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«El Bus Fradejas de verde y convertido en un kebab es algo que no sé si podré superar». Ese es el mensaje que un usuario de Twitter colgó en su perfil, acompañado de una fotografía del aspecto actual de la antigua cafetería, un «icono» ... de la céntrica calle santanderina Guevara. Este local llamaba la atención de todo aquel que pasaba por delante por el peculiar autobús que lucía en su fachada. Ahora, el color rojo carmín de la entrada se ha teñido de verde chillón e, incluso, camufla sus míticas ruedas. Un gran cartel anuncia cuál será la nueva vida para este negocio: Ali Baba Doner Kebab. Rápidamente las redes sociales se hicieron eco de esta «desgracia» –así lo tildaron algunos usuarios–. La polémica ya estaba servida. Pero basta con dar un paseo por el centro de Santander para comprobar que, el del Bus Fradejas (todos los que han pasado por el Santa Clara lo recuerdan), no es un caso aislado. La sangría del comercio local, crónica de una muerte anunciada y acelerada por la pandemia y una crisis que pone a prueba a diario la resistencia de las pequeñas tiendas, es un hecho. En su lugar, grandes cadenas, negocios de comida rápida, tiendas de ropa de firmas nacionales...
El bus Fradejas de verde y convertido en un kebab es algo que no sé si podré superar. pic.twitter.com/33TUpCdoeH
— Carlos Sopeña (@sopenha) June 5, 2023
Cuando lo pides por Ali Express vs cuando te llega por Ali Baba... #BusFradejas @santatipo #Santander #Cantabria pic.twitter.com/oFo0SymikE
— Juan Pérez Torralbo (@juanpt) June 17, 2023
El final de los alquileres de renta antigua sigue golpeando al pequeño comercio. Una ley de 1964 establecía la prórroga forzosa y de carácter vitalicio de los alquileres de los locales al precio fijado en esa fecha. Sin embargo, en 1985, el entonces ministro de Economía, el socialista Miguel Boyer, modificó esta norma para que la referencia fuesen los precios de mercado, aunque la medida no tenía carácter retroactivo. En 1994, con la aprobación de la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU), se estableció una moratoria de 20 años para abolir también estas rentas antiguas a los contratos anteriores a 1985. Una prórroga que finalizó el 1 de enero de 2015. Desde entonces, se ha producido un goteo de cierres de comercios difícil de frenar. En consecuencia, las grandes cadenas se han establecido en el centro de la ciudad al ser capaces de aguantar la subida del precio de los alquileres. También hay que sumar la falta de relevo generacional, que obliga a los comerciantes a bajar la persiana cuando llega su edad de jubilación.
Para hacerse una idea de la evolución del comercio local en Santander, es necesario repasar algunos de los casos más significativos, muchos concentrados en Juan de Herrera, una de las principales calles comerciales de la capital cántabra. Allí, en el número 19, se encontraban los almacenes Pérez del Molino, que vendían desde ropa hasta menaje del hogar. Un poco de todo. Lo más parecido a lo que es El Corte Inglés de hoy en día.
Posteriormente, la familia Pérez del Molino alquiló los espacios del edificio. Entre ellos, una perfumería, en el bajo, de 295 metros de superficie. Era uno de los establecimientos que daba servicio a gran parte de la población que residía en esa zona de Santander. En 2017, bajó la persiana, y los Pérez del Molino continuaron con su plan de transformar esta planta para ofrecérsela a las cadenas. Y es que el negocio no lo explotaba la familia, como ninguno de los otros comercios que ocuparon las dos plantas del edificio antes de la reforma. Lo cierto es que la temática no ha cambiado demasiado, pues el local que alberga ahora el bajo comercial es la perfumería Avenida, una cadena del Grupo Recio que está presente en casi todas las ciudades españolas.
El saltó de las grandes cadenas, nacionales e internacionales, también se hizo patente en la esquina de esta misma calle. Oysho, marca de ropa deportiva e íntima del grupo Inditex, se estableció en el local de casi 400 metros en el que estuvo la zapatería Pakar. Aunque antes de Oysho se instaló la tienda de ropa Blanco, del cántabro Bernardo Blanco.
También en 2017 se puso en liquidación la veterana Joyería Presmanes, emblema del negocio de lujo en Cantabria. Aunque el cierre se daba por hecho, la fecha oficial estaba en el aire. Tras dos meses de rebajas en sus productos, en septiembre de 2017 la joyería cerró sus puertas por el descenso de las ventas y el gran número de dueños, de las familias Bannatyne y García Buces.
En su local de 200 metros cuadrados en la avenida Calvo Sotelo, esquina con Lealtad, se realizó una obra de transformación que finalmente ocupó la firma Vodafone. Hasta hace una semana, que para sorpresa de los vecinos, la compañía telefónica abandonó las instalaciones. Y aún se desconoce cuál será el próximo negocio que aterrice en la ciudad.
