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Los vecinos de la calle San José andan con el cuello dolorido. Por su calle, desde hace unos meses, lo normal es pasear mirando al cielo. Eso, o pasarse ratos en la ventana. Esperando, pendientes. Todo, para ver si Sansón y Dalila andan en 'casa'. ... En la torre de los Jesuitas. Si entran y salen, si van o vienen. Es cuestión de vista y de oído. Porque los nuevos residentes en el barrio hacen un 'kac-kac-kac' que tiene encandilada a la comunidad. «Emiten un gañido», cuenta Juanjo Zubieta. A él le gusta la ornitología. Aficionado. Así que compartir código postal y vistas con una pareja de halcones peregrinos –Sansón y Dalila les han puesto– es un lujo. «Estamos tan pendientes de ellos que tengo miedo a que se me caiga la bandeja», bromean en el Moonlight, el local de hostelería que hay allí mismo. Están encantados. Y las aves también. Han criado. Tiene pinta de que les ha gustado el barrio. Se quedan.
Se instalaron en lo alto de la torre, en el hueco redondo de la balaustrada, bajo la aguja. En la parte frontal. «Yo diría que llegaron a mediados de diciembre. Un día encontré una paloma comida al pecho. Al día siguiente otra, a los dos días una más...». Cuenta Zubieta. Así de dio cuenta. La estampa típica del menú de las rapaces. «Al poco me encontré un chorlito dorado, propio de las mareas bajas». Otra presa. El gañido, el 'kac-kac-kac', que la hembra «es como un 15 o 20% más grande que el macho», que han criado... El asunto se fue metiendo en las conversaciones del café en el bar o de la cola del pan. Vicente Mínguez, otro vecino, aprovechó la posición privilegiada de su ventana justo frente a la torre para hacer un álbum fotográfico. Y más de uno saca el móvil para enseñar el catálogo. Una imagen en pleno vuelo, otra con una paloma en las garras, otra de los restos de una de las 'victimas'... Tienen un documental de National Geographic al abrir la persiana.
«Ha salido un momento», responde Ángel cuando el periodista que entra con curiosidad al Moonlight le pregunta por el animal. Como si el halcón fuera un cliente de toda la vida. «Se le escucha y es un espectáculo. Hay crías. Yo diría que dos. Al principio de las palomas que mataba se llevaba solo lo blando. Los ves cazar y es algo espectacular. Se eleva y cae en picado. Ves a la gente sentada y mirando para arriba. Y los vecinos se han ido enterando poco a poco y muchas veces hay gente mirando por la ventana», añade Teresa Soto desde el bar.
Todos estos ejercicios de observación vecinal encajan con la opinión de un experto. Felipe González, delegado territorial de SEO/Birdlife, confirma que son halcones peregrinos. Y más. «Hay siete parejas que crían en Santander y que llevamos años observando. Estos pueden ser una nueva o una que estaba en otro sitio y que se ha trasladado». Porque su 'mapa' de localizaciones incluye hasta ocho puntos «clasícos» repartidos por el municipio. Unos más agrestes, como la peña de Peñacastillo o los acantilados de Cabo Mayor. Pero otros mucho más urbanos. La torre de Las Estaciones, la antigua Residencia Cantabria, el Puerto de Santander... «Se han urbanizado. Es fácil porque tienen mucho alimento. Básicamente, palomas. Y aquí tienen todas las que quieran. Los halcones peregrinos son residentes, fijos. Viven todo el año. Y sus pollos pueden generar nuevas zonas en el entorno o marcharse. Además, van a hacer ese trabajo de mantener controladas las especies que pueden sobreabundar, como las palomas, los estorninos, las urracas... Es un espectáculo natural para los vecinos y propio de una ciudad que tiene naturaleza».
González –que recuerda que en época de reproducción las aves están protegidas por ley– confirma el ciclo: «en febrero se emparejan, en marzo incuban y en abril eclosionan». «Y las crías estarán no menos de noventa días en el nido». O sea, que hay tiempo para deleitarse. Para verlas. Tanto que el experto invita a los observadores a colaborar en el proyecto 'Santander Capital Natural'. A que aporten datos, ideas, información... O sea, que si usted tiene también un vecino de altos vuelos –Cantabria roza el centenar de parejas de halcones (sobre todo en la costa, en la zona de Castro-Oriñón)– avise.
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