Secciones
Servicios
Destacamos
Hay días que hasta a los comerciantes les cuesta llegar a sus propios negocios. De repente, un nuevo corte en la acera les obliga, de un día para otro, a dar la vuelta a la manzana para llegar a la entrada de sus locales. ... Están justo detrás de las vallas que rodean las obras del Espacio Pereda y por allí apenas pasa nadie. Prácticamente sólo los clientes que van a tiro fijo. «Los más fieles siguen viniendo, pero es imposible que venga alguien nuevo porque por aquí no pasa nadie. ¿Quién va a pasar por un lugar estrecho, lleno de polvo y ruido?», lamenta el peluquero Álex Arroyo. «Algunos hasta nos dicen que no sabían si estábamos abiertos o no porque apenas pueden llegar», añade el joyero Santiago Camino. Las pérdidas acumuladas, calcula el estanquero José Manuel Agraz, «son del 70%».
Ya se han reunido con el Banco Santander en busca de soluciones, aunque de momento no han encontrado ninguna. También han registrado un escrito en el Ayuntamiento de Santander explicando su situación y solicitando algún tipo de remedio, pero no han recibido ninguna respuesta. «Podríamos aguantar unas obras de un mes, ¿pero tres años? Es imposible», lamenta Camino. «Si son unas pérdidas que no son por nuestra culpa, ¿por qué tenemos que asumirlas?», sostiene Arroyo.
A pocos metros de ellos, Agraz no comprende «qué tipo de permiso de obra» se ha dado para permitir ocupar aceras y carreteras sin tener en cuenta a los pequeños negocios de la zona. «Es que la gente ni pasa, quién iba a querer pasar por aquí con todo este lío. Ni los coches pueden». También está molesto porque «nadie nos consultó ni nos avisó de nada». «De repente, nos pusieron las vallas delante de las entradas de los negocios. Si estamos así tres años, vamos a tener que marcharnos a otro lado», advierte.
Además de las obras del Espacio Pereda, justo en su propio edificio (Ataúlfo Argenta, 13) se está construyendo un hotel. «Las obras del hotel no nos han perjudicado porque dejan sitio para pasar, pero las del banco no. La bajada de ventas llegó cuando rodearon el edificio de vallas». Arroyo compara la calle con «la parte de atrás de un frigorífico»: «Por delante, incluso han decorado las vallas con obras de arte. Por detrás, estamos nosotros, abandonados».
Santiago Camino, joyero
El joyero Santiago Camino lamenta ser uno de los negocios que se encuentran justo detrás de las obras y «sobre los que caen las piedras». «Sólo queremos seguir trabajando, sacar el cuello y no hundirnos». Su local, entre vallas, a veces ni se ve. «Algunos clientes, cuando llegan, nos dicen que no sabían si estábamos abiertos o cerrados». Como en otros bajos cercanos, sólo llega el que va a tiro fijo. «Sin los clientes que ya nos conocen, lo pasaríamos muy muy mal».
José Manuel Agraz, estanquero
Las pérdidas del estanco de José Manuel Agraz son muy notorias. «Antes acumulaba 350 tiques al día, ahora me quedo en unos 60». Los números reflejan cómo el negocio se está yendo a pique desde que las vallas le rodean. «Invaden la carretera, la acera, impiden el paso de los coches... Nadie nos escucha». Si mira hacia el futuro, sus esperanzas se disipan. «Si vamos a estar así tres años, nos tendremos que marchar antes. Es imposible que sobrevivamos así».
Álex Arroyo, peluquero
«Vallas, calles cortadas... No se puede ni pasar». El peluquero Álex Arroyo regenta un negocio que tiene más de cien años y lamenta tener que pasar por una situación tan complicada por razones ajenas a él. «Hay ruido, polvo, es difícil pasar... El banco ha mostrado mucha insensibilidad hacia nosotros». Cree que no debería asumir las consecuencias del aislamiento que sufre. «¿Por qué tengo que hacerlo si no es mi culpa?». Ahora, por allí sólo pasan los clientes «de siempre».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.