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ÁNGELA CASADO
Santander.
Miércoles, 7 de diciembre 2022, 01:00
Están a punto de cumplirse tres años desde que cientos de vecinos de Nueva Montaña se despertaron sobresaltados de madrugada al escuchar cómo el parque de su urbanización se hundía sobre los garajes ubicados justo debajo. Fue el 13 de enero de 2020 ... y no hubo que lamentar heridos. Por suerte, el suceso se produjo muy temprano -a las seis de la mañana- y ningún vecino había bajado aún a por su vehículo para ir a trabajar, aunque más de uno ya estaba preparándose para salir de casa. También era pronto para que las decenas de niños que cada día disfrutaban de los columpios y las pistas deportivas estuvieran en pie. Todos tiemblan al pensar la catástrofe que habría tenido lugar si el derrumbe se hubiera retrasado un par de horas y los garajes estuvieran llenos de trabajadores y padres con niños de camino al colegio. Ahora, a falta de un mes para el tercer aniversario, las obras de reconstrucción están terminadas y la Consejería de Obras Públicas espera una licencia municipal para poner en marcha los servicios. Su intención es que todos garajes y el parque estén en funcionamiento «para Navidad».
Las obras tardaron en arrancar porque costó mucho llegar a acuerdos. La urbanización la construyó en 2005 el Gobierno de Cantabria, que contrató su propio estudio para analizar lo ocurrido; el mantenimiento del parque es responsabilidad del Ayuntamiento, que encargó otro estudio por su parte; y por último, los vecinos contrataron un tercer documento para garantizar la independencia de los resultados. Así, pasó más de un año hasta que llegaron a un consenso y arrancó la reconstrucción, con un proyecto similar al original pero con cambios. Se rebajó la cantidad de tierra que había sobre la losa de los garajes -causa del derrumbe- y se redistribuyó el parque para evitar que hubiera zonas más saturadas que otras.
3,5 millones de euros le ha costado al Gobierno rehabilitar los garajes y el parque.
Ahora, cualquiera que pasee por la zona verá que, a simple vista, las obras están terminadas. Los caminos de hormigón que atraviesan el parque, las zonas verdes, la vegetación plantada y creciendo, columpios, bancos, pistas de fútbol y baloncesto... Lo único que impide que los vecinos lo usen son las vallas de lo rodean, a la espera del visto bueno del Ayuntamiento. Según explican fuentes de Obras Públicas, la Policía Local y los Bomberos deben revisar las obras para certificar que todo está listo para dar por terminadas oficialmente las intervenciones. La Consejería cree que «los niños disfrutarán del parque en Navidad», aunque entre los vecinos hay dudas.
Los vecinos no son tan optimistas con los plazos y critican algunos desperfectos que exigen que se revisen antes de dar por concluida la obra. La mayoría son filtraciones de agua en los garajes, «en el 4 sigue entrando agua», pero desde la comunidad de vecinos también señalan defectos en el parque, como «columpios para el público más infantil, sin tener en cuenta más tamaños». Así, dudan que la obra esté finalizada antes de que arranque el 2023. El abogado de la comunidad, Rafael de la Gándara, lo tiene claro: «No se recepcionará la obra hasta que no esté todo perfecto». Esta falta de confianza acompaña a las intervenciones desde antes de que empezasen. Concretamente, desde que se produjo el derrumbe y comenzó un cruce de acusaciones entre el Gobierno y el Ayuntamiento, que no se ponían de acuerdo en quién era el culpable. ¿El Gobierno por calcular mal la cantidad de tierra que debía colocarse sobre la losa de los garajes? ¿El Ayuntamiento por saturar el parque y las zonas verdes con más peso del que se podía soportar?
Aunque en un primer momento se barajó repartirse los costes de la obra -el Gobierno, los garajes; y el Ayuntamiento, el parque-, finalmente el Ejecutivo regional asumió todo el coste de la obra, de 3,5 millones de euros, en agosto de 2020, ya que los tres informes que se encargaron concluyeron que la carga de rellenos situada sobre los garajes era superior a la que se había previsto en el proyecto inicial. En algunos puntos, incluso, era más del doble de la que se había calculado que podía soportar. Pero, ¿por qué se colocaron el doble de cargas de las que estaban previstas? El informe del Ayuntamiento ubicó el error en un modificado de obra que se añadió en 2003, un año después de que se presentase el proyecto original. En este segundo documento, se sustituyeron las losas definidas en un primer momento, de 55 centímetros de canto, por otras de 35. «La reducción genera coeficientes de seguridad inferiores a la unidad». Si ese coeficiente tiene que ser superior a uno para garantizar la seguridad (se recomienda que sea en torno a 1,5), tras la modificación algunos puntos del aparcamiento quedaron en 0,84 -siempre según el documento del Ayuntamiento-. El informe del Gobierno también recogía este coeficiente más bajo, aunque lo relaciona con el 'cansancio del hormigón', un concepto que contemplan las dos Administraciones y que se refiere a la disminución de la resistencia del material con el paso de los años y que puede bajar hasta un 15%.
¿Influyó la urbanización de los parques y zonas verdes en el derrumbe? Según el informe del Ayuntamiento, el incremento de espesor a raíz de esas intervenciones fueron «despreciables». Por su parte, en el estudio contratado por los vecinos se recoge que «en la zona más cargada, el 67% del exceso de sobrecarga se introdujo durante las obras finalizadas en 2005 y el 33% durante la reordenación del parque entre 2006 y 2007». En el texto del Gobierno, se concluye que la urbanización del parque «agravó más el problema».
Otro de los inconvenientes al que se han enfrentado los vecinos durante este tiempo es qué hacer con el coche. Aunque en un primer momento parecía más complicado de lo que finalmente fue, ya que el centro comercial Bahía Real no dudó en echar un cable y ofrecer su parking. Los cuatro garajes sumaban unas 500 plazas y un centenar de vehículos quedaron aplastados. Dos de los garajes se abrieron en los primeros meses -los menos afectados- y el resto de propietarios pudieron recurrir al aparcamiento de El Corte Inglés, que ha cedido durante este tiempo un total de 200 estacionamientos para que los afectados dejen sus automóviles.
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