La zona en cuestión sigue protegida por barandillas más de un año después de haberse cerrado y la situación no cambiará a corto plazo. César Díaz, concejal de Fomento, informó de que en diciembre se han estado realizando en el lugar catas y ensayos. También se han puesto testigos tanto en el hormigón como en el acero para medir el grado de resistencia de los materiales y el grado de carbonatación.
Las pruebas, encargadas a una empresa de control de calidad, tienen por objeto confirmar o desmentir los datos con que se contaba en un primer proyecto. Cuando se consigan los resultados de estos últimos análisis, «se afinará y ajustará» ese primer boceto de intervención. Se espera tenerlo cerrado y preparado para su tramitación antes de que acabe este mes. El hecho de que la zona insegura se localice entre el Centro Botín y el Palacete del Embarcadero, al borde del mar y a pocos metros de la oficina de Los Reginas, puntos todos ellos por los que pasan la mayoría de los turistas que recorren Santander, hizo que el equipo de Gema Igual se fijara como prioridad la reapertura cuanto antes.
Hace ya más de un año que el Puerto acotó con barandillas un área entre el Palacete y el centro Botín
Queda toda la gestión
El Puerto comparte inquietud y ambas instituciones han declarado su intención de agilizar al máximo la intervención pero cuando esté finalizado el proyecto, queda todo el proceso de gestión administrativa, de forma que aún no hay una fecha estimada para iniciar la obra.
En principio, Díaz considera que el presupuesto que se calculó en un primer momento para la ejecución «no se desviará demasiado». Esa estimación inicial se fijó en 1,3 millones de euros. Para hacer frente a esta cantidad, las dos entidades firmarán un convenio y pagarán a medias.
El Ayuntamiento y la Autoridad Portuaria llegaron en marzo a un acuerdo para reforzar la infraestructura deteriorada sin demolerla. Desmontarla había sido la opción inicial del Puerto, puesto que los expertos que contrató la entidad para valorar el estado del área así lo recomendaron. Pero la alternativa no gustó al Consistorio, que no quiere restar espacio en un lugar de referencia de la ciudad, lo que le llevó a encargar su propio informe y, con éste a la vista, ambas instituciones de decidieron por reforzar el muelle, que data de 1941. También se acordó que fuera el municipio (más ágil en la tramitación) quien llevara el peso del proyecto, si bien será supervisado por el Puerto, que tendrá que dar en todo momento luz verde al plan, ya que la actuación se desarrollará en dominio público portuario.
El proyecto tendrá luego por delante todo el proceso administrativo. No hay fecha de inicio de obra
En su día, Díaz señaló que el Ayuntamiento va hacia adelante con el proyecto porque la entidad que preside Jaime González ha garantizado que ese muelle no se volverá a utilizar como área de trabajo del puerto. Es decir, que no tendrá que soportar los esfuerzos que requiere un atraque de barcos. «Contemplamos la rehabilitación en el contexto de que la zona seguirá siendo de uso peatonal» y solo tendrá que sustentar la entrada de vehículos de forma esporádica, con motivo de una obra o una emergencia.
Investigación a partir de 2016
Las instituciones se dieron cuenta de que tenían que explorar la situación de este muelle cuando en febrero de 2016, debido a la corrosión de la estructura, se desprendieron los contrapesos de la Grúa de Piedra. Entonces, el Ayuntamiento abrió un expediente sobre el área y requirió al Puerto a que estudiase el estado del malecón sobre el que se asienta. Ahí se vio que la base sobre la que se asienta la grúa es maciza y está en perfectas condiciones, por lo que una vez que acabe el periodo de cerramiento impuesto actualmente por el Puerto los paseantes podrán llegar hasta su base.
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