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Agosto. Santander, en verano. Los planes en un 'día de playa' son fáciles de programar, siempre que el tiempo no se interponga. Ayer lo hizo. El agua –no el de la mar– fue protagonista, sobre todo durante la mañana, así que santanderinos y visitantes tuvieron que tirar de imaginación para disfrutar del día. ¿Qué hicieron? Ir de compras suele ser una opción muy socorrida. Solo había que darse una vuelta por el centro para comprobarlo. Eso sí, con un accesorio de acompañante: el paraguas, el mismo al que tan acostumbrados estamos a ver en invierno.
El suelo está mojado y encharcado, y andar sin resbalar o mojar el calzado se convierte en un reto, pero no impide que los veraneantes, sobre todo ellos, aprovechen para patear las calles de la ciudad con parada obligada en algunos de los lugares emblemáticos. No cabe duda de que el Centro Botín es uno de ellos. Está repleto de gente que busca admirar la bahía desde una perspectiva única. Laura, que ha venido desde Madrid, no se lo ha querido perder. Es una de esas personas que ha aprovechado el día nublado para visitar sus instalaciones. «Desde aquí las vistas son aún más espectaculares», comentaba. Se ha instalado unos días con su familia en un camping en los Valles Pasiegos y había decidido que el de ayer era el día perfecto para visitar Santander: «Con buen tiempo habríamos realizado alguna ruta de montaña, pero viendo que llueve, hemos aprovechado para visitar la ciudad». Sin embargo, en su itinerario no iba a faltar la visita a las playas, lloviera o no. No solo en el de ella. El mal tiempo no impidió contemplar paseos por los arenales e incluso algún chapuzón. La temperatura invitaba. «Mi plan es dar una vuelta por el centro, comer por aquí en un sitio típico y luego por la tarde visitar las playas». «Ante el mal tiempo, buena cara. Es lo que toca», comentó.
Más planes. Llovía a ratos, pero las terrazas parece que no lo notaban. Es otro de los rituales del verano aunque sea buscando un hueco debajo de los toldos para protegerse del mal tiempo. En una de estas terrazas se encontraban Javier y Diego, padre e hijo. «En días así aprovechamos para ir a tomar unos pinchos y unas cañas con los amigos». No se quejaban del día, es más, lo agradecían:«Durante el año vivimos en Madrid y allí el calor es insoportable, a mí personalmente me encanta que haga así», señala Javier. Otros optaban por sitios cerrados como el Mercado del Este para disfrutar de la gastronomía. Y, de paso, comprar productos típicos de Cantabria. También los hay quienes piensan en el comercio del centro. Pilar y sus amigas lo tienen claro: «Hemos aprovechado para dar una vuelta por los comercios de la zona. Es algo que alguna vez hay que hacer». Porque «no todo va a ser playa» y un día como el de ayer invitaba a ir de compras. Paseos, compras, terraceo... A todos los que disfrutaban ayer del verano en un día lluvioso les llamó la atención un coloso que acababa de atracar en Santander: el Ventura, con sus 288,6 metros de eslora y una capacidad total para 3.570 pasajeros. Seguro que muchos de ellos también disfrutaron de la ciudad en un día lluvioso de agosto.
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