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Han pasado más de tres años desde que el covid paró el mundo. Entonces, se vaciaron las calles dejando imágenes insólitas y aunque aún la sociedad no era consciente, el virus cambiaría muchas cosas para siempre. Recuerdos que ni el paso del tiempo consigue borrar: ... los duros meses del confinamiento, las sucesivas olas del virus, el duro trabajo de los empleados esenciales y la heroica labor del personal sanitario, entre otras cosas. Pero hay algo más: las muchas vidas que el coronavirus se llevó. Ese es precisamente el motivo por el que surge el Parque 2020, en memoria de «los santanderinos que se fueron por el covid», explicó este lunes la alcaldesa de la ciudad, Gema Igual, durante el acto que sirvió de comienzo a las obras del proyecto, en el que también estuvieron presentes el arquitecto Joaquín Bustamante, el paisajista Luis González-Camino y la concejala de Medio Ambiente, Margarita Rojo.
La ejecución de este espacio, que corre a cargo de La Encina, tiene un presupuesto de 300.219 euros y un plazo de dos meses para su puesta a punto. Así, antes de que acabe el año, ya se podrá pasear por este nuevo entorno natural que ocupará 20.000 metros cuadrados y contará con 144 árboles en la vaguada del faro de Cabo Mayor, «una de las mejores zonas de la ciudad», comentó Igual. Según transmitió el paisajista González-Camino, tendrá un enfoque «solemne, respetuoso y acorde a las necesidades planteadas», utilizando los elementos ya existentes y aportando nuevos elementos vegetales, de mobiliario, de iluminación y de pavimentación. Así, consistirá en tres caminos curvos, que se entrecruzan entre sí, con árboles plantados a derecha y a izquierda. Cada camino tendrá dos especies autóctonas propias que se irán alternando, mientras que el resto del lugar se deja como pradera silvestre, que será segada «como máximo» dos veces al año para contribuir al fomento de la biodiversidad. Además, contará con un mirador desde el que se podrá apreciar todo el parque.
El proyecto incluye ejemplares jóvenes de dos especies a lo largo de cada camino, que irán alternando, de modo que surgirán los paseos de los arces y abedules, de los robles y alisas, y de los fresnos y tilos, todas ellas especies autóctonas, de hoja caduca y desarrollo similar para que no ofrezcan gran contraste entre sí ni por tamaño ni por aspecto.
En los extremos del talud, junto a las lindes de las fincas colindantes, se plantarán una mezcla de arbustos autóctonos (cornejos, madroños, boneteros, mundillos y acebos) y debajo, algunas especies vivaces y subarbustos. El diseño de la placa frente a cada ejemplar «es lo más discreta y duradera posible» labrada con los datos personales del fallecido y una frase que los familiares decidan. Sin embargo, no todos se han decantado por esta opción. «Hay vecinos que nos han dicho que prefieren una placa genérica», añadió Igual.
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