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Los pescadores de Santander señalan que desde que se instaló el puente levadizo de Raos, hace ya quince años, los problemas no dejan de sucederse. Su propia instalación fue el primer inconveniente, ya que hay barcos (actualmente entre 20 y 25) que son demasiado altos ... para pasar por debajo y dependen de los horarios en los que se abre el puente. A esto se suma «la falta de mantenimiento», que provoca averías. La última, el 5 de diciembre, que, como recuerdan desde la Autoridad Portuaria de Santander (APS), se resolvió «en tiempo récord», aunque puntualizan desde el sector pesquero que «solo abre una de las hojas». «El mal ya está hecho, que es tener un puente demasiado bajo, pero por lo menos que desde el Puerto lo mantengan. Una avería puntual se puede entender, pero si es por falta de mantenimiento y por poner parches en vez de hacer una reparación total, no», apunta el presidente de la Organización de Productores de Pesca de Altura de Cantabria (Opeca), Alberto Rentería. Desde la APS aseguran que esto no es así y que efectivamente el puente cuenta con mantenimiento: «El puente está sometido a inspecciones periódicas de mantenimiento, lo que no evita que puedan producirse averías de distinto tipo y alcance, como la sucedida el 5 de diciembre».
Este puente levadizo no es lo único que da quebraderos de cabeza a los pescadores, ya que Rentería recuerda que el año pasado una avería en la fábrica de hielo los privó dos meses de este material, fundamental para su trabajo. Entre unas cosas y otras, explica, la actividad se desplaza a otros puertos como Santoña o San Vicente de la Barquera. «Santander ha dejado de ser el puerto número 1 de Cantabria», lamenta. «El desinterés de la Autoridad Portuaria por el sector pesquero es total», justifica.
En la actualidad, hay en torno a 300 pescadores en el puerto de la capital, que asciende a 500 si se suman los empleos indirectos, una cifra que «va a menos» en los últimos años. Opeca, junto a la Cofradía de Pescadores de Santander, señala que todos estos inconvenientes «están causando graves perjuicios económicos a nuestras empresas y poniendo en riesgo el sustento de muchas familias».
Opeca y la cofradía explican que, hace quince años, la construcción del puente levadizo de Raos se presentó como «una mejora sustancial». «Sin embargo, la modificación del proyecto original para acomodar el ferrocarril redujo la altura del puente, impidiendo el paso de nuestros barcos. Se implementó un sistema de aperturas que, con el tiempo, se ha ido restringiendo unilateralmente hasta convertirse en un ineficaz sistema de avisos, lo que genera constantes retrasos».
Como consecuencia, muchos barcos han optado por operar en Santoña o San Vicente de la Barquera, disminuyendo drásticamente la actividad en Santander. Como señala Rentería, quedan entre 20 y 25 barcos demasiado altos para pasar por debajo de la plataforma y solo media docena que sí pueden pasar.
Campaña navideña
La avería de principios de este mes de diciembre ha obligado a los pescadores a descargar en la Margen Norte, unas instalaciones que no están preparadas para ello y lejos de la lonja. «Todo ha sucedido precisamente en plena campaña navideña, cuando el producto alcanza su mayor valor. La consecuencia de todo esto es la parálisis parcial de la lonja, el principal lugar de comercio pesquero de Santander».
Desde el Puerto también niegan este extremo al afirmar que «según los datos constatados por la APS, el volumen de ventas no se ha visto afectado por la avería del puente de acceso a la dársena de Maliaño».
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