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El mercado del alquiler se ha vuelto del revés. La alta rentabilidad de los pisos turísticos ha llevado a los propietarios a dejar la ... oferta de arrendamientos fijos en la mínima expresión. Y en Santander, donde más se ha dejado notar este cambio, el Ayuntamiento ha encendido ya la luz de alarma. Lo aseguraron este lunes la regidora, Gema Igual y la consejera Eva Fernández: «Es algo que preocupa a los hosteleros pero también es un problema social». Todo se entiende mejor con cifras. En sólo un año la oferta de viviendas en alquiler de larga duración descendió hasta un 70% en la capital, según datos de la inmobiliaria Bahía Home. «Esta situación ha empujado los precios hacia arriba», acredita la directora de esta firma, Dolores González. «El piso que hace un año o dos costaba 500 euros al mes, ahora no baja de los 750». En su despacho tiene una larga lista de aspirantes a uno de estos 'rara avis' que están en alquiler para todo el año. «No es bueno que el mercado esté así. Yo tengo pisos y los tengo en régimen de alquiler de larga duración, pero es que lo tomo como una obra de caridad, porque lo cierto es que si los pusiera en alquiler vacacional podría multiplicar los beneficios por diez», asegura.
Dependiendo de la zona, un contrato de una semana puede alcanzar los 1.000 euros. «Y podría ser de hasta unos 6.000 si está ubicado en una de las zonas nobles de la ciudad, en El Sardinero, Castelar, etc», asegura González.
«Si continúan creciendo los pisos vacacionales, la oferta será tan grande que el beneficio será menor y el mercado se autorregulará»
«El contrato semanal puede llegar a ser de hasta 6.000 euros en un piso de lujo en una zona noble de Santander, como El Sardinero o Castelar»
«He estado buscando mucho tiempo y casi todos los casos te obligaban a dejar el piso en julio y agosto porque lo querían alquilar en vacaciones»
«Estoy contenta, pago 400 euros por una habitación en la calle Alta. No miento si digo que he visitado hasta cincuenta pisos y he encontrado de todo»
El Gobierno anunció el lunes que pondrá en marcha una mesa de trabajo para atajar el asunto. Habrá que regularizar la oferta, «exigir que cumplan requisitos como los que cumplen los hoteles o los establecimientos turísticos convencionales»; pero lejos de eso, nadie puede prohibir a los propietarios que obtengan el mayor beneficio de sus propiedades. «Es el Gobierno central el que tiene que hacerse cargo, no el que tiene pisos», defiende la responsable de Bahía Home. Para ello propone incentivos fiscales o «medidas que pueden animar a que las cosas vuelvan a ser como eran hace sólo dos años».
Tal vez sea el propio mercado el que esté condenado a autorregularse; aunque eso sea aún cuestión de tiempo. La idea que defiende José Andrés Cuevas, responsable de la inmobiliaria San Fernando, es que la sobreoferta terminará por tirar el precio. «Todos los propietarios están yendo al mercado de pisos vacacionales. Si seguimos así habrá tantos que al final sobrarán y entonces tendrán que bajar los precios». Si eso sucede, tal vez esa alta rentabilidad pueda irse al traste. Sobre todo si se tiene en cuenta que el continuo trasiego de personas por el inmueble siempre causa mayor desgaste y esto obliga a incrementar el gasto en mantenimiento y renovación. «Hay que pensar que esta ciudad es muy apropiada para este tipo de alquileres. Durante el curso se puede tener el negocio de los estudiantes, que en verano dejan el inmueble para dejar paso a la llegada de los turistas». Es un negocio redondo; pero que puede tener fecha de caducidad; y entre tanto hay mucha gente que resulta damnificada, como Mercedes Prieto, que tiene 26 años y hace sólo un mes que se independizó.
Eligió el centro de Santander y todavía le entran sudores al recordar el periplo que tuvo que sufrir antes de encontrar piso. «Casi todo lo que encontré era para salir en julio y agosto, porque lo querían para alquilar en vacaciones», recuerda. «Estaba sufriendo porque ya no sabía lo que iba a hacer. Trabajo en Santander y necesito un piso para vivir todo el año con mi pareja, pero es que no hay nada, y lo que hay está con precios por las nubes», afirma.
No concibe la posibilidad de haberse ido a vivir sola. «Si no estás en pareja olvídate, está imposible porque el alquiler por semanas o por meses ha subido tanto los precios en verano que al final se ha contagiado al resto del año», afirma.
Hasta 100 euros diarios le pidieron hace dos meses a Elena Carbajo -de 27 años- por una habitación en un piso de la calle Alta. «Se aprovechan de que hay muy pocas cosas y evidentemente no lo puede pagar nadie. Los precios se han disparado hasta límites inasumibles». Ella llegó a Santander desde Bilbao este verano para realizar unas prácticas en una empresa radicada en la capital cántabra. «No miento si digo que visité lo menos cincuenta pisos y me encontré con toda clase de circunstancias». Precios desorbitados, ofertas falsas. En algunos solicitaban sospechosamente una o dos mensualidades de fianza y en otros el propietario desaparecía en el momento de realizar la visita. «Hay muchas estafas, según me han contado, y hay que tener suerte y saber manejarse», afirma. Finalmente logró una habitación por 400 euros al mes. «Estoy contenta». Pero es un coste escandaloso si se tiene en cuenta que hace tan solo dos años, por poco más de cien euros más, se podía alquilar un piso de dos habitaciones en una calle normal de la capital.
Los casos de estafas con ofertas falsas para alquiler de pisos vacacionales ha proliferado tanto en Santander como su mercado. «Aún estamos trabajando en los casos pero existen y conviene tomar medidas preventivas», informan fuentes de la Policía Nacional. Los agentes han identificado marcadores sospechosos que el usuario ha de tener en cuenta. «El propietario falso suele decir que vive en el extranjero o que no vive cerca y puede pedir incluso una transferencia internacional. Siempre tiene prisa y da plazos cortos para tomar una decisión amparándose en que tiene otros huéspedes esperando. Suele pedir también un depósito importante por adelantado». Y ahí es donde reside la trampa. Una vez transferido ese dinero, el supuesto propietario desaparece.
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Ana del Castillo
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