«Queremos volver a pescar»
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Los pescadores tienen la esperanza de poder volver a navegar con sus cañas en los próximos días, una actividad «que no requiere contacto»Secciones
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Los pescadores tienen la esperanza de poder volver a navegar con sus cañas en los próximos días, una actividad «que no requiere contacto»Una larga espera que parece llegar a su fin. Los pescadores santanderinos miran hacia el mar desde la bahía. Se nota que están deseando volver al agua. Llevan ya dos meses sin navegar con sus botes y sin utilizar sus cañas y defienden que ... es una actividad que no conlleva peligro de contagio porque es individual. Pasear y hacer ejercicio está permitido desde principios de mayo y no comprenden por qué no pueden salir a pescar. Tienen la esperanza puesta en la última conversación entre el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, y el ministro de Sanidad, Salvador Illa, en la que se han dado pasos hacia adelante en esta materia. Si todo marcha según lo esperado, podrán volver a coger sus cañas en los próximos días. Mientras tanto, seguirán mirando hacia el mar con resignación. «Queremos volver a pescar».
La temporada del cachón se termina este viernes. No han podido ni empezarla. Pero se muestran optimistas. Ya no tiene remedio y tienen la vista puesta en otras especies: lubina, julia, cabra... En cuanto les dejen, saldrán a por lo que haya. «Si hay que esperar un poquitinín más, se espera. Pero cuanto antes podamos volver, mejor, por lo menos nos da el aire», comenta Alberto. «No entraña ningún peligro, menos que ir por la calle. En el barco estás solo».
Manuel López estuvo más de 50 días sin salir de casa cuando se decretó el estado de alarma. Con la llegada de la fase cero tenía la esperanza de recuperar su afición y volver al mar. «Sé que Revilla ha insistido en ello, ojalá le hagan caso. En el mar no hay contagios, estamos más separados que en el Paseo Pereda». Su barco tiene cinco metros de eslora así que, en el caso de que hubiera dos personas a bordo, también cumplirían la distancia de seguridad porque uno se situaría en proa y otro en popa. «En el mar nadie se arrima a nadie, vamos cada uno por nuestro lado, sin ningún contacto».
Manuel López | Pescador
Aunque todavía no puede adentrarse en el agua, pasea a menudo por la calle Gamazo, frente a todos los botes de Puertochico. Desde allí no pierde de vista al suyo. En ese punto, también se encuentra con muchos otros pescadores en su misma situación. La mayoría pasea por la zona con la mascarilla puesta y comenta la jugada con los demás cada vez que se cruzan. No es raro que se encuentren, porque todos los días suelen visitar esta zona próxima a sus botes. Hace años que se conocen porque comparten afición.
De vez en cuando acceden al puerto para comprobar el estado de sus embarcaciones y ponerlas a punto para el momento en el que, por fin, puedan volver a navegar con ellas. «Lo que no me parece bien es que yo podría estar desde las seis hasta las diez de la mañana en la mar -franja horaria de paseo y deporte- cogiendo peces, pero no me lo permiten», apunta José Graña. «Queremos volver a pescar. Estamos deseando todos que acabe esto, en el mar no se hace daño a nadie y ya estamos a la espera de que todo esto termine. En Madrid no tienen ni idea de lo que pasa aquí y por eso estamos en esta circunstancia», añade López tras escuchar a su compañero.
Eusebio Arroyo | Pescador
No son los únicos que esperan el momento de volver al agua. Guzmán Palacio se une a la petición del resto de pescadores. «No es normal que no nos dejen pescar en el mar, cuando es un lugar donde estamos en solitario. Se puede ir a la iglesia, se puede ir a los bares, pero a pescar no». Eusebio Arroyo, tras dar un paseo hasta La Magdalena para pasar la mañana y estirar las piernas, se encuentra con los demás a la altura de Castelar y se une al debate de la pesca. Como también es aficionado, no tarda en posicionarse a favor de recuperar esta actividad cuanto antes.
«¿A quién contaminamos nosotros en la mar? Ni contagiamos ni nos contagian. Entonces, ¿por qué no podemos volver a pescar? Ya está bien. Que nos dejen aunque sea un rato de ocio. Es una vergüenza que estemos todos parados, mirando al agua», cuenta Eusebio; «y dicen que no quieren aglomeraciones, pero si no nos dejan salir a pescar nos quedamos por aquí hablando entre nosotros. En el mar no hay trampa ni cartón, es individual, no se pesca en equipo».
Jesús Fiochi | Pescador y surfista
Cada domingo, en las reuniones telemáticas en las que participan todos los presidentes autonómicos y Pedro Sánchez, Revilla reitera su petición de que se reanude la pesca deportiva y la caza. Aunque durante las primeras semanas del estado de alarma no tuvo mucha suerte, este martes habló por teléfono con Illa y aseguró que el ministro estaba por la labor de permitir estas actividades en los próximos días. Una novedad que agrada a los pescadores, aunque prefieren ser cautos a la espera de que se convierta en una realidad.
A bordo de su barco 'Surf', Jesús Fiochi también espera a poder reanudar una de sus prácticas preferidas, la pesca. Le hubiera gustado que no se detuviera, porque por ello ha pasado ya la temporada del cachón. Igualmente, espera que se reanude en los próximos días y que se alargue un poco más la veda para que dé tiempo a coger algún ejemplar de este cefalópodo. Si no, irá a por lubinas.
Este pescador también es un gran amante del surf, deporte del que fue precursor en la región. Aunque está encantado con que se pueda realizar esa actividad, Fiochi no comprende por qué se puede estar en el mar sobre una tabla, pero no sobre un bote. «Hay más riesgo de acercarse a alguien haciendo surf. Si estás pescando, no te acercas a nadie porque no está bien visto ocupar una zona donde ya hay alguien». El hombre expone que, si esto no se ha tenido en cuenta, puede ser porque no está entre las prioridades del Gobierno central. «Aunque en Santander nos parezca muy importante, y también en otros lugares como San Vicente de la Barquera o Gijón, no lo es en Madrid». A la espera de que la petición de Revilla surta efecto, visita su barco a diario, donde tiene espacio de sobra para que un par de personas mantengan las distancias.
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