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Ana del Castillo
Santander
Martes, 31 de marzo 2020, 07:08
Desde su inauguración en 1904, el Mercado de la Esperanza solamente se ha visto obligado a cerrar en dos ocasiones: durante la Guerra Civil y cuando el fuego del incendio de Santander, en 1941, reventó los cristales del techo. Así que el Covid-19, aunque es una amenaza mundial que preocupa sobremanera a los comerciantes de la ciudad, no es lo suficientemente importante como para dejar a sus clientes sin suministro. Por eso si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña. De ahí que los autónomos con puestos en los distintos mercados de Santander, como son el de la Esperanza, el de Puertochico o el de México, estén trabajando ahora con dos vías de venta: en el puesto físico y a domicilio.
Se trata de la campaña 'Del mercado a tu casa. Nosotros te lo llevamos' puesta en marcha el pasado viernes por los comerciantes con el respaldo del Ayuntamiento de Santander y en la que participan 72 establecimientos, entre los que se encuentran 30 pescaderías, 12 fruterías, 23 carnicerías y charcuterías, y 7 puestos de venta de productos especiales. La finalidad, según el consistorio, es incentivar la compra en el comercio local y apoyar la actividad de estos espacios que permanecen abiertos durante el periodo de confinamiento. Lo llamativo es que el primer fin de semana de campaña no han parado. «La gente ha respondido de manera muy positiva. No es que hayamos tenido una facturación como la que hacemos en Navidad, pero indudablemente hemos hecho caja con 'alegría'», cuenta Luis Miguel Castanedo, de pescaderías Isa.
En realidad, los comerciantes -al menos los del Mercado de la Esperanza- siempre han repartido a domicilio, «lo que pasa es que la gente se había olvidado de ello», cuenta Nacho Rodero de 'Charcuterías García' y presidente de la Asociación. Sin ir más lejos, su abuelo, que también trabajó durante años en el mercado, se dedicaba a llevar la cesta de la compra a cada casa, allá por 1925. Claro que entonces la única forma de pago era con pesetas. Ahora, los comerciantes -«por lo menos el 90% de los autónomos», señala Rodero- ofrecen cuatro alternativas de facturación: en efectivo, con tarjeta, mediante transferencia bancaria o pago instantáneo con el teléfono móvil.
El estado de alarma estaba mermando las entradas al Mercado de la Esperanza, así que la asociación de comerciantes decidió proponer la campaña al Ayuntamiento de Santander, «que siempre nos ha echado una mano», cuenta Rodero. Sin embargo, la iniciativa tiene, para algunos, flecos sueltos, como por ejemplo fijar un pedido mínimo para que el traslado compense. «Esto de trasladar la compra a domicilio está muy bien, pero llevar a una señora medio kilo de lentejas no me compensa», explica a este periódico Patricia García, del puesto 'El rey del bacalao', en el Mercado de México.
Juan Manuel Bordas | Frutería Angelines
Para el frutero Juan Manuel Bordas el Mercado de Puertochico es su segunda casa. LLeva 30 años entrando y saliendo. Primero siendo un niño, cuando su abuela trabajaba en la frutería, después como adolescente cuando era su madre la que atendía al otro lado del mostrador, y en la actualidad, como responsable del negocio 'Frutería Angelines'. Bordas reconoce que estamos en un momento complicado para todos, por eso lo primero que quiere es agradecer el esfuerzo de sus clientes y de la ciudadanía en general. «Estamos contentos por poder aportar un granito de arena llevando la compra a los clientes, y a los nuevos compradores también, para que no tengan que salir de sus casas y correr riesgos innecesarios. Por eso desde que se activó el estado de alarma viene menos gente a la tienda, pero se compensa con las compras a domicilio», cuenta.
En el Mercado de Puertochico quedan ocho puestos en activo y seis de ellos se han apuntado a la campaña de reparto a domicilio. «Me he tenido que hacer con un datáfono para que el cliente pueda pagar si lo desea con tarjeta de crédito. En definitiva, tratar de hacerles la vida más fácil dentro de lo que cabe», señala el frutero. Renovarse o morir.
