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. El Parque de Las Llamas no está en su mejor momento. De hecho, está más 'naturalizado' que nunca –si se puede usar la palabra como sinónimo de 'salvaje'–. A lo largo de un paseo por este espacio, una de las zonas verdes más grandes de Santander, los peatones se cruzan con parterres rotos llenos de plantas secas, vegetación arrancada y esparcida por el suelo, áreas valladas y edificios medio abandonados. Además, el mal tiempo de las últimas semanas ha contribuido a empeorar la situación.
La primera señal de abandono se ve nada más acceder al parque. En la entrada de la S-20 más cercana al edificio de Escenario Santander, la mitad de las escaleras tienen azulejo y la otra mitad, no. En lugar de escalones, hay tierra, hierba y piedras. La escena empeora al mirar, según se baja, a la derecha. Ahí, donde la pared debía estar completamente cubierta por una enredadera, hay un enorme agujero donde antes había macetas escalonadas con esta planta a modo de jardín vertical. Ahora, se ve la pared que hay detrás, de piedra, y un vallado advierte de que hay una actuación pendiente para repararlo. A pesar de consultar al Ayuntamiento sobre las acciones previstas, este periódico no ha recibido respuesta.
A lo largo del paseo, los parterres estropeados son una constante. Se ven las macetas de madera en mal estado y las plantas que los ocupan no están mucho mejor. No es extraño que en esta época del año y con una helada tras otra durante la noche, la vegetación esté en peores condiciones que en primavera, pero hay zonas donde se ve que, efectivamente, nadie se ha molestado en cuidarlas desde hace semanas: marañas de ramas secas, macetas rotas de las que se escapa la tierra, piedras ocupando el espacio de las plantas... «Muchos parterres están destrozados. Parece que el servicio de Parques y Jardines sí se ocupa de segar el césped, que está bien, pero lo que son las plantas de las macetas no hay por donde cogerlas. No sé si están secas o, directamente, muertas», apunta Belén Rojo, vecina de la zona de la S-20 que pasea a menudo con su perro por Las Llamas. «Es verdad que ha hecho malísimo y seguro que ha influido, pero deberían cuidarlo un poco más», añade.
Tampoco está mucho mejor la vegetación que rodea el estanque. Muchas de estas plantas, espigadas y de unos dos metros de alto, han sufrido la embestida de los últimos temporales y están arrancadas y amontonadas por el suelo, sin que nadie las recoja.«Es raro que, mientras hay zonas abandonadas y que se ve que llevan meses sin atender, en otras se pasan de frenada. Por ejemplo, los árboles los podan tanto que de algunos apenas queda poco más que el tronco. Pero, a la vez, hay malas hierbas por los parterres que no se quitan», lamenta Juan Carlos Martínez, otro habitual de los paseos por este parque. Lo que sí valora es que la capa verde que había sobre el agua, conocida como lenteja acuática, «ha desaparecido». «A los patos les costaba avanzar sobre ese verdín, pero parece que ya no queda, no sé si será porque lo han limpiado o porque aparece y desaparece por temporadas».
Los desperfectos del Parque de Las LlamasVer 13 fotos
Dentro del Parque de Las Llamas también hay edificios. Y no corren mejor suerte que la vegetación. El restaurante ubicado cerca del parque infantil está destartalado. Al tejado le faltan piezas, los toldos han perdido el color y las letras y la madera que están justo encima de las cristaleras también están descoloridas. Igualmente, la ludoteca ubicada justo al lado ha vivido épocas mejores, pues los dibujos de la entrada están medio arrancados.
Inaugurado hace 16 años, el Parque de Las Llamas solo llegó a culminar su primera fase y aún se desconoce cuándo se dará forma a la segunda, que abarcará una superficie que duplicará la actual hasta llegar a La Albericia –ahora ocupa 309.173 metros cuadrados y se prolongará 426.000 más–. A falta de avances, el modelo de ciudad promovido por Cs analiza la zona y propone cómo urbanizar el resto de la vaguada y qué usos puede albergar. El documento defiende un parque más natural, «menos antrópico», con más arbolado y menos viales. Además, pretende darle usos ligados a la agricultura, que puedan servir a vecinos y aves, y al agua, para que la ciudad no tenga que depender de los embalses de Molina o del Ebro.
La vaguada de Las Llamas es una de las zonas más fértiles de la ciudad y el documento considera «imprescindible» que pueda ser utilizada por los vecinos para la producción de alimentos, además de suponer un pulmón verde en medio de la ciudad. La propuesta es que las parcelas se destinen a cultivos ecológicos y que sean los vecinos que quieran participar en estos huertos urbanos quienes lleven a cargo el mantenimiento y recogida de los alimentos. Además, se propone dividir las parcelas con setos que produzcan frutos rojos.
En la búsqueda de un parque más natural, el modelo de ciudad plantea que la segunda fase sea menos antrópica que el parque del Atlántico –el ya construido– y que recuerde a otras áreas verdes de Cantabria como el robledal de Ucieda, los encinares costeros o los hayedos de San Glorio. Lograr este objetivo supone la minimización de los viales interiores, de la alteración de los suelos y de la geomorfología de la vaguada. Además, para multiplicar la biodiversidad en la zona se recomienda establecer praderas floridas que den alimento y cobijo a insectos polinizadores y colocar más cajas-nido.
Ahora, el parque dispone de tres aparcamientos y de un carril bici de 2,5 kilómetros. También se puede acceder a este espacio desde las inmediaciones del Palacio de Deportes, el campus universitario, la avenida de Los Castros o desde la S-20. Sin embargo, el modelo de ciudad señala la S-20 y la avenida de Los Castros como dos barreras y por eso proponen su transformación. Así, en la S-20 se propone pasar de autovía a vía-parque y disminuir la barrera física que ofrece la hilera de aparcamientos. Al otro lado, se plantea integrar la vaguada en la avenida de Los Castros ensanchando la mediana y plantando arbolado.
El Ayuntamiento de Santander arrancará en marzo la restauración de áreas degradadas de la ciudad donde el plumero está presente, como El Alisal, la vaguada de Las Llamas –en la zona donde está previsto que se siga ampliando el parque– o San Román. Estos trabajos buscan la eliminación y regeneración del suelo con plantas autóctonas para que el plumero no vuelva a entrar en esos espacios. Así, se plantarán hasta 15.000 árboles en veinte minibosques urbanos y catorce parques repartidos por la capital. También se crearán cinco charcas para anfibios y se colocarán cajas nido para aves y murciélagos, entre otras actuaciones de conservación como la creación de praderas floridas para polinizadores, la reducción de la frecuencia de siegas o la creación refugios para fauna.Esta acción está contenida dentro de un proyecto más global de regeneración de zonas verdes para la ciudad, que cuenta con un presupuesto de 3,3 millones de euros procedentes de fondos europeos y que se prolongará hasta 2025
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Guillermo Balbona | Santander
Sócrates Sánchez y Clara Privé (Diseño) | Santander
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