Otra polémica relativamente reciente en Twitter, la red social de la controversia por excelencia, fue la relacionada con los nuevos inquilinos de los bajos del Casino de El Sardinero. Burger King, la cadena de comida rápida que pertenece al grupo RBI (Restaurants Brands Iberia), se instalará en uno de los locales de las renovadas estancias santanderinas. Los mensajes de los usuarios fueron fulminantes. «Acaban de matar la fachada más representativa de Santander. Por no hablar de la imagen y del lugar en el que queda la hostelería local, claro...», expresó uno de ellos.
La mayoría de los locales que ocupaban estos bajos estaban en desuso desde 2015: la cafetería Lisboa, Erikka, Rocamar o La Góndola. La heladería La Italiana fue la última en irse –en 2021– y aún perduran Mantequerías Cántabras, una sucursal del banco Santander, una farmacia y un restaurante, en la zona izquierda.
Pero no es la única zona de la ciudad en la que están presentes. Burger King también alberga un local en la calle Jesús de Monasterio, justo frente al Ayuntamiento. Una zona que, desde que la cadena de comida rápida aterrizó en el centro, se ha llenado de jóvenes que entran y salen del establecimiento, muchos con su hamburguesa en la mano. Y es que, aunque su entrada sea estrecha, el local tiene dos plantas. Y la mayoría de las mesas se encuentran en la superior.
Antes era... Almacenes Pérez del Molino
Los almacenes Pérez del Molino, un espacio de más de 2.000 metros dividido en dos plantas, vendían un poco de todo: desde ropa hasta menaje del hogar. Posteriormente, la familia Pérez del Molino alquiló a otros comercios los espacios del edificio, entre ellos el bajo comercial, que era una perfumería. En 2017 cerró y el local lo arrendó la cadena de perfumerías Avenida.
Antes era... Cafetería bus Fradejas
La mítica cafetería bus Fradejas, en la calle Guevara, ha cambiado de dueño y también de estética. Del color carmín de su fachada a un verde chillón para un un local de comida rápida. Nada más y nada menos que un kebab. Esta noticia corrió como la pólvora en las redes sociales y provocó la indignación de los usuarios, que lamentaron el actual aspecto del negocio.
Antes era... Joyería Presmanes
La emblemática Joyería Presmanes, en Calvo Sotelo –esquina con Lealtad– fue una referencia del negocio de lujo de Santander y Cantabria. El comercio, con una historia de 183 años, bajó la persiana en 2017. Su local de 200 metros cuadrados fue reformado y estuvo ocupado, hasta la semana pasada, por la firma telefónica Vodafone. Por el momento, se desconoce su futuro uso.
Antes era... Bazar San Carlos -Confitería
El tradicional negocio de juguetes, Bazar San Carlos, cerró sus puertas en 2013 tras 69 años de actividad. La crisis económica fulminó el negocio de la calle Jesús de Monasterio, –en 2010 se instaló en la esquina de la calle Garmendia–. Ahora, Burger King, cadena de comida rápida, ocupa ese local, además del bajo, que era una confitería, ya que tiene dos plantas.
Ubicados en la calle comercial de Juan de Herrera. Ahora, en los bajos del edificio, está la tienda Ramiro Díaz.
Muebles Viuda de Torre. Se encontraba también en Juan de Herrera. En ese local ahora está Zara Home, del grupo Inditex.
Calzados Pakar. La mítica zapatería estaba en la esquina de Juan de Herrera. Ahora lo ocupa Oysho, del grupo Inditex.
Tienda clásica de regalos y confección, en Calvo Sotelo. Ahora alquilada a Douglas, cadena alemana de perfumería.
Otros grandes almacenes en Juan de Herrera. Ahora está Sephora, cadena francesa de cosméticos.
ienda de caballero en Lealtad. Ahora, alquilada a Doors, marca de ropa y zapatos juvenil.
También en la calle Lealtad. Ahora está ocupado por la firma italiana de maquillaje Kiko.
Estaban en la calle Los Escalantes, que desde hace años ocupa Cortefiel.
Tienda de Calvo Sotelo donde ahora se encuentra la heladería Bico de Xeado.
El Burger King ocupó el local del tradicional Bazar San Carlos y de la confitería del bajo comercial. Esta confitería es menos conocida, pero el Bazar San Carlos no necesita presentación. El 31 de enero de 2013, el negocio de juguetes fundado en 1944 por Josefina Dueñas, bajó la persiana. Una vez más, la crisis económica terminó con uno de los comercios históricos de Santander. Un dato curioso es que, en un primer momento se inauguró como mercería. Los juguetes llegaron diez años después. Y en 2010, decidieron trasladar su local a un espacio mucho más grande y amplio, en la esquina de la calle Garmendia, «quizá en un momento prematuro», explicó en el momento del cierre Bernardo Stalenhoef, propietario del comercio en ese momento. Tres años después, el «proveedor oficial en Santander de los Reyes Magos de Oriente» se despidió para siempre.
En esta radiografía del comercio local de la capital cántabra no puede faltar el actual Zara de Santander, del grupo Inditex, que es la tienda más transitada de la ciudad. Este mismo edificio fue estrenado por los grandes almacenes Woolworth, que lo ocupó hasta 1980. Después pasó a ser Almacenes Lealtad, del grupo Ribalaygua.
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