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Más de 24 horas después del gigantesco incendio que consumió las tripas de la urbanización de El Alisal, en la calle José María ... de Cossío, en la mañana de ayer todavía olía a quemado. En superficie, la vida parecía haber recobrado la normalidad: vecinos paseando a sus perros, jubilados tomando el café en el bar del barrio y abuelos cuidando de sus nietos en un día soleado y lleno de luz. Todo lo contrario al mundo de penumbra del subsuelo en el que continuaron trabajando los especialistas de la Policía Científica. El equipo de la Comisaría de Santander se afanó durante la jornada en recabar todas las pruebas para clarificar el origen de un fuego que llegó a afectar a ochenta vehículos y causó cuantiosos daños materiales en todo el garaje. El Diario Montañés ha podido saber que las cámaras de seguridad del vecindario estaban operativas, por lo que las imágenes serán, quizás, la prueba clave.
Teorías vecinales hay decenas, casi tantas como residentes, y muchas confluyen en lo mismo: «Fue provocado, como el de 2007»; aunque lo cierto es que la investigación de lo sucedido entonces no clarificó nada en ese sentido. «Aquí se mueve mucha droga y hay cuatro o cinco vecinos conflictivos que todo el mundo sabe quienes son. Lo que ha pasado está claro que ha sido un ajuste de cuentas», aclaró uno de los residentes, que prefiere mantener el anonimato.
Ajenos a toda la rumorología, los agentes especializados en estudiar los restos del fuego continuaron buscando todas las pruebas que puedan arrojar algo de luz sobre lo sucedido. Es un trabajo lento, y más en un espacio tan amplio como un garaje que albergaba más de un centenar de vehículos. Se buscan los focos originarios del fuego, se analizará la química de los restos en busca de combustibles o acelerantes y se observan con detenimiento las imágenes captadas por las cámaras de seguridad. Unos aparatos que, en muchos casos, estarán carbonizados, pero que llegaron a registrar lo que sucedió en el lugar minutos antes de que las llamas comenzaran a devorarlo todo.
El trabajo de restablecimiento de la normalidad en los garajes se prolongará durante todo el fin de semana. Operarios de Viesgo aguardaban ayer en el acceso al lugar. Ellos también se ocuparán de comprobar los daños en la instalación eléctrica. Antes de que entre ningún vecino, será necesario asegurar la zona, porque la elevada temperatura alcanzada durante la deflagración, superior a 900 grados, desprendió parte del hormigón de la bovedilla del techo, lo que dejó al descubierto el forjado. Además, será necesario limpiar, en la medida de lo posible, el hollín para evitar la toxicidad en el aire. Todo ello antes de que ningún vecino obtenga el permiso de acceso al recinto que llegará, previsiblemente, la próxima semana. Esa es la teoría, porque la práctica fue ayer bien diferente.
Algunos de los residentes muestran imágenes del garaje y del estado en que han quedado sus coches o motos. «Mucha gente se ha colado por la noche porque no había vigilancia policial. La gente estaba muy ansiosa porque no sabía cómo había quedado su vehículo y las cosas que tenían dentro», cuenta Jesús Zolita, conocido como 'Normi'. A él el fuego le ha devorado dos motos, una Daelim y una Kymco. Ninguna de las dos ha sobrevivido. «Suerte que la Kymco la tenía a todo riesgo y solo tenía ocho meses. Por esa, entiendo, me darán algo de dinero en el seguro», celebra. Por la otra, de más de siete años, ni un duro. «El problema aquí es que hay gente con pocos recursos que no va a poder reaccionar a esta desgracia. Yo puedo comprarme una moto, pero hay quien ha perdido el coche y no va a poder comprar otro, y menos con los precios que tienen hoy en día», refleja.
Para bien o para mal, los vecinos saben ya lo que fue de su vehículo, una incertidumbre que, el tiempo que duró, tuvo en vilo a los vecinos. «Ya sabemos a lo que atenernos. Nosotros no teníamos nada abajo, pero los que lo tenían, por lo menos ya saben lo que van a tener que hacer», cuenta Begoña Pérez, otra de las residentes. «Por lo menos ya estamos más tranquilos y se nos ha pasado el susto, porque la otra noche, cuando el humo empezó a salir, no sabíamos exactamente qué pasaba ni en qué terminaría todo esto». Sobre todo cuando comenzaron a oír las explosiones de los depósitos de combustible de los coches, que llegaban a sentirse con temblores hasta en el último piso de las torres.
Lo cuenta Cristian Serrano, que pasea los dos perros de sus padres. «La una estaba aterrorizada, la pobre. El otro no, porque está ciego y no se enteró de nada», cuenta cuando diferencia a uno del otro, ambos animales de una cierta edad. Las mascotas fueron las que primero notaron el olor a chamusquina la madrugada del jueves y de hecho fueron sus ladridos los que alertaron a muchos de sus dueños, que acto seguido llamaron a los servicios de emergencias.
