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Acto de colocación de la primera piedra de la sede de la Asociación de Vecinos San Joaquín, en Peñacastillo. Roberto Ruiz
los movimientos vecinales cobran fuerza

los movimientos vecinales cobran fuerza

Cada vez más barrios de Santander se organizan para que el Ayuntamiento escuche sus peticiones y poder aportar sus ideas y cambios a los proyectos urbanos

José Carlos Rojo

Santander

Jueves, 28 de septiembre 2017

Los barrios de Santander están viviendo un despertar de los movimientos vecinales. El rediseño del carril bici en Padre Rábago, las protestas por el cambio del nombre de la calle Alcázar de Toledo y la unión de La Alameda de Oviedo para no perder espacios verdes ha demostrado ese resurgir de la voz de los vecinos. Los residentes de la capital cada vez se muestran más involucrados en lo que ocurre en sus calles, en sus parques y en sus plazas; en una ciudad que está rediseñando su futuro con proyectos de envergadura, desde la Plaza de las Estaciones hasta el Dique de Gamazo.

La ciudad asiste incluso a la fundación de nuevos colectivos, que ya alcanzan los 54. La última en crearse -este septiembre- fue la asociación de la calle Alcázar de Toledo. «Al menos ahora nos llamamos así. Dentro de unos días ya veremos», ironiza uno de sus miembros, Alberto de la Hoz. Fue él quien reunió hace unos días más de 180 firmas en menos de una semana para que el Consistorio de la capital repensara el cambio de nombre del barrio. Luego vino la conformación de la asociación, hace escasamente una semana. «Somos conscientes de que la Ley de Memoria Histórica nos obliga a que deje de llamarse Alcázar de Toledo, pero la opción que ofrecía el consistorio no nos satisfacía nada: 'Cuesta de las ánimas'. Creo que tiene unas connotaciones muy anticuadas y tétricas», justifica.

El suyo es un ejemplo claro de grupo vecinal organizado para combatir un problema que apareció de repente. «La gente no dudó en sumarse a la iniciativa; a todos les parece que este nombre no tiene ningún sentido. Queremos buscar una alternativa», comenta de la Hoz. «Eso sí, es fácil lograr la firma de la gente para defender esta causa, pero mucho más complicado que se sumen al equipo de gestión de la asociación», matiza.

«Existe un auge de movimientos vecinales, pero su época dorada fue en los setenta»

«En los últimos años, las agrupaciones de vecinos, y en general los movimientos sociales, están creciendo. Al mismo tiempo –y como reacción- a la pérdida de prestigio de los partidos políticos tradicionales y de los sindicatos», explica Juan Carlos Zubieta, sociólogo y profesor de la Universidad de Cantabria. «A pesar de este crecimiento están muy lejos de la pujanza que las asociaciones de vecinos tuvieron en España en los años 70 y principios de los 80 (diversas investigaciones han subrayado que en España los movimientos sociales y el asociacionismo tuvieron su 'época dorada' entre los años 1970 y 1979)».

«Con un carácter más político, la crisis económica y los recortes sociales, educativos, sanitarios… Constituyen el factor global de fondo que explica gran parte de la contestación social que se ha producido en España en los últimos años y que se reflejó en movimientos como el de 'las mareas', que reivindicaron la sanidad pública o que defendieron la escuela pública, y, también el 'Movimiento del 15 M'», añade Zubieta.

«Si estamos de acuerdo con que la democracia es igual a participación social, debemos concluir que es positivo que existan asociaciones de vecinos, y en general movimientos vecinales, que expresen sus opiniones y demandas. Esos movimientos significan que la sociedad está viva, que no es pasiva. Además, cumplen la importante función de concienciar a la población sobre sus derechos y, también, sobre sus responsabilidades», agrega el experto.

Existen precedentes recientes en la ciudad de este tipo de movimientos. Los vecinos de Tetuán hicieron mucho ruido en 2014 para reivindicar la línea 21 del autobús municipal. Lo lograron y volvieron a demostrar que las exigencias colectivas terminan por dar fruto. Por eso ahora, quizá gracias el buen resultado de estos precursores, se percibe un incremento de la participación ciudadana a través de asociaciones de vecinos que cada vez cuentan con más presencia en la vida pública.

