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Inma regresaba el pasado lunes a su vivienda, el chalet número 22 del barrio Isla del Oleo, en Nueva Montaña, cuando una mujer «corpulenta, ... rubia, como extranjera», se le acercó a la puerta de casa y comenzó a hablarle. «Le dijo algo que ella no entendía, y como era una situación confusa, la mujer se acercó más y más, hasta que al final la asaltó, forcejeó y le arrancó una pulsera de oro que para ella tenía mucho valor sentimental». Lo cuenta un vecino que prefiere mantenerse en el anonimato porque Inma no ha regresado por el barrio desde que sucedió todo. «Debe estar muy asustada», contaban este viernes en la urbanización de 71 chalets donde en los últimos dos meses ha habido ocho asaltos en viviendas y dos robos con violencia a los vecinos. «Estamos hartos ya porque llevamos una racha que es horrorosa», protestaba este viernes la responsable de la tienda de ultramarinos que se encuentra en el mismo barrio. El lugar donde había comprado Inma cuando regresaba a casa y le robaron.
«Ella me ha contado que volvía con una bolsa en una mano y la cartera en la otra», relata un conocido de la víctima. Entonces apareció la asaltante, que por la descripción física es idéntica a la que el pasado mes de mayo accedió al jardín de otro chalet para arrancarle el collar de oro a una mujer de 89 años. «Dicen que es la misma, porque la han descrito y coincide todo», cuentan.
Inma trató de escapar, pero ella le agarró del brazo con fuerza y luego le arrancó la pulsera de oro. Una joya que tenía un gran valor sentimental para su propietaria, pues antaño fue «un reloj que le regaló un tío suyo al que tenía mucho cariño».
Minutos después dos inspectores de la Policía Nacional, que están vigilando con especial ahínco la zona, se personaron en la casa de la víctima para recabar información sobre todo lo sucedido; pero cuando quisieron llegar, hacía tiempo que la ladrona «había huido en un coche blanco que le estaba esperando con la puerta abierta a que terminara el trabajo». Dicen quienes vieron el vehículo que incluso arrancó con la puerta abierta.
Este episodio, uno más en este barrio que parece concentrar buena parte de los robos que están sucediendo en los últimos tiempos en Santander, sólo ha incrementado la sensación de inseguridad de los residentes. «No sé qué esta pasando, pero nos han elegido y ya nadie se fía. Estamos cerrando las portillas y vigilamos entre todos los vecinos», relata Pilar Santiago, una de las vecinas que tuvo que lamentar una de esas incursiones a su casa.
Todos se comunican entre ellos por un grupo de WhatsApp y nadie entra o sale en el barrio sin que se enteren; salvo en casos como este último. «Nos tienen estudiados y saben bien a por quién van y el tiempo que tardan en dar el golpe. No se la juegan», advierten.
La Policía Nacional tiene identificados a los sospechosos, según ha podido saber El Diario Montañés; pero aún son necesarias más pesquisas para proceder a su detención.
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Ana del Castillo
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