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Las estimaciones siempre son volubles y sujetas a imprevistos. En el caso de la edificación de la que será una de los infraestructuras culturales, museísticas ... en particular, del Santander de los próximos años, hablar de certezas es aun más arriesgado que en cualquier otro proyecto. Lo que nació como Espacio Pereda, nomenclatura lógica ligada a la histórica edificación del Paseo de Pereda, sede fundacional del Banco Santander, es desde el pasado mes de marzo el proyecto Faro Santander, ese centro «dedicado al arte y la tecnología, con un fuerte enfoque educativo, medioambiental y social», como define oficialmente la entidad desde que adquiriera su nueva denominación, anunciada por Ana Botín, su presidenta. «Un lugar para el arte, la innovación, el ocio, el emprendimiento, pero, sobre todo, un punto de encuentro». Lo cierto es que, desde que se colocara la primera piedra en 2021, han transcurrido más de dos años y medio de trabajos y obras que han venido a ratificar la complejidad de esta construcción.
Al desafío de toda rehabilitación, se ha sumado la ubicación del solar en pleno corazón de la ciudad, que condiciona y limita, según los casos, las labores cotidianas ligadas a una obra de esta envergadura; la necesidad de mantener exentas las fachadas con sus característicos arcos; y la adaptación y dotación de todo tipo de elementos ajustados a la nuevas tecnologías que garanticen la modernidad de las instalaciones; más su correspondencia ad hoc al uso museístico y expositivo principal que tendrá el inmueble. No es posible, según los técnicos, hablar de una fecha de conclusión de las obras pero hay confianza en que los plazos se cumplirán. Es decir, que en 2025, avanzado el año, Faro Santander sea una realidad.
32 meses han transcurrido desde la colocación de la primera piedra y vaciado del histórico inmueble.
28.500 metros lineales de circuitos que hacen que la propia estructura del edificio contenga la calefacción y el aire acondicionado.
En la obra Los metros cúbicos de hormigón son aproximadamente 8.200 y 1.230 las toneladas de acero corrugado. Además de 475 de estructura metálica.
Otras cifras Los residuos de demolición gestionados a día de hoy cuantifican 12.000 toneladas y los movimientos de tierra superan las 25.000.
Antecedente La sede financiera del Santander fue inaugurada en 1923. En 1958 se incorporó la segunda mitad del edificio.
Dada la sucesiva dotación de equipamientos culturales para la ciudad, ha terminado por solaparse la construcción o rehabilitación de aquellas que conforman esa 'ciudad de la cultura' que desde el Ayuntamiento viene siendo el mantra de la gestión municipal. De este modo, en torno a finales de 2025 y principios de 2026, Santander habrá inaugurado ya, o estará a punto de hacerlo, el Museo de Arqueología y Prehistoria (Mupac), el Centro Asociado al Reina Sofía, que inicia las obras el próximo mes de enero, y el edificio del Santander que responde a un proyecto de David Chipperfield, uno de los principales referentes de la arquitectura contemporánea internacional, galardonado con el premio Pritzker, cuya seña de identidad radica en la capacidad de dar nueva vida a los edificios respetando su esencia y su historia.
El paisaje interior que en este final de 2023 se revela tras la gran lona que mira al Paseo de Pereda y el resto de cubiertas de la obra, es un engranaje de labores incesantes, entrelazadas o paralelas, con varias decenas de operarios inmersos en las tareas con un objetivo común: la precisión y meticulosidad que requiere cada paso técnico y decisión, dado el grado de complejidad y dificultad que presenta la edificación. A los desafíos antes citados se sumaron, como es casi norma en todas las grandes construcciones de la ciudad, los problemas surgidos durante el periodo destinado a la cimentación del futuro inmueble. Solventada y superada esa etapa, cerca de cumplirse el paso del ecuador del proyecto, según las estimaciones que expresó en marzo la propia Ana Botín, el solar muestra avances notorios centrados en un proceso casi milimétrico: Faro Santander está inmerso de lleno en afrontar su etapa de construcción de la nueva estructura del edificio.
