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El balneario de La Horadada, en la playa de Los Peligros, se derribará cuando deje de estar protegido. El Ayuntamiento de Santander se compromete a tramitar con el Gobierno de Cantabria el cambio de protección del inmueble –incluido en el Plan de El Sardinero– para ... poder derribarlo, aunque la obra la financiará el Ministerio de Transición Ecológica. Este fue uno de los acuerdos a los que llegaron la alcaldesa de Santander, Gema Igual, y la nueva ministra del área, Sara Aagesen, tras el encuentro que mantuvieron el jueves pasado y en el que también pactaron la construcción del segundo espigón de La Magdalena, la cesión del edificio Rema a la ciudad y los tres rompeolas de la zona del Hotel Chiqui para estabilizar la Segunda playa de El Sardinero. Un anuncio, el de La Horadada, que pone fin a una larga guerra entre la Demarcación de Costas y el Consistorio santanderino, dos administraciones que han protagonizado numerosos desencuentros a cuenta de los arenales de la ciudad, y cuyo resultado ha sido el deterioro de muchos de los lugares que los conforman, desluciendo la postal de las playas de Santander.
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El inmueble de La Horadada, que languidece en la playa de Los Peligros, está lleno de grafitis, sin ventanas, rodeado de suciedad y desmontado. Y es que Costas inició los trabajos para demoler el edificio en 2022. Una intervención que paralizó el Ayuntamiento porque no contaban con la licencia necesaria para llevar a cabo las obras, por lo que Costas decidió hacer una cesión del inmueble al Consistorio, a pesar de su negativa. Desde entonces, no habían trascendido más novedades sobre el asunto, más allá del evidente deterioro que disgustaba a vecinos y turistas.
«No por verlo todos los días, uno se acostumbra a ello. Ni el Rema ni Santander se merecen esto». Lo dice Juan, un vecino que recorre todos los días la ciudad junto a su amigo Benito. Y se refiere al estado del emblemático edificio, ubicado en la Segunda playa de El Sardinero y que durante años albergó un bar-restaurante. «Deberían haber hecho algo hace mucho tiempo. Ahora vuelve a ser noticia, pero hemos escuchado lo mismo tantas veces... Con lo bonitas que son estas playas, es una vergüenza». Por eso, celebran que el Ayuntamiento se comprometa a solicitar la concesión para utilizarlo conforme a la Ley de Costas. Tras darse a conocer la noticia, se ha abierto de nuevo el debate sobre los posibles usos municipales que se puede dar a este edificio. «Ahí lo que tienen que hacer es una oficina de turismo y unos baños públicos. En ningún sitio ves unos baños como los de aquí, además de que hay muy pocos. Y si cada vez vienen más turistas, pues con más razón», comenta Benito.
Precisamente el auge del turismo en la capital cántabra hace «necesario convertir el edificio en una escuela de surf», estima Carmen Ortega, también vecina de Santander. «Por norma general, creo que todos estamos de acuerdo en que hay que hacer algo en este lugar. Sería desperdiciar una oportunidad. Lo que siempre se ha comentado y creo que es lo más oportuno es la escuela de surf. No tengo duda de que sería un éxito», añade.
Hay que recordar que esta propuesta ya se puso sobre la mesa hace tres años e incluso el Pleno aprobó por unanimidad una moción del PRC al respecto. De hecho, el anterior portavoz del partido, José María Fuentes-Pila, presentó entonces un proyecto –incluía recreaciones– que pretendía transformar el edificio en un centro multidisciplinar del surf, con una estructura polivalente para la práctica de escuelas, surfistas, aficionados y turistas.
También hay quien no quiere que se limite a una sola modalidad y se abre a una escuela de deportes acuáticos en general. «Las posibilidades son más amplias y así abarcaría a un mayor público», añade José María López, otro paseante habitual en la zona.
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