Patricia García | El rey del bacalao
«No me compensa hacer reparto a domicilio por menos de diez euros, pero si hay que hacerlo habrá que hacerlo». Son las palabras un tanto heridas de Patricia García, que trabaja tras el mostrador del establecimiento 'El rey del bacalao', en el Mercado de México. Se muestra indignada porque con esta nueva campaña no le salen las cuentas. Es decir, no sale rentable económicamente coger el vehículo y desplazarse para llevar «medio kilo de lentejas a una señora». Y en este punto quiere aclarar que el esfuerzo debe hacerse entre todos: comerciantes y clientes. «Estamos saturados, no pensábamos que fuera a llamar tanta gente. Pero claro, lo lógico es quedarse en casa, yo lo haría si pudiese, pero si llamas no puedes pedir un pan, haz un pedido mínimo. El sábado tuve uno de 50 euros. Eso sí compensa, pero para cuatro euros no. La gente debe concienciarse y ayudarnos», declara.
Eso o contratar a personal para encargarse de repartir los pedidos a domicilio. Una responsabilidad, según García, que debe ser del Consistorio de Santander. «El ayuntamiento lo que podía haber hecho, que hay mucha gente en paro, es contratar a alguien para repartir. Se podría mejorar el servicio y llegar a más domicilios. Con una persona con furgoneta propia para el Mercado de México valdría».
Luis Miguel Castanedo | Pescaderías Isa
«Estamos trabajado bastante bien, hemos reorientado la línea de negocio hacia el servicio a domicilio y la gente está respondiendo de manera muy positiva». Es el balance que hasta el momento hace Luis Miguel Castanedo, responsable de Pescaderías Isa y tesorero de la Asociación de Comerciantes del Mercado de la Esperanza. La sensación es buena y la coordinación parece que perfecta. Todos los días, a primera hora, manda un mensaje «ameno» vía WhatsApp a una lista de difusión de clientes para informarles del producto fresco, y a partir de ahí, comienzan a entrar pedidos a domicilio. «El 90% de ellos los tramitamos vía WhatsApp. Así las peticiones de qué necesitan, cómo lo necesitan y cuánto necesitan quedan registradas. Es una manera cómoda de no perder el hilo».
A pesar de la buena organización, Castanedo reconoce que la jornada es «dura» porque continúa llegando al Mercado el cliente presencial, por eso es necesaria la colaboración y el esfuerzo de todos. De todas formas, considera que el estado de alarma acabará marcando un antes y un después en el consumo de los ciudadanos. «Estoy convencido de que esto no es algo pasajero, esto ha venido para quedarse. El mercado a partir de ahora tendrá un volumen de negocio muy alto con venta a domicilio», asegura el comerciante.
Nacho Rodero | Charcuterías García
El viernes en el Mercado de la Esperanza fue una «locura». No paraban de entrar llamadas para realizar pedidos a domicilio a raíz de una publicación de Facebook que corrió como la pólvora por las redes sociales y que acabó por saturar el teléfono fijo de uno de los comerciantes. «Ahora, con la lista de los participantes en la campaña, la gente llamará a cada puesto», señala Nacho Rodero, responsable de Charcuterías García y presidente de la Asociación de Comerciantes del Mercado.
Rodero, al igual que Castanedo, reconoce que el estado de alarma y la pandemia mundial está cambiando a todos. En el mercado, donde los tratos seguían cerrándose estrechando la mano, ahora ni tan siquiera entran los clientes habituales por miedo al Covid-19 o a la multa que le pueda poner la Policía si vive lejos. Por eso cuando todo pase, los comerciantes aprovecharán para crear una plataforma online de pedidos a domicilio. «Ya lo estábamos mirando, pero ahora está todo paralizado, así que lo que hacemos es hacer reparto conjunto. Es decir, si alguien quiere algo de mi charcutería y también de la frutería se lo llevo todo junto, no separado», explica Rodero. ¿Cobran por el desplazamiento? «No». Por eso, como su compañera Patricia García, del Mercado de México, pide a los clientes «consideración» con el trabajador: «Si me dicen tráeme a la Avenida del faro dos naranjas y tres peras, pues hombre, al final sí lo llevaríamos, pero hay que tener un poco de solidaridad con el trabajador. Por eso preguntamos si quiere algo más».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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