
Ver 8 fotos
Secciones
Servicios
Destacamos
Ver 8 fotos
Los vecinos de El Alisal no necesitan salir de su zona para cubrir las necesidades básicas. Allí, entre sus calles, tienen fruterías, panaderías, pescaderías, peluquerías, ... bancos... Un modelo de barrio que empezó a crecer en la década de los 90 con la construcción de los primeros edificios y que pretendía evocar el concepto de ciudad tradicional, «en el que hay una avenida principal –Los Ciruelos– con sus soportales, comercios y un sistema de plazas y edificios a su alrededor», explica Román San Emeterio, decano del Colegio de Arquitectos de Cantabria. «Era un concepto nuevo con el que se liberaron espacios y además se bajó la altura de los edificios». Un planteamiento «radicalmente diferente» al que se pretende desarrollar en el Nuevo Alisal, donde se levantarán más de mil nuevas viviendas. La diferencia es que se acometerá «sobre tramas ya previstas, se proyectan unidades residenciales y se busca que la conectividad y la integración de la movilidad sea un éxito», añade San Emeterio. Estos cambios en la manera de construir, marcados por el Plan General de Ordenación Urbana de 1997 con el que funciona Santander actualmente, han ido modificando la fisonomía de los barrios de la ciudad.
Para entender bien la evolución que ha experimentado la capital cántabra, el decano de los arquitectos cree que es necesario hablar de la expansión que se produjo en Santander. Fue en la zona de Cazoña. «Se centró sobre todo en liberar grandes espacios, construyendo torres altas para la época (12-13 plantas), combinadas con edificios más bajos, además de desarrollar una gran dotación hospitalaria». El objetivo entonces era facilitar el movimiento del coche, ya que era la época del 'boom' del vehículo.
«El objetivo es que el centro de la ciudad vuelva a estar más habitado»
«En Santander estamos construyendo con un urbanismo del año 97, no con uno actual»
Ya en el Alisal, una zona que ha experimentado un crecimiento exponencial durante los últimos 30 años –sin contar el parón de la burbuja inmobiliaria– se bajó la altura de los edificios y se priorizó el concepto de ciudad dentro del propio barrio. De hecho, a día de hoy, el pequeño comercio de la zona sigue teniendo mucho peso. Eso, a pesar de su cercanía a otros supermercados y grandes superficies y también de la complicada situación que vive el comercio minorista en el centro de la ciudad. Una tendencia que cambia ya que, a juicio de San Emeterio, ahora se entiende la ciudad «a una escala mayor y no se busca tanto ese centro de barrio. Tenemos hábitos diferentes y entonces se resuelve el urbanismo de otra manera». Por ejemplo, con la «revolución del comercio», que ha hecho que este tipo de negocios desaparezcan de las plantas bajas de los edificios.
Algo que se puede apreciar ya en las recreaciones que ha presentado el Ayuntamiento de Santander sobre los seis edificios con 282 viviendas protegidas que promueve en el Nuevo Alisal. A estas, hay que añadir una veintena de promociones de iniciativa privada. «Se proyectan pequeñas islas residenciales, unidades separadas. Antes había más cercanía con la calle. También se busca que haya conectividad entre zonas, que la integración de la movilidad sea un éxito (entre peatones, bicicletas, coches y transporte público)».
Ver 8 fotos
Una situación muy similar ocurre en Peñacastillo, un barrio residencial y en expansión que está inmerso en las obras de construcción de cuatro edificios. Además de otras tres promociones más, que están en proceso. Un repaso a la zona: en el kilómetro y medio que separa los alrededores del gimnasio GO fit Ruth Beitia y el parque Manuel Vélez –sector 4–, hay tres promociones en proceso. Todas ellas suman 204 viviendas de obra nueva que construye Promociones Casado.
También hay otro edificio de 80 viviendas que levanta el Grupo Tecniobras; los 55 pisos que promueve Amenabar en la calle Manuel Vélez y 70 más de Árqura Homes. Hay que tener en cuenta las 106 viviendas que se construyen en el sector 3, en la calle Ortega y Gasset. «Son edificios que no hacen barrio. Sí que hacen plazas y espacios públicos, pero no hay un concepto de centro porque son zonas puramente residenciales que se suman a la ciudad. Una ciudad que ya tiene su historia y sus infraestructuras creadas». Respecto a los inmuebles, explica San Emeterio, está todo muy tasado. Por eso, los edificios son «muy sistemáticos, por no decir monótonos en su planteamiento, homogéneos en altura y en composición. Es que la variedad no es tan sencilla. Me refiero, sí hay variedad de color, pero no en la composición», añade el decano de los arquitectos.
La expansión de El Alisal comenzó en la década de los 90 con la construcción de los primeros edificios
Ya no se proyectan inmuebles con bajos comerciales debido al cambio de hábitos
Ahora los edificios tienen variedad de colores pero son «monótonos» en su planteamiento
Todo esto, condicionado por el Plan General de Ordenación Urbana con el que funciona Santander, que data de 1997. De hecho, el Ayuntamiento ya ha retrasado hasta dentro de seis años la puesta en marcha del nuevo documento. Y es que el PGOU se aprobó en 2012 y proyectaba una ciudad para 260.000 habitantes. Sin embargo, cuatro años después fue anulado porque la ciudad no podría abastecerse con el agua tras la anulación del bitrasvase del Ebro. Hasta hoy. «Estamos construyendo con un urbanismo del año 97, no con uno actual. Por eso, desarrollamos suelos con premisas de esa época, que está claro que pueden tener calidad, pero no se adaptan a la actualidad, que debería ser un urbanismo mucho más transversal y verde».
¿Puede seguir creciendo Santander? San Emeterio cree que hay que reformular el concepto de crecer y «dar una vuelta» al centro de la ciudad, del que se han ido «miles de personas». «La tarea está en construir, derribar, transformar... Ese debe ser nuestro principal reto». De lo contrario, dice, seremos una «ciudad rosquillla». Esto implica vaciar de población el corazón de una ciudad y que se quede con menos residentes. «Insisto en que el objetivo es conseguir que el centro vuelva a estar más habitado, que haya también muchos servicios y que todas esas personas que se fueron puedan volver, ese es el sentido». Todo ello pasa por un concepto de «economía circular que explica que los edificios obsoletos deben ser recuperados, reformados, además de seguir ampliando la ciudad», concluye.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.