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Como una coreografía. Con los asistentes corriendo de izquierda a derecha de la plaza del Ayuntamiento de Santander en torno a un roscón de ocho metros de largo –o lo que es lo mismo, 144 roscones de sesenta centímetros cada uno– para colocarse en fila ... de a uno –o dos, o tres incluso– y ser de los primeros en probar el aclamado dulce navideño.
El centro de Santander se convirtió esta mañana en un escenario solidario –concierto en directo incluído– gracias al evento organizado por el Consistorio y la Asociación de Cocineros de Cantabria, con el objetivo de recaudar fondos destinados a la Asociación para la Organización de la Cabalgata de Santander, que a su vez lo empleará en ayudar a las familias que lo necesiten.
El bollo con agua de azahar –es lo que distingue esta masa de cualquier otra– se dividió en 1.300 raciones y se repartió entre el público al precio de un euro, el mismo que casi todos gastamos en cualquier nimiedad. Con un vaso –o vasito– de chocolate caliente. Una oferta competitiva para desayunar algunos y tomar el tentempié de media mañana otros. Aunque lo importante, más que el jugoso trozo de roscón, era el fin solidario del evento. De ahí el lío que se montó en pleno centro de la ciudad. En sentido positivo, entiéndase. Políticos a un lado y cocineros a otro, al principio. Todos mezclados después, como los ingredientes del 'aperitivo'. Entre ellos, los concejales de Dinamización Social y Participación Ciudadana, Fran Arias y Lorena Gutiérrez.
Como maestro de ceremonias, Floren Bueyes, presidente de la Asociación de Cocineros, «encantado de colaborar». Contaba el maestro que habían preparado 130 litros de chocolate. Hicieron falta para 'sosegar' los estómagos de los cientos de personas que a media mañana hacían cola en el Ayuntamiento. Desde las once menos cuarto llevaban esperando su turno María Jesús Cancela y Josefa Ramos, que parecía amigas, pero no. «Sola, sola, he venido sola», insistía la primera. Irse, se fueron juntas. Cada una con su vaso y su porción de roscón. Lo que no una el chocolate... Fue divertida la mañana. «¿trabajo? para mí esto no es trabajar, es algo distendido, alegre», comentaba Patricia Rodríguez, una de las reposteras. Sobre el escenario –color rojo Navidad–, el grupo 'La última y nos vamos' se marcaba un tema del Canto del Loco. Acordes de guitarra a golpe de mordisco. Ya lo dijo el presidente de la Asociación de Cabalgatas, Manuel Moxo: «vamos a hacer mucho ruido y no habrá niño sin regalo».
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