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Las viviendas de uso turístico llegan ya a la periferia de Santander. El fenómeno de este tipo de alojamientos, que no ha parado de crecer ... en los últimos años, ya no se centra solo en las zonas más céntricas. Y es que la ciudad cada vez recibe más visitantes. Hasta octubre del año pasado, llegaron 632.935 turistas, lo que supone el 8% más que en el mismo periodo del año anterior. Precisamente por eso, el abanico de alojamientos cada vez es más amplio, tanto por la apertura de nuevos hoteles como por la proliferación de apartamentos turísticos, que estarán regulados con un nuevo decreto una vez que el Gobierno de Cantabria presente el documento definitivo. «Una de las ventajas que tienen las viviendas de uso turístico es que pueden estar en zonas donde tradicionalmente otros negocios no son rentables. Llevan riqueza y turismo a áreas en las que ya no había. Y no solo es en los alrededores de la ciudad, también a zonas rurales». Así explica Jaime Paino, presidente de la Asociación de Viviendas de Uso Turístico de Cantabria (Avutcan), las nuevas tendencias respecto a este tipo de alojamientos, que cada vez se establecen más en bajos comerciales, tanto en el centro como en zonas más alejadas.
Lo que vendrá La nueva normativa «limitará» la proliferación de pisos turísticos en comunidades de vecinos
Radiografía La apertura de apartamentos en bajos se explica por los cambios de hábitos turísticos
Un simple vistazo a las diferentes páginas web que ofertan viviendas de uso turístico ya revela varios ejemplos, como el del Grupo Pedro Velarde, junto a la entrada de Santander por el Hospital Valdecilla. Este vecindario, formado por 47 edificios y cerca de 300 viviendas, recibió con sorpresa la apertura de los tres apartamentos Valdecilla Nuevo, ubicados en los bajos de la calle Obispo Menéndez Luarca. Uno de ellos está en el local que ocupó durante muchos años el bar Tarro's, que después pasó a llamarse Café Elena. «La normativa se está dirigiendo hacia eso. Cada vez va a ser más complicado tener viviendas de uso turístico en comunidades de vecinos. Por lo tanto, los inversores buscan alternativas y optan por usar los locales que hasta ahora estaban abandonados y cerrados», añade Paino.
Aunque también hay oferta en edificios, cree que la normativa condicionará mucho su uso, por lo que seguirán «creciendo» las aperturas en bajos. Más ejemplos. Está el del Grupo Amaro, en el número 1 de la calle Islas Baleares, donde se encuentra el apartamento Puerto Príncipe Loft, también en un bajo. O el del número 3 de la calle Juan José Pérez del Molino, cerca de General Dávila, donde antes había un comercio de tapicería artesanal y decoración textil y ahora está Cornelia Suites 03. «Todo es una oportunidad», resume Román San Emeterio, decano del Colegio de Arquitectos de Cantabria. Y el contexto «ayuda». «Estamos en un momento en el que están sucediendo cambios muy diferentes al mismo tiempo. Por un lado, está el auge del turismo a gran escala, que trae consigo hábitos diferentes enfocados también fuera del sector hotelero».
A su juicio, cada vez hay más personas que buscan tener experiencias «más parecidas a la de una casa que a la de una habitación de hotel». Esto, explica, se combina con la transformación del comercio, tras la que han quedado vacíos muchos locales. «Las ciudades son el reflejo de la actividad humana y sus hábitos de compra. Cuando esa actividad cambia, la ciudad hace lo propio. Nada permanece si no tiene un soporte de actividad humana que lo explique. Entonces, si los comercios en calles de segunda, de tercera o en periferias decaen en los barrios y ya no hacen falta, quedan vacantes. Es algo natural», añade San Emeterio. Un espacio natural que también ocupan diferentes sectores profesionales. «Hay espacios profesionales que se hacían en plantas altas de edificios o plantas de viviendas que se han movido a los bajos», concluye el portavoz de los arquitectos en la región.
En un almacén
Hay más ejemplos curiosos en las afueras de Santander. Por ejemplo, en Monte, donde proliferan las viviendas vacacionales. En el espacio que durante años ocupó una nave que se utilizaba a modo de almacén, en la calle Bolado, ahora hay varios apartamentos conocidos como Holidea Mar Salada La Maruca. O en la calle Aviche, donde se levantaron diez alojamientos en lo que fue una antigua casa del barrio.
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