuamente en líos, incluso a mí me ha amenazado varias veces. Y eso que le regalé las ventanas que quité y una lavadora. El fallecido era buena gente y no se metía en problemas», continúa. «No sé el motivo por el que compartían piso. La mujer y los hijos del presunto asesino residen justo encima, en el segundo piso del mismo bloque. Por lo que sé, debían de estar separados», concluye.
Mientras tanto, la comunidad de vecinos ya se está organizando para presentar una denuncia ante la Sociedad de Vivienda y Suelo de Santander (SVS) por los continuos conflictos que llevan padeciendo por parte de estas personas. Los residentes intensificaron ayer el intercambio de correos electrónicos y mensajes de whatsapp para acudir al Ayuntamiento de Santander y exigir soluciones. «Nos llevamos quejando mucho tiempo por la gente que nos han metido en la primera planta y no nos hacían caso. Esta es la gota que ha colmado el vaso. Esperemos que, ahora sí, nuestra denuncia tenga más peso», relataba la citada propietaria.
Lo que ahora solicita la comunidad de vecinos es que se incremente la vigilancia policial para que esta zona de la capital, en la que predomina población de edad avanzada, con un colegio y un centro de salud próximos, «vuelva a ser la zona tranquila que siempre fue».
Los Servicios Sociales del Consistorio, según ha podido saber El Diario Montañés, conocían de antemano las quejas de convivencia que denuncian los vecinos. Desde 2019, la entonces presidenta de la comunidad les envió varios correos.
Quienes también están preocupadas son las autoridades policiales. El balance de criminalidad del presente año revela un fuerte crecimiento de los homicidios dolosos y asesinatos en grado de tentativa con respecto a 2020. Así, el informe del Ministerio del Interior recogía once homicidios dolosos o asesinatos en grado de tentativa perpetrados entre enero y septiembre de este año en Cantabria. Para hacerse una idea del incremento –un 266%–, en el ejercicio anterior hubo tres en el mismo periodo.
En Santander ya son cuatro –contando el de este lunes en la calle José Rioja–, dato que contrasta con la ausencia de este tipo de delitos en 2020.
«Nosotros lo único que queremos es vivir en un lugar tranquilo. Para eso compramos esta vivienda de Protección Oficial que tiene unas vistas magníficas a la bahía. El barrio, por lo demás, es tranquilo. El único problema son estos doce vecinos y los de la otra casa de okupas, que con sus líos nos cogen a todos en el medio. Y nunca pasa nada, hasta que sucede. Ahora, con un muerto, a ver si quien tiene que tomar cartas en el asunto lo hace», relata otra vecina del portal del número 3 de la calle José Rioja, marcado ya para siempre por este asesinato. Como el resto, pidió que no fuera revelado su nombre, reflejo del miedo con que se vive en este bloque.
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