Todo este mecanismo de voces vecinales y la respuesta que despiertan en el Ayuntamiento es bien conocido por una de las veteranas, Marián González, presidenta de una de las asociaciones más antiguas y consolidadas de la ciudad, la de La Alameda. «Después de todos estos años me atrevería incluso a firmar que lo idóneo es que pudiéramos votar no solo a partidos políticos, sino a las personas. La relación del alcalde y sobre todo de los concejales responsables con la gente es fundamental», remarca.

Ellos se encuentran ahora en medio de las negociaciones para rediseñar el plan de construcción del carril bici en esa zona y por eso prefiere no hacer más declaraciones. «Tengo muy buena experiencia con Gema Igual cuando era concejala de Turismo. Espero que todo siga igual ahora que es alcaldesa», desea. Los vecinos reclaman allí que no se elimine ni un solo metro de la zona ajardinada para la construcción del nuevo carril para bicicletas, espacio que sí se puede ganar a los aparcamientos.

Las puertas abiertas

La fama del consistorio es la de una institución con capacidad de escucha. En realidad nadie denuncia falta de atención. «Creo que al final todo el mundo consigue una reunión», matiza Juan Ángel Olmos, de la Asociación de Vecinos de Tetuán. «Claro que hay tiras y aflojas. A unos les interesa una cosa y a otros otra. Y el que quiere algo tiene que luchar mucho por conseguirlo, pero al final toda petición razonable se puede lograr». El ejemplo claro en ese barrio fue la consecución de la puesta en marcha de la línea 21 del autobús urbano: «Dijeron que era muy deficitario, que no iba a subir nadie. Pero cada vez más gente lo utiliza para subir y bajar de reina Victoria a Puerto Chico». «Con Íñigo de la Serna estábamos bien; pero Gema Igual ha abordado obras importantes en esta zona, como la remodelación del centro cultural Doctor Madrazo, la construcción del carril bici que une Puerto Chico con El Sardinero o la reapertura del antigüo túnel de Tetuán», señala.

La puesta en marcha de la línea 21 del autobús municipal en 2014 es uno de los logros de los vecinos de Tetuán. Andrés Fernández

En la calle Padre Rábago, frente a Valdecilla, uno de los vecinos leyó en la prensa el plan del Consistorio para llevar el carril bici por una de sus aceras. «Nos eliminaban de golpe y porrazo 20 plazas de aparcamiento, no podía ser», recuerda Arnaldo Muñiz. Ellos no lo denunciaron a través de ninguna asociación, porque en esa zona no la han constituído. «Pero bastó con mirar los planos y plantear una alternativa por la Avenida de Valdecilla. Yo he trabajado siempre con un arquitecto y conozco la forma de mirar un plano. Escribí una carta al director en el periódico y acto seguido tuvimos la reunión con el Ayuntamiento». Se reunieron y hoy ese proyecto se ha replanteado a gusto de todos. «Es fácil hablar y cambiar las cosas», aclara Muñíz.

Propuestas para La Remonta

Las últimas obras importantes de la ciudad han contado con el asesoramiento ciudadano como pilar imprescindible para su puesta en marcha. Incluso se realizan concursos populares para que sean los vecinos quienes envíen sus sugerencias para reinventar ciertos espacios. Ocurrió así en la apertura del parque de La Remonta, y vuelve a suceder ahora que se pone de nuevo sobre la mesa una nueva intervención en esa zona verde. «Hay muchos casos, tenemos propuestas incluso diarias», concreta Carmen Ruiz, concejala de Barrios y Participación Ciudadana. «Otro de los ejemplos muy claros es toda la obra que ha reconstruido recientemente la bajada de Polio». «Los vecinos son los que viven allí, los que saben de verdad qué necesidades existen. Lo inteligente es escucharlos y es lo que procuramos hacer siempre».

«Es lo que nosotros buscamos desde el consistorio, que se impliquen, que sugieran, que propongan y que nos comuniquen lo que quieren cambiar», justifica Ruiz. «Personalmente me emociona contemplar cada día cómo cada vez más gente se implica con las 54 asociaciones que existen en Santander para mejorar sus calles y barrios».

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