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Anoche ha muerto en Valdecilla el padre capuchino Fermín Mieza. Tenía 95 años y, aunque los últimos tiempos se había enfrentado a una larga enfermedad, no fue hasta el viernes cuando empeoró. Mieza era un referente para su comunidad: fue escritor y poeta, además de ... conferenciante y periodista. Aunque si por algo era reconocido fue por haber ejercido como director de la revista religiosa 'El Santo' durante 58 años, una publicación que se ha recibido puntualmente en lugares como Argentina, China o Estados Unidos. En la zona de Puertochico, donde se encuentra la iglesia de San Antonio a la que estuvo ligado más de media vida -en la calle Juan de la Cosa-, se echará en falta su figura delgada, elegante y algo bohemia, siempre cargando con carpetas o papeles.
Mieza no era santanderino de origen pero sí lo fue de adopción, ya que vivió en Cantabria la mayor parte de su vida y fue durante muchos años guardián (los capuchinos no tienen priores) de su iglesia. Nacido en el pueblo de Mieza (en Salamanca) en el seno de una familia de seis hermanos, en plena guerra civil se trasladó a Bilbao a estudiar «para ser sacerdote» a instancias de su abuela, tal como él mismo contó en una entrevista concedida a El Diario Montañés en 2008, cuando se le rindió homenaje en la capital cántabra por su largo liderazgo en la citada publicación, de la que se hizo cargo en 1957.
El franciscano siempre tuvo inquietudes culturales y periodísticas, lo que le llevó a colaborar con distintos medios de comunicación y fue autor de cientos de artículos y de varios libros, como 'La risa de Dios', 'Ya sé por dónde pasas', 'El aire no tiene color' o 'Dios de perfil y 80 minifábulas más', por citar solo algunos títulos. En 1954 ya tuvo un programa en Radio Intercontinental en 1954 y en La Coruña trabajó en 'El Ideal Gallego'. En Santander trabajó para El Diario Montañés y con Alerta y, en los años 70, también tuvo un programa semanal en Radio Popular (COPE).
En sus primeros años Santander, conoció a los poetas Gerardo Diego y José Hierro y también trató a Leopoldo Rodríguez Alcalde. Hombre de profundas convicciones religiosas, también era una persona de mentalidad abierta. Era especialmente apreciado por sus feligreses por los viajes que organizaba porque, según aseguraba, hay que «poner los medios para conocer otros pueblos y otras culturas». Predicaba con el ejemplo, porque él había recorrido medio mundo. Tampoco le ponía pegas a la unión amorosa de personas del mismo sexo, pese a que no le parecía adecuada la palabra matrimonio, y abogaba por huir de las etiquetas.
Fueron muchas las distinciones que recibió por su trayectoria profesional siempre ligada a la Iglesia. El Ayuntamiento de Mieza le dedicó una calle en 2008. Estaba en posesión de la Encomienda de Alfonso X El Sabio, con la que se premia a quienes despuntan por los méritos contraídos en la educación, la ciencia, la cultura, la docencia o la investigación. La Conferencia Episcopal Española le entregó el galardón '¡Bravo!' por su «trabajo diocesano en medios de comunicación» y por ser representante «cabal de cómo se puede ser, a la vez, fraile, sacerdote, poeta y periodista, combinando con elegancia su vida religiosa, su quehacer periodístico y su actividad poética».
En su congregación santanderina preparan hoy su funeral, que tendrá lugar mañana, martes, a las 16.00 horas en la iglesia de San Antonio.
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