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Parterres oxidados y con plantas secas, pintadas en los muros, señales llenas de garabatos y vallados que impiden pasar por dos de las plataformas. El Parque de las Llamas no atraviesa su mejor momento, aunque la situación no es nueva. La degradación de esta ... gran extensión verde cercana a las universidades se prolonga desde hace varios años, aunque el Ayuntamiento ya está dando los primeros pasos para remediar la situación: acaba de adjudicar la asistencia técnica para redactar un proyecto con el que reparar las estructuras metálicas del parque.
Las Llamas es uno de los espacios preferidos de los amantes de la naturaleza en Santander, que disfrutan de este espacio para correr, andar en bici, pasear a sus perros o dar una vuelta con sus familias. Es el pulmón verde de la ciudad, con más de 300.000 metros cuadrados de extensión y que prevé duplicar su tamaño en el futuro, aunque la obra sigue sin plazos. A pesar de que ahora no está en su mejor momento, sigue siendo un lugar de encuentro de deportistas, paseantes y familias, que esperan con ganas las reparaciones previstas.
De cara a mejorar sus estructuras, el Ayuntamiento ha adjudicado a la empresa A-Gatein Ingeniería la asistencia técnica para la redacción de un proyecto de obra que especifique la solución constructiva para proceder a la reparación de los elementos metálicos de las jardineras y de las pasarelas del Parque de Las Llamas. En el proyecto también se incluye la reparación de los elementos asociados a los componentes estructurales metálicos «con el fin de que mantengan su correcta y perfecta funcionalidad», apuntan fuentes municipales. La redacción del proyecto se ha adjudicado por un importe de 17.532,90 euros y un plazo de duración de tres meses. Es la fase previa a la reparación en sí.
En un paseo de un cuarto de hora por el parque, con papel y boli en mano, no es difícil apuntar más de diez desperfectos. El primero aparece directamente al acceder por alguna de las escaleras del lado de la S-20. En cada entrada hay algún detalle que llama la atención: o una pared de piedra cubierta con una valla metálica, azulejos rotos en los escalones, malas hierbas que crecen entre ellos o latas y basura en los laterales. Pocos pasos más allá, una infraestructura techada cercana a una de las entradas, de metal y madera -de diferentes colores: naranja, negro, blanco y marrón- y con bancos en el interior, resguardados para los días de lluvia, está llena de pintadas.
Los parterres que cubren el desnivel entre la S-20 y el parque tienen como objetivo disimular la pared y volverla más vegetal, gracias a las plantas que crecen en ellos. Sin embargo, hace tiempo que no cumplen con su objetivo. La madera que los forma está rajada, rota y descolorida. En cuanto a las plantas, es difícil localizar alguna que no esté seca. La duda es determinar si lo están porque es invierno y en primavera se recuperarán o porque están muertas. Además, crecen malas hierbas entre ellas. Otros parterres, los que se localizan al lado de los caminos, no corren mejor suerte y muchos muestran el plástico que suele colocarse entre la tierra y el tronco de las plantas, pero sin nada que crezca sobre él. En lugar de flores, acumulan las hojas que se caen de los árboles del entorno.
La redacción del proyecto se ha adjudicado por 17.532 euros y un plazo de duración de tres meses
Las dos plataformas que entran al agua sin atravesar todo el lago artificial están valladas
La ampliación del parque en más de 400.000 metros cuadrados sigue sin proyecto ni fechas
En cuanto a las señales, que avisan de prohibiciones como andar en bicicleta por las pasarelas más estrechas o advertencias para que los padres estén atentos de los más pequeños, están en muchos casos ocultas tras pegatinas o pintadas. Los carteles con información del parque y de las aves que lo habitan no están mucho mejor y en muchos casos tienen la estructura oxidada.
Además de las cuatro pasarelas que unen los dos lados del lago artificial -con algún que otro tablón roto-, hay otros dos entrantes al agua que están vallados. Uno de ellos, de forma irregular, tiene las barreras, de un llamativo color naranja, en el mismo borde, impidiendo el acceso a la plataforma. El otro, que simula un muelle -un entrante recto hasta la mitad del lago-, también está cerrado desde el inicio. De hecho, las gaviotas se han hecho dueñas de este tramo y pueden contarse decenas de ellas sobre las vallas que, cuando el paso estaba abierto, impedían que la gente pudiera caerse al agua.
Inaugurado hace 17 años, el Parque de Las Llamas solo llegó a culminar su primera fase y aún se desconoce cuándo se dará forma a la segunda, que abarcará una superficie que duplicará la actual hasta llegar a La Albericia -ahora ocupa 309.173 metros cuadrados y la previsión es que amplíe 426.000 más-. El Modelo de Ciudad que promovió Ciudadanos durante la pasada legislatura analizó la zona y propuso cómo urbanizar el resto de la vaguada y qué usos podía albergar. El documento defendía un parque más natural, con más arbolado y menos viales. Además, pretendía darle usos ligados a la agricultura, que pudieran servir a vecinos y aves, y al agua, para que la ciudad no tenga que depender de los embalses de Molina o del Ebro.
Tras la salida de los naranjas del Ayuntamiento, la alcaldesa Gema Igual (PP) afirmó que reutilizarían todo lo que pudieran de dicho Modelo de Ciudad para sacar a licitación la redacción del PGOU, previsto para este año pero sin fechas. Se desconoce si los planes para Las Llamas pasarán el filtro, pero la elaboración de este documento es fundamental para guiar el urbanismo futuro de la ciudad, incluida la ansiada ampliación de este parque.
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