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«Todo igual», repite Iván Velasco mientras alisa el aire cruzando las palmas abiertas cuando le preguntan cualquier cosa. El horario, si seguirá habiendo palomitas picantes, si se mantendrá la Dougall's, el micrófono abierto del último fin de semana... cualquier cosa. Responde con una ... sonrisa e incluso baja un poco la mirada. Sabe lo que toca, pero no quiere protagonismo.
En mayo el Rvbicón hizo un punto y seguido. La muerte de Vicente Marcos obligó a echar temporalmente el cierre a uno de los locales emblemáticos de Santander, tanto desde el punto de vista del ocio como del cultural. Unos meses ha permanecido las puertas cerradas. El tiempo necesario para que Pablo López e Iván Velasco tomaran el relevo y pusieran en marcha el negocio, que es algo más que eso, con la misma filosofía heredada de Marcos y, antes, de Moncho Burgués.
Porque hay quien ha definido a Marcos (Salamanca, 1965 - Santander, 2023) como alma mater del Rvbicón, y lo de alma es correcto, pero quien lo puso en marcha en 1986 fue José Ramón Burgués (Santander, 1952-2013), Moncho como nombre de guerra. Durante unos meses como restaurante y desde 1987 como bar.
Ya entonces quien antes estuvo detrás de la barra de La Paquita quería que el suyo fuera un sitio diferente, y había una pequeña tarima para charlas y conciertos, que como las palomitas y los mojitos iban a ser una de las primeras señas de identidad.
Ya con el cambio de siglo llegó desde Salamanca Marcos con la experiencia acumulado en el histórico Rivendel, otro clásico, pero este de la capital charra. El tándem reforzó entonces la actividad cultural e impulsó una programación de jazz que convirtió al Rvbicón en una sala de referencia en el norte. Al concierto semanal de los miércoles se añadían siempre que era posible nuevas sesiones.
Pronto comenzaron a organizar junto a otros dos locales, el Urban y el Dolmen (ahora El Mono que Chilla), un concurso de fotografía al que se unió otro de microrrelatos. Fue el germen de la Asociación Cultural Calle del Sol.
Así fue como en 2010 nació Sol Cultural, una asociación en la que involucraron a vecinos, hosteleros y más protagonistas de una calle con marcado carácter de barrio y cultural. A La Caverna de la Luz de Javier Vila, Espacio Espiral de Miguel Meca y Cristina Samaniego, Del Sol St. de Fernando Zamanillo, la asociación Eureka, Víctor Lorenzo y mucha más gente que de una u otra manera comenzaron a colaborar para organizar fiestas culturales y poner en marcha exposiciones, ciclos y publicaciones durante más de una década. El ciclo se cerró hace un año. El agotamiento de muchas horas de trabajo durante tantos años, el estrés pandémico y quizá el hecho de que sin Moncho y Marcos todo era un poco más cuesta arriba llevó a escribir el último capítulo, aunque sin por ello perder la actividad de cada espacio y el ambiente colaborativo que han heredado quienes se han ido incorporando, como El Mono que Chilla, que ha mantenido viva la zona y se felicitaba esta semana en sus propias redes de que el Rvbicón, el «buque insignia», regresara a la flota.
Ahora Pablo López e Iván Velasco recogen el testigo con una filosofía muy clara: que no cambie nada. Juntos aúnan experiencia en la hostelería y, lo que resulta fundamental para la sala, en la cultura. Uno ya estuvo detrás de la barra en la última etapa de Marcos. El otro, un clásico de la cuadrilla y amigo personal, se hizo imprescindible en otro salto de calidad en cuanto a sonorización y grabación de las actividades. Ahora tendrá más responsabilidad aún.
Velasco es un guitarrista clásico de la escena cántabra y, durante otra época, madrileña que ahora tendrá que ajustar su agenda para los bolos y grabaciones con Chevú y acompañar al cantautor de cabecera del Rvbicón, Pedro Martínez. Por su parte, Pablo López acaba de organizar El Temporal, ambiciosa propuesta multidisciplinar, y sigue embarcado en proyectos personales bajo el seudónimo Palopez.
Juntos retomarán también la actividad cultural y los conciertos, incluido el jazz, aunque para eso necesitarán algo más de tiempo. No es sencillo recoger el testigo del ingente trabajo que dejó hecho, y siguió haciendo hasta el final, Marcos. Pero la familia del Rvbicón -así, con la 'u' latina que lo imaginó Moncho y lo reivindicó Marcos- ya tiene abierta su sala.
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