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En la parroquia de Santa María de los Ángeles, en Perines, prefieren guardar silencio. «No hay nada y no vamos a dar pábulo a estas cosas», contestan con toda la educación, pero sin ganas de ampliar las explicaciones. «Yo llevo aquí 17 años y esa ... espada de Damocles la tenemos encima desde siempre». 'Estas cosas' son el rumor que circula con fuerza por el barrio y que ha llegado, incluso, a los altos círculos eclesiásticos de la región y también a medios centrados en la información religiosa. Que los franciscanos dejan Santander. Fuentes oficiales de la Orden aclaran a este periódico que «la posibilidad sí existe, está sobre la mesa», pero que «no está nada decidido todavía». De hecho confirman que no habrá nada definitivo hasta que celebren su próximo Capítulo (junta, reunión), que será «en abril del año que viene».
La Orden Franciscana está en pleno proceso de reorganización. El número cada vez más reducido de vocaciones, unido a que los sacerdotes que quedan son cada vez más mayores, les ha obligado a tomar medidas. En los últimos meses se han cerrado conventos o iglesias en Guipúzcoa o Alicante, entre otros. Y si uno echa la vista algo más atrás -los últimos años- hay multitud de noticias en este sentido en Mallorca, Murcia, Valencia... Se habla de una «reorganización de provincias, uniendo algunas».
En concreto, la provincia en la que están incluidos los sacerdotes que hay en Santander tiene su sede principal -sus órganos de gobierno- en Guipúzcoa (donde está el Santuario de Aránzazu). Uno de los responsables allí es Juan Ignacio Larrea. Él es quien reconoce a preguntas de este periódico que sí se plantean la opción de dejar la capital de Cantabria, pero no está «aún concretado». «Es una decisión que está en trámites. La posibilidad existe, pero no está decidida, por eso no queremos anunciar nada por ahora. Hasta el año que viene en abril no habría nada definitivo».
Santander y, ojo, también Santo Toribio de Liébana. Porque los franciscanos son los responsables de custodiar allí la reliquia del Lignum Crucis. También en el monasterio lebaniego guardan silencio. «¿Mantendrían Santo Toribio de Liébana?», preguntó El Diario a Larrea, que aseguró, también dejando claro que no hay ninguna decisión definitiva, que, llegado el caso, «se intentaría mantener» la presencia de la Orden en Santo Toribio.
La historia de los 'frailucos' en Santander tiene un importante arraigo. Ahora, porque la iglesia de Santa María de los Ángeles es un templo enorme en Perines y también porque la comunidad está muy ligada a la vida del barrio. Pero, sobre todo, por la historia de la Orden vinculada a la propia ciudad y a toda Cantabria. «Una antigua tradición pone el origen del primer convento franciscano de esta hermosa capital de Cantabria nada menos que en el lejano año 1270», explican en la página de la parroquia actual. Hablan de conventos hace siglos en Castro, Montehano, Laredo, Reinosa o Soto Iruz. «Además -se explica- de toda la pastoral que realizaron en Cantabria, llegaron a enviar 140 frailes a las misiones de Lejanas Tierras».
En Santander, en la antigua iglesia clasicista de San Francisco, estuvieron de hecho, hasta el año 1936. En otra zona muy distinta de la ciudad a la que actualmente ocupan. Lo que hoy sería pleno centro. De hecho, el templo cayó en el marco de un plan urbanístico promovido por el entonces alcalde Ernesto Castillo Bordenabe. El solar que quedó allí fue utilizado para ampliar el ayuntamiento.
«Para que los frailes -explican ellos-, tras la exclaustración, volvieran establemente a Santander hizo falta que llegara a la diócesis el 'Obispo Bueno', Monseñor José Eguino Trecu (1929-1961). Siendo nativo de Azcoitia (Guipúzcoa), recurrió al Superior Provincial Franciscano de San Sebastián para que fundase un convento en Santander. Y así entramos en el emplazamiento actual en 1956». De la 'capilluca de la Virgen de Fátima' como primer lugar de culto, a la gran iglesia actual, que empezó a construirse en 1964 con el arquitecto Luis Alústiza a la cabeza del proyecto. Tres años después abrió sus puertas y dos más tarde lo hizo también la residencia de los frailes.
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