Quedan atrás, ya completamente ejecutadas, las cimentaciones y el cierre estanco que le protege de las aguas subterráneas que rodean al inmueble.
Asimismo, se han mejorado las condiciones del terreno y de las cimentaciones existentes de la fachada para «garantizar su continuidad en el tiempo y el futuro uso museístico del edificio».
Los responsables y el equipo de la dirección de obra subrayan la complejidad de la nueva estructura del bloque que albergará soluciones novedosas. Es el caso de «la termoactivación de los forjados, con más de 28.500 metros lineales de circuitos de tubería de polietileno reticulado de alta densidad». Este sistema, al margen de su definición con la jerga técnica, supone que la propia estructura del edificio «sea a un tiempo la calefacción y el aire acondicionado que, unido a los sistemas de climatización por geotermia, hacen que se consuma muy poca energía y además tenga una inercia térmica muy grande, garantizando una perfecta conservación de las obras de arte por la estabilidad de las condiciones de temperatura y humedad».
El engranaje es una parte muy importante de que el futuro inmueble consiga su certificación ambiental 'Breeam', en su categoría excepcional, que lo cataloga como el edificio más sostenible que se puede construir en la actualidad.
Otra novedad son las losas de hormigón postesadas que ayudan a salvar vanos mayores para evitar tener muchos pilares que perjudican la experiencia del usuario y que además garantizan unas sobrecargas de hasta 10 kilonewton por metro cuadrado, «lo que permite poder poner obras de arte muy pesadas en el edificio». Esta nueva estructura dejará, como se ha insistido, «exenta a la fachada, lo que garantiza su mejor conservación y funcionamiento».
El postesado supone «aplicar una tensión de compresión al material, que compensa la tensión de tracción a la que se someterá el hormigón bajo una carga».
Tal como se describe, para añadir algo más de complejidad al sistema estructural, «la propia losa de hormigón será el acabado final en el techo, donde se integrarán las instalaciones de iluminación, eléctricas, mecánicas, de incendio, seguridad y control, entre otras», de tal modo que se configurarán casi 800 metros lineales de foseados (básicamente, un techo en dos niveles). «Esto permite que el techo pueda esconder el sistema de iluminación y ofrecer un diseño diferente y distinto incorporados y perfectamente distribuidos para cuidar estéticamente la misma».
Una vez terminados los trabajos de demolición del interior del edificio -cuyo origen se remonta a 1795, aunque el Santander lo adquirió en 1919- y de estabilización de las fachadas, que han supuesto esos más de dos años, con labores como la construcción de los muros pantalla de dieciséis metros, la obra profundiza ahora en la definición de las nueve plantas, desde los sótanos a los futuros espacios interiores. Alfonso Ráez, director corporativo de Inmuebles de la entidad, que supervisa cada paso de los trabajos, especialmente en ese ajuste tecnológico de la edificación, destaca las coordenadas constantes de seguridad, sostenibilidad y eficiencia.
El inmueble del Paseo de Pereda, primero hotel, luego sede de Banco Santander durante casi un siglo, fue reconstruido en 1880. Cuando lo adquirió la entidad en 1919 era hotel y club de regatas. Como sede financiera, fue inaugurado en 1923, aunque pasaron más de 30 años hasta que se incorporó la segunda mitad del edificio.
El proyecto de Faro Santander arrancó de hecho en 2020. Tras el confinamiento de la pandemia, en la fase inicial se vació por completo el edificio. Pinturas, esculturas, elementos decorativos y mobiliario de gran relevancia fueron retirados. Entre ellos, los nueve lienzos de José Gutiérrez Solana, todos datados en la primera mitad del siglo XX, y la chimenea diseñada en 1774 por Giovanni Battista Piranesi. En la cuarta planta del edificio se mostrará la Colección Banco Santander, formada a lo largo de más de 160 años. El proyecto de David Chipperffeld es un espejo de su preocupación social y medioambiental, claves que guían la actual construcción estructural del inmueble.
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Ana del Castillo
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