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Lola Sainz González (Tremor de Arriba, León. 1964) nota cómo la sangre le fluye por las venas. Tiene la adrenalina disparada. Y es que está preparada para la vuelta, a pleno rendimiento, del Palacio de La Magdalena, donde ejerce de directora, aunque su labor se ... asemeja más a la de una directora de orquesta. Nada se mueve en el Palacio sin que antes haya pasado ella con su batuta. Cariñosa y trabajadora, no se le escapa nada. Habla de este lugar emblemático de Santander como si fuera una extensión de sí misma, con admiración, cariño y orgullo. «Me quedo con el alma del Palacio. Todo el que viene por aquí, lo nota».
-Usted llegó al Palacio de La Magdalena por primera vez, a trabajar, en 1987. ¿Cómo ha evolucionado?
-Llego como auxiliar de protocolo y fui evolucionando profesionalmente hasta llegar a ser directora. La gran transformación llega con la rehabilitación, entre los años 93 y 95, que lo convierten en un atípico palacio de congresos. Con anterioridad, se hacían recepciones de bienvenida a personalidades, cenas, un festival de cine y encuentros del Concurso de Piano Ciudad de Santander y en verano, la UIMP. En invierno era complicado hacer cualquier actividad. Lo calentábamos a duras penas, con estufas de butano. Tras las obras, se llenó de vida durante todo el año. En 1995 se hizo la primera Cumbre Europea, la de Asuntos Exteriores, e incluso los ministros se quedaron alojados. Y comenzamos con las visitas guiadas. Había muchísimo interés. Se formaban unas colas inmensas. Los congresos empezaron en 1996, que fue lo que de verdad marcó la diferencia.
-Presidentes, primeros ministros, reyes... Usted es la guardiana de las llaves del Palacio de La Magdalena y ha dado la bienvenida a infinidad de personalidades. ¿Quién le ha sorprendido más?
-Los primeros, nuestros Reyes, por su vinculación familiar con el palacio, como ellos mismos lo transmiten. El actual Rey ya se ha quedado dos veces a dormir, en 2014, la última vez. Nos preguntaban con mucho cariño por la época en la que veraneaba aquí Alfonso XIII y el conde de Barcelona, que vino por primera vez con tres meses. Otras personalidades de las que guardo un gran cariño son Pepe Hierro, Manuel Arce y Eulalio Ferrere, por sus formas de ser, sus personalidades arrolladoras. Eran muy amables.
-El Palacio es uno de los motores económicos de Santander. Acoge al año más de mil actividades. Es una tremenda responsabilidad.
-Sí, absolutamente. Es uno de los referentes del turismo de congresos, que permite desestacionalizar las visitas a la ciudad. Nos permite organizar eventos de todo tipo, además de los congresos, que atraen a las empresas. Su ubicación y su parque, lo hacen tremendamente atractivo. En el campo de polo, que es lo primero que se crea, en 1914 (a mí no me gusta llamarle campa), se celebraron dos semifinales de la Copa Davis, contra Estados Unidos e Italia. Y ambas se ganaron.
-¿Alguno que recuerde con especial cariño?
-Puede que la cumbre Hispano-Francesa, en 1999. Fue toda una experiencia. Vinieron ocho ministros de ambos países, en la época del presidente Aznar. Fue un máster de protocolo. Fue una responsabilidad tremenda y un aprendizaje único. Tuvo repercusión inmediata, ya que fue cubierto por la prensa francesa y tuvimos un aluvión de demandas de franceses. Fueron unos días magníficos. Estaban todos obnubilados. La ciudad parecía un cuento de hadas.
-A pesar de los años, ha reconocido que aún sigue descubriendo sitios especiales en el recinto. ¿Cuál es su preferido?
-Hay varios. Un lugar precioso es el 'Estanque secreto', medio escondido, en la zona boscosa. Es la base de una escultura de un concurso. Esa base se quedó medio abandonada, pero el Ayuntamiento lo transformó en un estanque. También disfruto mucho de la vista desde la casita de los prácticos, según se sale del palacio, a la derecha. Y dentro del palacio, me gusta la tercera planta, con los techos abuhardillados. Desde allí, la vista es impresionante. Hay dos ventanas chiquititas, entre tejados, que me encantan y que me descubrió el fotógrafo Pedro Palazuelos.
-¿Sigue siendo el interior del Palacio un desconocido para los santanderinos?
-Para nada. Tenemos 65.000 visitantes al año, con visita guiada, muchos de ellos santanderinos. Las visitas nocturnas tienen mucho éxito.
-¿Qué queda del palacio de la época de Alfonso XIII y su espíritu?
-Bastante. Más de 600 piezas de mobiliario. Los salones no se han modificado. A pesar de las dos grandes reformas, se ha respetado la estructura esencial del palacio. La única transformación profunda está en la primera planta. Las cocinas, del sótano, en 1995, se convirtieron en aulas.
-Cuénteme un plan perfecto para este verano en el recinto.
-Llegaría prontito, sobre las diez, para disfrutar de la paz. Daría un paseo, asomándome a la playa. Iría a la casa de los guardeses y recogería toda la información. Desayunaría en la terraza de las Caballerizas y subiría por el lado derecho, por el embarcadero de Alfonso XIII, para así descubrir la fachada principal. Visitaría el Palacio y haría un picnic en cualquier pradera.
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