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El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha puesto en marcha la maquinaria administrativa para la redacción del proyecto de retirada del único de los dos espigones del proyecto de estabilización de las playas de La Magdalena y Los Peligros que llegó ... a levantarse. La segunda escollera, que tenía que ubicarse en la entrada a este último arenal, finalmente no se construyó. El Gobierno central, tras la moción de censura que llevó a Pedro Sánchez a la presidencia, paralizó en junio de 2018 la obra a raíz de las movilizaciones ciudadanas y las peticiones del Parlamento de Cantabria y del Ayuntamiento de Santander.
La capital, que siempre había defendido la creación de los diques para impedir la pérdida constante de arena y poner fin a la necesidad de realizar rellenos cada primavera, cambió de postura como consecuencia del pacto de gobierno entre PP y Cs.
Febrero de 2016 El Ministerio difunde el proyecto y da luz verde a una obra que Santander pide desde hace diez años.
Enero de 2018 Comienzan las obras de los espigones. Las ejecuta Tragsa por 1,4 millones.
Junio de 2018 El Parlamento aprueba dos propuestas de resolución para pedir al Gobierno central que pare las obras.
Septiembre de 2018 El Ministerio acuerda la suspensión indefinida del proyecto.
Marzo de 2021 Comienza la retirada de los escombros y maquinaria situados en la entrada a la playa de Los Peligros.
Ahora, el departamento que dirige la vicepresidenta Teresa Ribera ha sacado a licitación el contrato, que también contempla la elaboración del estudio de impacto ambiental. A partir de este momento, las empresas interesadas tienen de plazo hasta el próximo 21 de julio para presentar sus ofertas técnicas y económicas. Se pone en marcha el procedimiento normal, pero eso no implica que la llegada de las máquinas vaya a ser inminente.
Cuando se adjudique el contrato, el estudio ganador tendrá nueve meses para la elaboración del documento y, tras pasar los trámites ambientales, después tocará pasar del papel al terreno y buscar otra empresa para la ejecución de los trabajos. Desde la Demarcación de Costas de Cantabria calculan que esto último ocurrirá a lo largo del próximo año.
El pasado mes de marzo, el organismo estatal ya retiró el material que se había trasladado a la zona -no llegó a emplearse precisamente por la paralización indefinida que después se convirtió en definitiva del segundo espigón- y que seguía allí almacenado desde entonces. Algo así como la 'fase cero' antes de afrontar el grueso del proyecto, la retirada del único espigón construido.
«El Ministerio cumple con lo que pidió el Ayuntamiento y el Parlamento», apunta el diputado socialista Pedro Casares, que recuerda que el Gobierno de Sánchez se comprometió a «paralizar estas obras y lo cumplimos», y que ahora se avanza en desmontar el dique existente tras retirar el sobrante del que no llegó a levantarse.
El que albergó las concentraciones en protesta de la obra y que ha cambiado el paisaje de esta parte del litoral santanderino sin mejorar la situación de las playas, porque para que la actuación tuviera efecto se requería de las dos estructuras. La prueba es el estado actual de las playas, que han seguido perdiendo una arena que en todo este tiempo tampoco se ha repuesto con nuevos rellenos, otro asunto que también ha provocado un rifirrafe entre Ayuntamiento y Ministerio.
Casares, secretario general de la agrupación de Santander y actual portavoz de Economía del PSOE en el Congreso de los Diputados, subraya que su formación ha defendido desde el inicio que «este es un mal proyecto para la ciudad, para la bahía y para las playas, un proyecto que nunca debió comenzar y que sólo el PP, sin escuchar a nadie, sin atender las demandas ciudadanas, políticas y sociales de la capital de Cantabria, decidió comenzar».
La obra, iniciada en enero de 2018 e inacabada, con un único dique construido frente al Balneario de La Magdalena, nació y morirá en medio de la polémica. Fue Cs, alineado con las tesis de los socialistas y regionalistas, quien propició el cambio de postura de Gema Igual. Además, en las últimas semanas, se han producido concentraciones de un colectivo que quiere justamente lo contrario, acabar el proyecto.
«Hemos perdido cuatro años en los que se ha destrozado nuestro litoral y además nos ha costado muchísimo dinero, cerca de dos millones de euros. Un gasto -entre la obra de construcción y su retirada- con el que se podría haber invertido en rellenos de arena durante 20 años», concluye Casares.
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