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Suelen ser trozos de metal, y ni siquiera del que dicen que simboliza el triunfo, porque oro, oro, lo que se dice oro, tampoco hay mucho. Así que el principal valor que poseen esas medallas y trofeos deportivos, que tanto nos entusiasman cuando las consiguen ... nuestros paisanos, es el que atesora el esfuerzo de la victoria que representa. Con este pensamiento, está claro que el reciente robo de las dos medallas olímpicas en el Museo del Deporte, la del oro en fútbol del seleccionador, Vicente Miera y la del oro de hockey hierba femenino del jefe del equipo, Chani Galán, ambas de Barcelona 92, no ha tenido como motivo el habitual sobre objetos que pueden convertirse en dinero con más o menos facilidad. Más bien la codicia de lo ajeno debe suponerse a un mero capricho de coleccionista irresponsable y tramposo.
Con mis felicitaciones por la diligencia y premura de la policía que ha logrado detener al responsable y recuperar las medallas, quiero recordar que en Santander no es la primera vez que se roban trofeos deportivos. En el restaurante El Hipódromo de Suso, se conserva una exposición dedicada al hockey hierba de Cantabria con fotografías, medallas y otros trofeos. Por generosidad de Chani Galán, también se exhibía una de las medallas del equipo masculino español que logró la plata en los Juegos de Atlanta que también desapareció de forma misteriosa, aunque en este caso sólo era una réplica.
Pero el robo que más me duele y que a pesar de la denuncia y años pasados sigue permaneciendo en el limbo de la impunidad, es el de la Copa del I Campeonato Regional de Cantabria que el Racing conquistó en 1923 y que junto a las actas fundacionales del club fueron sustraídas del campo municipal de El Sardinero en tiempos en los que el expolio del racinguismo era una costumbre recreativa.
Robar trofeos deportivos es también robar parte de la historia de nuestros méritos colectivos. Tengamos en cuenta ese valor para que la indiferencia no siga robando oportunidades de proteger bien nuestro patrimonio, que en eso no nos merecemos ningún premio.
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