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El verano se acerca, los termómetros empiezan a rondar los 20 grados y las nubes dejan paso al sol. Son los tres condicionantes que provocan que todas las miradas se dirijan a las playas, el mayor atractivo turístico de Santander. Pero muchos de esos ojos están llenos de recelo, ya que la guerra entre Administraciones, especialmente entre el Ayuntamiento y la Demarcación de Costas, se ha librado durante muchos años en los arenales de la ciudad, generando una imagen descuidada de la que nadie se responsabiliza.
Pero la realidad parece diferente este año. En un paseo realizado por este periódico para revisar el estado de las playas de cara a la llegada del buen tiempo, la estampa es notablemente mejor que en las mismas fechas de 2023. Hay más arena, contenedores de reciclaje cada pocos metros y es común ver a los operarios del servicio de limpieza por el entorno. De hecho, este jueves había varios instalando nuevas duchas en la Segunda de El Sardinero. Lo que no cambia es el mal estado de algunas infraestructuras: uno de los accesos a Los Peligros, derribado por un temporal hace más de tres años, sigue vallado y sin reparar. Y edificios como La Horadada y el Rema están llenos de grafitis.
El paseo por las playas arrancó en Mataleñas. Al arenal en sí no se le pueden poner pegas, pero al acceso sí. Las escaleras están llenas de grafitis y el cartel que hay justo antes, con información sobre la flora y la fauna de la zona, está lleno de pintadas. Además, parte de esa 'flora' son zarzas. En la siguiente parada, Los Molinucos, la situación es similar. Las pintadas son una constante en el camino hasta la playa y en la pequeña plaza que precede a la arena. La papelera y las vallas también están llenas de garabatos y cuesta un poco entrar en la playa, porque donde terminan las escaleras y empieza la arena, hay un montón de piedras acumuladas que hay que sortear.
Aunque las dos primeras paradas del recorrido no fueron muy optimistas, el paseo mejora a partir de El Sardinero. En La Segunda, hay contenedores de reciclaje cada pocos metros y, este jueves, había maquinaria dentro, peinando la arena. También había operarios, algunos recogiendo residuos y otros preparando una zona cercana a unas escaleras para instalar, justo después, una ducha. Con los temporales de los últimos años, varios de estos elementos y los lava pies estaban deteriorados, algunos ladeados y otros directamente arrancados. Una situación que por fin este año se está resolviendo con la colocación de nuevos dispositivos. La situación es diferente fuera de la arena. Allí sigue el chiringuito Rema, cada día más degradado y sin ningún uso más allá de acumular pintadas. Lo último que se supo de él, en abril de 2023 –un mes antes de las elecciones–, fue que el Congreso de los Diputados aprobó una moción del regionalista José María Mazón para darle un futuro, una propuesta que no tuvo más recorrido.
Tanto La Primera del Sardinero, como La Concha y El Camello están en buen estado. Limpias y sin falta de arena. Lo que sí recuerdan sus características barandillas azules es la chapucera actuación que se hizo en ellas hace un año, con chorretones de pintura como resultado de una rápida intervención para tenerlas recién pintadas de cara a las vacaciones de Semana Santa.
En La Magdalena y Los Peligros hay dos elementos que no mejoran. El primero, el balneario de La Horadada, lleno de grafitis y medio desmontado desde que Costas inició las obras de derrumbe en 2022. Las actuaciones las paró el Ayuntamiento porque no contaban con la licencia necesaria para llevar a cabo esos trabajos, por lo que el Gobierno tomó la decisión de hacer una cesión del inmueble al Consistorio a pesar de su negativa. La situación no se ha movido desde entonces, por lo que el edificio está cada vez en peor estado. Las grietas de sus paredes van a más cada día y están llenas de vegetación fruto de la dejadez. A pocos metros del edificio está el acceso que derribó un temporal en 2021. Durante más de un año, los restos estuvieron sobre la arena y algunos paseantes se atrevían a escalar por ellos para salir y entrar de la playa. Ahora, la parte desprendida se ha retirado y el acceso se ha vallado para evitar accidentes. Pero no hay proyecto –ni del Ayuntamiento ni del Gobierno– para repararlo. Sin embargo, otro problema característico de estas dos playas, la falta de arena, no es ahora evidente como en años anteriores, a pesar de que la obra de los espigones está paralizada y el siguiente paso del Ejecutivo central es retirar el que sí llegó a construirse.
La Horadada, el acceso roto de LosPeligros y los espigones son cuestiones enquistadas que tienen el mismo origen: la falta de acuerdo entre la Demarcación de Costas y el Ayuntamiento sobre los límites de actuación de cada uno. Aunque Costas debe ocuparse de las infrestructuras y conservación de las playas y el Consistorio debe centrarse en su mantenimiento, en la práctica no se ponen de acuerdo. Por ejemplo, respecto al acceso a Los Peligros, a nivel municipal apuntan que es una actuación que va más allá del mantenimiento, pero a nivel nacional consideran que, para haber llegado a ese punto, ha habido falta de mantenimiento.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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