«Aquí lo que hace falta es más presión policial porque lo que vivimos en este vecindario no tiene nombre», denuncia este chico, que conoce bien la zona y que asegura que, casi sin lugar a duda, el incendio fue provocado. «No es complicado, tal y como estaba el garaje». Con una simple cerilla, podría haberse causado semejante estropicio. Es otra de las cuestiones en la que coinciden otros tantos vecinos. Desde que en 2007 el garaje sufriera un incendio idéntico -aunque causó entonces menos daños materiales-, no se ha acometido ninguna obra de rehabilitación ni acondicionamiento. Además algunos vecinos colman sus plazas de garaje de muebles viejos, ropa y otros enseres que no deberían estar permitidos en esos espacios. «He visto cómo uno que ya todos conocemos tenía su garaje lleno de ropa. Hasta 600 euros en ropa había traído de Madrid para vender en el mercadillo. Imagínate cómo prende eso», confirma otro de los que no quiere que aparezca su nombre publicado.
Jesús Zolita 'Normi'
Vecino
Toni Márquez
Vecino
El estado de «abandono» de los garajes fue uno de los asuntos más controvertidos una vez pasado el susto del incendio. Unos vecinos se encararon con otros; sobre todo los que afirmaron estar pagando las cuotas de la comunidad y los que hace años que no lo hacen; los que fueron en 2007 defensores de invertir en la reparación de los garajes y los que no lo fueron; y los que cargaron toda la culpa sobre el presidente y el administrador de la comunidad de propietarios. «Unos sinvergüenzas y unos ladrones», afirmaron varios entre gritos colectivos la misma mañana del jueves, cuando los bomberos, policías y operarios de Viesgo y de Aqualia trabajaban aún en las instalaciones.
Cábalas, reproches, lamentaciones... En la Carnicería Antonio, en los bajos de una de las torres, han oído de todo en estos dos días. «Hay gente que está enfadada, otra que está resignada... Estas cosas no tendrían que pasar en la vida, pero pasan y hay que tratar de ponerle solución», cuenta Toni Márquez, propietario. «Yo se la puse ya de mi bolsillo en 2007, cuando tuve que reparar toda la instalación, pero aquí el 60% de los vecinos no paga la comunidad. Así no podemos estar», sentencia.
Probablemente, Manuel Puras fue ayer la única persona más preocupada por la reacción generalizada de los vecinos contra él que por el propio incendio. «No tiene nombre lo que he tenido que oír. Que si he robado, que si soy un caradura, etc. Yo, que he luchado como un cabrón por esta comunidad y ahora me echan la culpa a mí de todo lo que ha pasado», cuenta el que hasta ayer fuera presidente. «He presentado mi renuncia hoy mismo. Ya lo mando todo al carajo. No quiero saber nada. Estoy muy dolido y muy desilusionado por todo lo que he tenido que oír». En la mañana del mismo jueves eran numerosos los residentes que le increparon, lo mismo que al administrado r de la finca. Les culparon de no convocar las juntas ordinarias de la comunidad –no se celebraban desde antes de la pandemia–, de desatender el mantenimiento de las zonas comunes y de afanar de la bolsa comunitaria. «Nadie se acuerda, pero aquí se propuso invertir 150.000 euros para reparar los daños causados por el incendio de 2007 y se decidió que no. Yahora nos echan la culpa al administrador y a mí. Yo no le defiendo, pero no tienen razón».
Juan Carlos García Bedia está indignado tras escuchar todos los insultos que recibió la mañana del pasado jueves, cuando horas después del incendio muchos vecinos le culparon de la falta de mantenimiento de las instalaciones. «Lo que nadie recuerda es que en 2007, después del incendio que sucedió entonces, se convocó una reunión tras haber pedido un presupuesto para rehabilitar los garajes. Un presupuesto que ascendía a 150.000 euros. Y los vecinos decidieron que no se hacía la obra porque apenas tenían 3.000 euros en la cuenta. Estaban arruinados», recuerda. «No se me puede echar la culpa a mi si fueron ellos los que decidieron que no se hacía nada», reclama.
Su indignación se dirige también hacia los medios de comunicación, que han publicado también información acerca de «las cuestiones internas comunitarias que a ningún ciudadano le interesan. La noticia está en el incendio y en si ha habido muertos o no ha habido muertos. Lo demás son chismes de barrio que ni quitan ni ponen». Pero los vecinos insisten en que, pese a que hacía al menos cuatro años que le reclamaban celebrar junta ordinaria de comunidad, no la convocó. Según él explicó, por problemas bancarios con la contabilidad de los vecinos, «un problema que dependía de Liberbank y que no hemos solucionado aún».
También mostró su enfado por las informaciones reveladas por el Colegio de Administradores de Fincas de Cantabria. Según fuentes de este organismo, García Bedia tiene abiertos varios expedientes disciplinarios que podrían derivar en su expulsión del colectivo profesional. «Lo único que tengo que decir de todos los de la Junta de Gobierno del Colegio de Administradores de Fincas de Cantabria (Cafca) es que entre todos no reúnen ni media neurona, y que yo en el Tribunal Supremo les he ganado todo, de arriba, abajo. Empezando por el cantamañanas de Ruiz Capillas», presidente Cafca. «Los que no tenemos problemas para vivir, eso nos entra por un oído y nos sale por otro», insiste García Bedia, a la vez que recuerda que «la colegiación en esta profesión no es obligatoria».
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