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Aunque aún queda mucho por concretar sobre la futura Zona de Bajas Emisiones (ZBE) de Santander, los vecinos del centro ya ven más ventajas que inconvenientes a la restricción del tráfico en la ciudad. Mejor calidad del aire, más espacio para el peatón y ... para los vehículos de los residentes, menos colapso en las carreteras y en los aparcamientos... Ven más pegas en las zonas más alejadas del centro, como Cueto, donde urgen la mejora de las conexiones del transporte público para poder desplazarse sin largas esperas ni rodeos. Y quienes más contras encuentran son los comerciantes del centro: «¿Cree que vendrá la gente de fuera de Santander en bicicleta para ir de compras? Hacen falta alternativas para que siga siendo cómodo venir a Santander», considera el gerente de la asociación de Comerciantes del Casco Viejo, Agustín Ordejón.
La puesta en marcha de las ZBE en las ciudades de más de 50.000 habitantes será una exigencia europea a partir de 2023, por lo que la capital cántabra estará obligada a implantarla en los próximos meses. Por ello, el Ayuntamiento ya está trabajando en los pliegos del proyecto para desplegar sensores por toda la ciudad que recaben información sobre la calidad del aire y el ruido y, con todos los datos, poder concretar qué área se restringirá a los vehículos contaminantes. Desde la Concejalía de Fomento, la idea es cerrar el paso de estos automóviles cuando los niveles de contaminación sean altos y abrir cuando recuperen la normalidad.
Desde la asociación de vecinos de La Amistad (que aglutina las calles Cisneros, Monte...) desconocen aún si su área quedará dentro de la ZBE o si será limítrofe. El presidente, Adolfo Vélez, defiende que «mejorará la calidad del aire y eso es algo que todos los vecinos valoramos. Será claramente beneficioso, aunque es cierto que si quedamos fuera del área restringida, muchos coches que no puedan entrar a la ZBE saturarán estas calles en busca de aparcamiento». Apunta que, en ese caso, la OLA será una gran aliada. «Nos ayudará a que la gente que venga de fuera no pueda ocupar las plazas indefinidamente y que los vecinos podamos seguir encontrando aparcamiento».
En el Río de la Pila y alrededores, el presidente de la asociación de vecinos, Jesús Garay, sólo ve ventajas, pues vive en una de las zonas más céntricas y saturadas de Santander. «La ciudad tiene que ser para el ciudadano, para poder pasear sin peligro y que también haya más espacio para las bicicletas y los patinetes». Recuerda que él fue el impulsor de la OLA en esta zona. «Antes, los aparcamiento estaban llenos de gente que venía por trabajo y era imposible que aparcasen los vecinos. Y ahora creo que también habría que poner zonas verdes sólo para residentes». Si a esto se suma una menor entrada de automóviles desde otros municipios, «los que vivimos aquí lo tendremos mucho más fácil». Como solución, insiste en la necesidad de construir aparcamientos disuasorios con buenas conexiones hacia el centro.
Castilla-Hermida es uno de los barrios de Santander con mayor contaminación acústica y saturación de vehículos. Por eso, los vecinos de esta zona están deseando que se ponga en marcha la ZBE y que, por supuesto, incluya estas calles. «Lo mejor del confinamiento fue que bajó muchísimo la contaminación de esta zona y el volumen de coches que entraban todos los días a la ciudad», compara el presidente de la asociación de vecinos de Los Arenales, Juanjo de la Torre. «Llevamos más de 20 años pidiendo el aparcamiento disuasorio de La Marga para liberar esta entrada y salida de la ciudad, sería la mejor solución cuando implanten la ZBE para que la gente pueda seguir viniendo».
Desde Entrehuertas, la presidenta de la asociación, Margarita Villa, tiene claro que «hay que priorizar lo colectivo a lo individual. Esta medida es buena para el medio ambiente y por eso hay que ponerla en marcha ya». Esta vecina lamenta que «somos muy cómodos y vamos hasta la puerta de casa con el coche». Explica que, en otras ciudades europeas, ya se ha visto en ese escenario que se prevé para Santander: «Tienes que dejar el coche fuera, en un aparcamiento disuasorio, e ir al centro en transporte público. Y no pasa nada malo».
Desde Cueto, reconocen que será más complicado desplazarse al centro y tienen clara la solución: «Tienen que aumentar las líneas de autobús y poner algunas transversales. No puede ser como ahora, que las pocas que hay te obligan a dar un rodeo de más de una hora para llegar al centro de la ciudad», opina el presidente de la asociación de vecinos, Santiago Sierra.
Los comerciantes del centro no comparten la misma visión que los vecinos. «Entran 90.000 vehículos al día en la ciudad, ¿pretenden que todo el mundo adquiera uno eléctrico? ¿Acaso no contamina fabricar sus baterías?», se cuestiona Ordejón. «La gente va de compras como ocio, pero no quieren ir cargados con bolsas en el autobús y mucho menos en bicicleta». Aunque es una normativa europea lo que obligará a poner en marcha la ZBE, pide que se estudie bien antes de que entre en funcionamiento porque «en ciudades como Bruselas han tenido que echarlo atrás, así que hay que analizar bien cómo hacerlo». También cuestiona la modificación del proyecto del carril bici de El Sardinero: «Se ha corregido para que los coches tengan más aparcamiento, ¿qué pasa en el centro?».
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