Un rapero en la corte de Felipe VI

Meses después, Sara y Alae recuerdan cómo comenzó la historia que condujo a este alumno de 2º de la ESO a ganar en Cantabria la fase autonómica del certamen que promueven la Fundación Institucional Española y la Fundación Orange. Ahora, a Alae lo felicitan en los pasillos de su colegio, el centro concertado Kostka de Santander, y eso le anima a imaginarse dedicándose a la música dentro de unos años. Porque la música le entusiasma. Habla de su habitación como si de un pequeño estudio de grabación se tratase, con insonorización, micrófonos, teclados y otros cacharros tecnológicos que le permiten experimentar con el rap y el trap. «Desde muy pequeño he sabido que me quería dedicar a esto y he ido aprendiendo. Me gusta mucho. Y como ya tenía ciertos conocimientos, decidí presentarme al concurso con lo que más me gusta y mejor se me da», dice al comienzo del encuentro con cierta timidez, si bien luego irá desplegando parte de esa 'actitud' que caracteriza a los artistas del trap.

Alae, que toma clases de batería y también dibuja, cuenta que tiene mano escribiendo poesía y letras de canciones y que, además, lo disfruta mucho. Estaba en 1º de Primaria cuando se dio cuenta de que quería convertirse en cantante. Aquello coincidió con el despegue de Bad Bunny, uno de sus artistas favoritos y a quien le gustaría que algún día le llegaran sus composiciones. Con 10 años, grabó su primera letra. «La grabé y se la pasé a mis amigos. Ellos me dijeron 'qué guapo, sigue por ahí', y eso es algo que me ha animado muchísimo», recuerda.

Los amigos son muy importantes para Alae. Habla de ellos como de un tesoro. De hecho, quiere componer temas que apelen al compañerismo y al valor de la amistad, algo que cultiva en las aulas del colegio y también en el equipo de baloncesto Eloy Villanueva donde entrena desde hace dos años y donde ha forjado grandes vínculos. «El equipo es una de las mejores cosas que me ha pasado. Juego al baloncesto desde pequeño y lo valoro mucho». Al basket, como a la música, le dedica todo el tiempo que puede. Es más, también quiere escribirle una letra que sea contagiosa y tenga calado. «Es una de las cosas que más me gustan, y, de hecho estoy trabajando ya en una canción», revela.

Alae también subraya que su familia lo respalda mucho: «Mis padres siempre me han apoyado en esto de la música y es algo que me ayuda mucho, porque cuando te apoya la gente que tú mas valoras es algo superagradable».

Como su tutora y profesora de Historia, Sara Pacheco conoce bien a Alae. «Cuida mucho de sus amigos y de sus compañeros de clase, es muy empático y cuando alguien lo está pasando mal o está más flojo, ahí está. Todos en clase lo valoran», destaca. Que ganara el certamen fue una sorpresa. Sara sabía que era «un rap pegadizo y una forma innovadora de presentarnos al concurso, pero no nos habíamos hecho a la idea de que ganaría. Me alegré mucho porque le gusta la música, es su pasión, y es una forma de valorar lo que hace».

Este primer premio, añade Pacheco, también reconoce una dedicación extraescolar. Después de trabajar en clase el tema de las instituciones y los modelos de gobierno -el certamen fue una especie de «colofón» a este aprendizaje por proyectos que busca que los alumnos sean «protagonistas» del mismo, explica la profesora-, Alae investigó sobre la figura del rey y luego fue componiendo la letra, que era donde quería que se centrase toda la atención. En unos meses podrá mostrarle el resultado a Felipe VI en persona. «No sé cómo va a ser, pero tengo ganas de enseñarle la canción», expone.