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Había una señora que estaba convencida de que era la Torre de Pisa. «Mi mujer lo vio esta mañana y me dijo que teníamos que ir por la tarde para que lo viera yo», contaba un matrimonio de la zona hace unos días. «Soy de ... La Albericia, pero he venido mucho por aquí siempre. Me he acercado a echar un vistazo porque lo vi en el periódico», comentaba ayer mismo por la mañana un hombre que iba ya camino de Ciriego. Acababa de pasar por 'Las peñucas', la roca que hay antes de llegar a la 'playa de Nando', en el último tramo de la senda costera, ya pegado al cementerio. Sí, ese peñasco en el que desde hace un tiempo alguien ha colocado una iglesia y un faro en miniatura. Lo publicó El Diario Montañés el pasado martes ('Un misterio a la espalda de Ciriego') y la anécdota ha dado de sí. Sobre todo, en San Román. En el barrio. Están encantados. Pero, entre los que no saben y los que prefieren no contar, nadie desvela cómo llegaron a poner eso allí arriba.
Por los relatos de los que recorren la senda a menudo, lo colocaron a finales de primavera o principios del verano. También confirman desde el vecindario que la torre de la iglesia sí que puede ser una réplica de la de San Román (así, de lejos, el parecido es considerable). Por dar más datos, para verlo es fácil acceder si uno toma un camino que se abre justo frente al cruce que forman las calles San Román Rostrío y Somonte, a un lado de Ciriego. En tres minutos se alcanza la senda y está a esa misma altura. Al acercarse ayer a la hora de la bajamar también resultaba más fácil reconstruir el proceso. Que llegaron hasta el agua por una zona rocosa descendente que hay un poco más adelante (dirección La Maruca) y que, sin tanta altura de agua, lo que parecen dos peñascos con la marea alta es, en realidad, uno solo. Y esa 'cola' que tiene por detrás la gran roca facilita el acceso hasta media altura. Aún así, queda un tramo hasta arriba que no debe ser fácil cubrir teniendo en cuenta que debían subir las dos esculturas (y, posiblemente, el material para ajustarlas ahí arriba, porque las han fijado por la base).
¿Y qué se dice? Más allá de que muchos vecinos no sabían nada (y han ido a verlo tras salir publicado), pues que si se parecen a unas que aparecieron en La Magdalena, que si cogieron las esculturas del muro de la casa de un vecino, que si este, que si aquel... Pero los que realmente conocen la historia prefieren no contar nada. Sí que parece haber unanimidad en que, lejos de molestar, gusta a todo el mundo. Y es verdad. Es un sitio idílico y una curiosidad que no hace daño a nadie y llama mucho la atención.
«Es un atractivo más para acercarse hasta aquí». «Es que queda bonito». «Hay gente que está viniendo estos días expresamente para verlo». Eso decían ayer mismo las personas que pasaban por allí a media mañana. Por la misma senda o por la carretera que hay más arriba, con la señal 'a Santander por Monte'.
«Veremos cómo resiste los temporales del invierno», comentaba un buen conocedor de la senda. Porque allí el mar ruge. Es puro Cantábrico. Tal vez por eso, junto a la iglesia, pusieron también un pequeño faro.
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