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La luz natural y un gran patio central, a modo de ágora, vertebrarán el rostro, el hábitat y la configuración física y espacial de una ... de las infraestructuras de arte y cultura que alumbrará el Santander de los próximo años. La convivencia de lo antiguo y lo nuevo, el respeto al continente, edificio protegido, y la disposición pública de su futuro contenido, fundamentan la transformación del inmueble que albergó el Banco de España, en la santanderina plaza de Alfonso XIII, en el centro asociado Reina Sofía Archivo Lafuente. Tras la rehabilitación, contará con espacios para exposiciones temporales y permanentes y 'El cofre del saber', superficies que albergarán el Archivo Lafuente.
El ya denominado Centro de Documentación y espacio expositivo asociado al Museo Reina Sofía, presentado ayer por la alcaldesa Gema Igual y el equipo de arquitectos, abrirá sus puertas dentro de dos años, tal como avanzó El Diario, una vez que las obras se inicien en el arranque del nuevo año. El objetivo es que el inmueble rehabilitado esté listo en 2025, fecha además de celebración centenaria, dado que el edificio del arquitecto Eloy Martínez del Valle se inauguró en 1925.
El proyecto estipula cinco plantas y dos accesos al edificio: el peatonal, desde la parte derecha de la fachada principal; y el de mercancías, asociado a la fachada trasera. La reforma integral del interior del inmueble se articulará en torno a esa gran plaza central a modo de ágora. El acceso no se realizará desde la actual puerta principal, que se mantendrá como gran entrada institucional del edificio, sino por la actual rampa que hay en el lateral derecho de la fachada principal.
El ágora, que se crea en el espacio donde se ubicaba la caja fuerte, estará bañada por la luz natural que entrará desde lo alto del edificio, permitirá al visitante ver el resto del interior y las plantas y «entender el edificio en un primer golpe visual». El proyecto contempla también la retirada de la gran vidriera con símbolo franquista, que se conservará pero en otro lugar.
La adaptación del inmueble, que contará con unos 4.000 metros cuadrados articulados en varias plantas, cada una con una superficie expositiva de 800 metros cuadrados. tendrá un coste de 15,6 millones que asumirá el Ayuntamiento de Santander. Para ello aspira a obtener una financiación de 2,9 millones de los fondos europeos. No obstante, «no cejaremos en el empeño de buscar la implicación de otras administraciones», dijo la alcaldesa en alusión al Gobierno regional, que en 2017 se descolgó del proyecto.
Tras la reciente adquisición por el Estado del Archivo Lafuente, cuyos fondos pasarán a engrosar el Reina Sofía, el nuevo paso se plasmó ayer al dar a conocer los detalles del proyecto de ejecución definitivo. Se cumple ahora justamente un año desde que la UTE Voluar Arquitectura- CeroArquitectura (integrada por Voluar Arquitectura SLP y Ceballos y Gómez SLP) resultara adjudicataria del contrato para la redacción del proyecto básico y de ejecución de la rehabilitación, dirección de obra, redacción de proyectos de instalaciones y actividad.
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Un grupo de trabajo –recordó César Díaz, concejal de Fomento– del que formaron parte, además de la UTE, el Reina Sofía, el Archivo Lafuente y el propio Ayuntamiento de Santander, y que mantuvo una decena de reuniones periódicas tanto en Santander como en Madrid, configurando de forma coordinada las necesidades y ajustes hasta definir el proyecto. Igual agradeció el trabajo de las distintas áreas y técnicos: Borja Lomas, David Ceballos y Carlos Gómez por la UTE; a los técnicos del Reina Sofía, encabezados por su arquitecto, Rafael Hernández; a los responsables del Archivo Lafuente, Juan Carlos Salcines y Rebeca Cubillas; y a los arquitectos del Ayuntamiento, Ramiro Amorrortu y Cristina Delgado.
El edificio de envolvente neoclásica, racional, cartesiana, que se mantendrá intacto, será vaciado en su interior. Su diseño tendrá su punto fuerte en el citado patio central. La idea original de la propuesta partió, no obstante, de dos condicionantes: La necesidad de conservar esa envolvente y la aspiración de hacer un interior «flexible y adaptable». De esta manera, se buscó crear una infraestructura que pueda acoger cualquier demanda futura. La nueva planta del edificio permite establecer un juego entre unos espacios funcionales y específicos, y a su alrededor, otros espacios indeterminados que puedan acoger cualquier uso y función. En este sentido, se proyectó un nuevo sistema estructural, con cuatro grandes núcleos en posición simétrica, liberando un deambulatorio alrededor del patio central en un claro diálogo con las trazas originales de edificio.
Según refleja la memoria, «en el interior de estas cuatro torres, sobre las que se apoya todo el edificio y la nueva cubierta, se desarrollan los núcleos de comunicación». La planta articula ese espacio de deambulatorio en torno al patio central y las salas laterales del perímetro. La planta de acceso principal se localiza por debajo de la planta baja, en mejor contacto con la calle y permitiendo un acceso peatonal libre de obstáculos arquitectónicos desde la plaza de Alfonso XIII.
El antiguo foso, «lo que eran las entrañas del banco con sus masivas cajas de caudales», se convertirán ahora en esa pequeña plaza para el encuentro y reunión bajo el patio. «Abriendo este espacio central y conectándolo con la cubierta, se visibiliza lo que antes estaba oculto, haciendo público lo que era privado, abriendo a la luz natural lo que se encontraba cerrado y oscuro».
El nuevo patio permitirá que la luz natural 'cosa' todo el interior del edificio, «bañando desde la cubierta hasta el primer sótano y permitiendo un juego de miradas cruzadas y relaciones visuales entre las distintas plantas». Potenciando esta idea, se acristalará y se instalará una estantería en las plantas que alojan el Archivo, que servirá de soporte para objetos o carteles que refuercen «la experiencia y la comprensión del importante valor de las obras».
La planta baja, lo que era el patio de operaciones y atención al público del Banco, queda diáfana. En el acceso principal se rehace la escalinata y restaura la impresionante puerta de cerrajería, reservándola para grandes eventos y actos de carácter institucional. Además, se crean dos entreplantas en los laterales para las muestras bibliográficas y documentales. La planta primera, la antigua planta noble y señorial del edificio, con las balconadas asociadas, se destinará a las oficinas de administración y espacios de trabajo y consulta de investigadores externos. Y la planta segunda atesorará el propio fondo del Archivo Lafuente.
La cubierta-mirador albergará el área para exposiciones exteriores, con 'un jardín de esculturas', y también podrá utilizarse para eventos, conferencias y otros encuentros que puedan celebrase en la terraza del edificio. En su zona interior y sirviendo como tapa al patio central, sobrevuela de manera singular una 'caja de vidrio' de mínimo impacto visual para remarcar la intención del proyecto de llevar a cabo «una intervención silenciosa, completamente integrada con el edificio y respetuosa tanto con el entorno como con su memoria».
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Ana del Castillo
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