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Los locales que hacen esquina al bajar las escaleras de acceso a la Primera playa de El Sardinero llevaban en desuso veinte años. Un 'esquinazo' de 400 metros cuadrados infrautilizado, que servía de almacén de sillas y mesas del restaurante Maremondo y daba servicio ... a un pequeño grupo de jugadores de palas del Club La Caracola y un bar. Era un espacio abandonado en el corazón turístico de la ciudad, que hace dos años comenzó su reordenación y reforma para convertirse en un área deportiva, logrando dinamizar la zona y mejorar la imagen de la primera línea de playa.
Los locales pertenecen a la Demarcación de Costas, que los tiene alquilados a la Sociedad Balneario Primera Playa que impulsó el proyecto del centro deportivo presentado por Pedro García, fundador de la escuela de surf Obsession. «Queríamos darle una vuelta de tuerca y hacer una oferta deportiva a través del surf, para dar servicio fuera de temporada en una playa de bandera, como es esta, donde no había nada y estaba muerto», explica.
Hace dos años echó a andar este centro dedicado al deporte, que tiene una concesión a once años. Está dividido en varios negocios que comparten zonas comunes como baños y taquillas: así, además de la escuela de surf, hay un centro de yoga, espacios de entrenamiento, fisioterapia y medicina estética y un especialista en nutrición.
El estado de abandono en el que se encontraban los bajos del El Sardinero lo convertían en un punto idóneo para el botellón y, más antiguamente, en un lugar de «peleas y líos», que «no ha desaparecido del todo, pero sí se ha reducido al estar todo limpio y vigilado», afirman los regentes de los nuevos negocios.
«Creemos que ahora es una zona con mejor imagen, más sostenibilidad y limpia, porque organizamos en la playa batidas de limpieza y porque las obras mejoraron el saneamiento de las instalaciones», continúa García.
Según explica la sociedad a este periódico, el que estuviera tantos años en desuso se debe, por un lado, a que La Caracola pagaba un renta muy baja y no quería dejar de utilizar el local; y, por otro, a que tenía que llegar el proyecto adecuado, relacionado con el deporte y dar servicio a la playa. En la actualidad, en los bajos solo queda sin alquilar un local de 30 metros cuadrados. «Este centro fortalece el turismo de El Sardinero, que es muy internacional. Este verano he hablado más inglés que español por la cantidad de alemanes, franceses, belgas, italianos... que venían», apunta la neoyorquina Kaleigh Arza, que trabaja en la escuela de surf Obsession.
Por su parte, el entrenador Nacho Pérez forma parte del centro deportivo desde enero con Awaken Fitness Studio, donde realiza «un entrenamiento de fuerza para un acondicionamiento físico que aborda los problemas de la vida moderna». Él trabaja con un enfoque de mejorar la calidad de vida de las personas. «Para mi misión este es el sitio ideal, ya que aprovecho la naturaleza para dinamizar los entrenamientos de fuerza, y luego se añade un paseo por la playa», explica. El mayor acierto, según Pérez, es que «el turismo que concentra esta playa ve este tipo de negocios de cuidado y bienestar de cuerpo y mente, y lo relacionan a Santander y a El Sardinero. Es mejor opción que un turismo de fiesta como ocurre en Levante en locales de playa. Todas las opciones son válidas, pero estos valores son positivos para la ciudad, de vida sana y calidad de vida».
En la contigua sala de yoga Karana los alumnos consideran «un auténtico privilegio» poder entrenar con estas vistas al mar. Brami, su profesor, resalta que «al turista de hoy en día le gusta mantener sus rutinas de yoga o aprovechar sus vacaciones para conocer sitios pero también para cuidarse y entrenar».
Mientras, Guillermo Marín, fisioterapeuta de Fisio Fun y medicina estética en IQ Salud, valora que «ha cambiado el público que venía y ahora la gente más mayor comparte un espacio para practicar deporte y cuidados con generaciones más jóvenes».
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