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Una cinta negra y amarilla separa los colegios Cisneros y Antonio Mendoza, en la céntrica calle santanderina Cisneros, de las bobinas y las grandes máquinas que trabajan en la zona. «¿Tendremos que pedir cascos de obra a los Reyes Magos para nuestro alumnado?», se ... preguntan desde la AMPA del centro educativo Cisneros, afectado por los trabajos. Vallas, camiones, bobinas, grúas... «Es un peligro para los estudiantes. Tememos que se pueda producir un accidente por estas obras», alerta Roberto Ortiz, presidente de la Asociación de Madres y Padres de Alumnos. Unas obras que corren a cargo de Viesgo para la renovación de la línea subterránea de alta tensión 55kV de Santander. En concreto, entre Candina y Tantín. Se trata de una actuación que contempla una inversión estimada de unos 3,3 millones de euros y que se lleva a cabo por la «obsolescencia» de la red existente -la línea actual está construida en los años 80-, según informa el Ayuntamiento.
En Cisneros los trabajos comenzaron en mayo, con la canalización de la zona. «Se está alargando demasiado», dice María Antonia, que desde su ventana puede ver y escuchar el tejemaneje de la maquinaria. Una situación que también afecta a la Escuela Oficial de Idiomas, justo frente a las obras.
Para entender el «caos» que vive esta parte de la ciudad hay que remontarse siete meses. Según explica el representante de la AMPA del colegio Cisneros, el inicio de los trabajos de canalización coincidió con las obras de las escaleras mecánicas de Jesús de Monasterio. Por lo tanto, la zona en la que se encuentra el centro social de la Gota de Leche también estaba en plena faena. «Cortaron Cisneros desde Antonio Mendoza, dejando acceso solo a residentes. Y ya en junio teníamos los trabajos delante del colegio», añade Ortiz. A comienzos de verano terminaron con las canalizaciones y reasfaltaron toda la calle, «excepto el tramo del colegio». Taparon la zanja pero sin reasfaltar. «Nadie entendía por qué lo hicieron así». El problema llegó cuando, a principios de noviembre, retomaron los trabajos.«Abrieron al tráfico la calle con coches invadiendo parte de la acera. Era un caos absoluto. Además de la peligrosidad que eso supone», critica Ortiz.
Según explica el Ayuntamiento, fue el propio colegio el que pidió el cierre total de la calle. Entonces, Viesgo se lo comunicó a la Policía Local, que autorizó el corte completo para llevar a cabo la apertura de zanja y cámara de empalme. Además, añade el Consistorio, también se solicitó un carril habilitado -zona de aparcamientos- para el acceso a residentes.
¿Hasta cuándo durará esta situación? El Ayuntamiento da plazos y explica que este viernes, 22 de diciembre, concluye el tendido y la calle se podría abrir «parcialmente». No obstante, el día 29 está previsto que finalicen «los empalmes y las pruebas».
Más allá de entender que son obras necesarias para la ciudad, lo que no comprenden ni los miembros de la AMPA ni tampoco los vecinos de la zona es por qué se han prolongado tanto tiempo. «Podrían haber aprovechado el verano, cuando los niños no tenían que acudir a clase y no supondría un peligro», insiste el representante de las familias del Cisneros. Y es que en la zona que quedó sin asfaltar frente al centro, «hay una zanja enorme abierta, donde la caja de empalmes». Por eso les gustaría conocer por qué el Ayuntamiento no ha organizado los trabajos para que no coincidan con las entradas y salidas de los colegios.
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