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nacho g. ucelay
Miércoles, 19 de septiembre 2018, 07:25
No le produce buenas sensaciones contemplar la Bahía. No, porque divisa un espacio gravemente dañado por el hombre al que, en un momento delicado, el hombre le está dando la espalda. Por la misma razón, y no por otra, tampoco le place observar la Tierra. ... Profesor emérito de la Universidad de Granada, donde sentó cátedra en la rama de Ingeniería Hidráulica, y tesorero de un envidiable curriculum, Miguel Ángel Losada Rodríguez (Salamanca, 1947), encendió ayer la luz del Ateneo para iluminar el porvenir de lo uno y lo otro, de la Bahía y de la Tierra.
–¿Y cuál es el porvenir de la Bahía?
–Pues mire, considerando los efectos del calentamiento global, que está provocando un aumento del nivel del mar, lo cual va a generar un rejuvenecimiento de este espacio que, como contrapartida, traerá un aumento de las zonas inundables, y la propia gestión que el hombre ha hecho de este espacio a lo largo de los últimos cien años, transformando totalmente su superficie, a mí se me antoja sombrío.
–¿Tan sombrío como para qué?
–Bueno, aunque por un lado se gana, porque hay un puerto, hay unas playas y hay una actividad turística, por el otro se pierde el potencial ecosistémico, biológico y marisquero, que es un patrimonio esencial. Eso sin olvidar que Santander y todos los municipios del entorno van a estar sujetos a una mayor probabilidad de inundación.
–¿Qué tiempos maneja usted?
–Si el ritmo de calentamiento actual se mantiene como hasta ahora, estamos hablando de 2040/50.
–Eso es mañana.
–Eso es mañana, sí. Y el problema es que nadie toma las decisiones que habría que tomar.
–¿Qué ha contribuido a esos cambios morfológicos que está experimentado la Bahía?
–La promulgación de la Ley Cambó, surgida en el año 1917 para permitir la industrialización junto al mar contribuyó, sin duda, a alterar profundamente el régimen hidrodinámico de las mareas en este espacio. Aunque esto es algo que ha pasado no sólo en la Bahía de Santander sino en todo el Cantábrico y en cualquier otra parte del mundo.
–Entiendo...
–...Y como aquí nadie protestaba, los peces no salían del agua gritando...
–Ya, ¿y ahora qué?
– Eso me pregunto yo. ¿Y ahora qué? ¿Intentamos restaurar lo que podamos restaurar? ¿Hacemos una Ley 'antiCambó' que nos permita recuperar lo que ya dijo la Ley de Costas del 88 y que la Ley de Costas de 2013 tiró directamente por a ventana? ¿Y esto quién lo paga? ¿El ciudadano? Claro, estas son preguntas endemoniadas a las que los partidos políticos no les gusta enfrentarse cuando, en realidad, estos son los problemas que tenemos.
–¿Se refiere a los efectos del calentamiento global?
–Es que es un hecho, está pasando, lamentablemente mientras las administraciones mundiales están agazapadas sin abordar este problema. Este calentamiento va a producir enormes movimientos migratorios que ya estamos empezando a vivir, lo cual va a generar una transformación importante del sistema social que va a aumentar la desigualdad y, en consecuencia, a colocarnos frente a situaciones que la historia de la Humanidad ya ha vivido. Y no parece que los políticos pongan demasiado interés en todo esto. Nos hablan del cambio climático, nos dicen que lo van a controlar a 2 grados vigilando el CO2 y se van tan felices para casa sabiendo que eso no tiene nada que ver con la que se viene encima.
–¿Qué opina de la construcción de los espigones de La Magdalena? ¿Cree que están contribuyendo al deterioro morfológico de la Bahía o, por el contrario, son sólo una aberración visual?
–No conozco bien este proyecto, pero, evidentemente, para cualquiera que llegue de fuera de la ciudad el impacto visual es brutal, ¿verdad? Desde el punto de vista más técnico, le diré que cualquier cosa que se haga en una parte de la Bahía afecta al resto de la Bahía. Eso sin duda. Y a mí lo que me gustaría saber es si antes de empezar la obra se ha medido la velocidad de corriente, la dirección, las mareas, la calidad del agua, la topografía, la batimetría... Porque sólo de ese modo se puede evaluar de forma científica el efecto real que generan esos espigones. ¿Han observado todo esto, sí o no?
–Lo desconozco.
–Es que esa es la única manera de acabar con discusiones bizantinas. Midiendo, remidiendo, comparando los resultados y obrando en consonancia con ellos.
–Miedo me da preguntarle por el porvenir de la Tierra.
–Dijo Stephen Hawking que en menos de 100 años los más ricos del planeta estarán buscando un lugar fuera de la Tierra en el que poder vivir, lo cual podrá interpretarse, créame, como el gran fracaso de la especie humana.
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