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Grabados, imágenes, fondo documental, publicaciones, huellas de hemeroteca, libros, facsímiles, rastros simbólicos o evocadores, maquetas, objetos... La memoria y la historia de la ciudad están ... ligadas a dos catástrofes y siniestros que son inherentes al ADN de Santander: la explosión del Cabo Machichaco en 1893 y el incendio de 1941. Las conmemoraciones y aniversarios en ambos casos han propiciado actos, publicaciones e iniciativas, pero está claro que el paso del tiempo ha borrado, ocultado e impedido adentrarse en el pasado.
En el caso de la tragedia acontecida en el muelle santanderino hace 130 años, la Real Asociación Machichaco, que preside Roberto García Borbolla, ha sido clave en la toma de conciencia y a la hora de divulgar, investigar y ahondar en uno de los hechos tatuados en la construcción portuaria y ciudadana santanderina. Esta semana, como ya avanzó El Diario Montañés, tendrá lugar la apertura de un espacio que se antoja punto de partida esencial para la difusión y reparación del suceso. El 3 de noviembre de 1893 (otra explosión el 21 de marzo de 1894 completó la tragedia, aunque esta segunda pudo evitarse) tuvo lugar la explosión del buque que arrasó todo el entorno del muelle de Maliaño. Solo fueron suficientes unos segundos para provocar cerca de 600 víctimas y 2.000 heridos, y más de sesenta edificios destruidos, en la mayor catástrofe civil registrada hasta entonces en la historia contemporánea de España. Pero es necesario mucho tiempo para la corrección de datos, el acopio de materiales, el estudio y la investigación. El próximo viernes, día 3, fecha de ese 130 aniversario, la memoria de la catástrofe del Machichaco comenzará a tener su propio sitio de referencia con la inauguración de la sala de más de sesenta metros cuadrados en un enclave privilegiado dentro de la Estación Marítima.
Un espacio, a modo de museo o centro de interpretación, que nace con la intención de ir renovando sus elementos expositivos en función de revelaciones, donaciones y actividades. Desde la asociación –entidad privada sin ánimo de lucro, creada en 1953– se pretende primar el diorama de la zona, la caja mágica (maqueta exterior del costado del buque y del interior), la representación de un trozo del vapor, acuarelas del ilustrador Roberto Hernández, fotografías inéditas, planos y una selección de periódicos, revistas y anuarios con repercusión mundial, además de los vídeos grabados en las muestras del Palacete y del Museo Marítimo en 2013 y 2015, respectivamente. El maquetista, coleccionista y estudioso del Machichaco Pedro Blanco Álvarez y el bombero Manuel González Zarzuelo, junto a voluntarios de la asociación y de otros colectivos que han trabajado en iniciativas diversas, caso reciente del Movimiento Cultural Iguña, son artífices de que la memoria se mantenga viva.
Blanco y González Zarzuelo, como en tantas y tantas iniciativas que han impulsado durante años, continúan trabajando en ampliar ese fondo documental y en ajustar el relato de los hechos desde todos los prismas y aristas. Ante la apertura del espacio museístico, se suman, fruto de donaciones, tres remaches originales, dos cucharas, el mango de un espadón perteneciente a una autoridad de la época y una medalla conmemorativa, donada por Rosa Coterillo, viuda del historiador José Luis Casado Soto.
El Ayuntamiento, la Autoridad Portuaria y la Real Asociación han remado en la misma dirección para inaugurar el espacio el propio día 3 tras la ofrenda floral ante el monumento. No obstante, han sido clave precedentes como las exposiciones en el Palacete del Embarcadero y el Museo Marítimo, o la de 2018 organizada por Bomberos de Santander. El nuevo espacio, como en aquellas citas temporales, persigue una reflexión en relación a la tragedia, además de recreaciones, las correspondientes identificaciones y descripciones para situar al ciudadano. La colección de Pedro Casado Cimiano, a través de la UC, las bibliotecas o el CDIS son referencias fijas que han ido contribuyendo a la edificación del fondo documental. Pero como siempre son las personas volcadas con su afán de hurgar en la historia, con su trabajo desde diversas áreas, las que han propiciado estos pasos.
Una de las novedades de estos años es la silueta situada sobre la superficie del muelle, exacta en dimensiones y ubicación, de acuerdo a la zona en la que estuvo atracado el Machichaco, en las inmediaciones de la actual Estación Marítima. La Autoridad Portuaria contó para ello con la colaboración de Luis Jar Torre, capitán de la Marina Mercante y una de las personas que mejor conoce lo que sucedió en ese final trágico del XIX.
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