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Hace ahora tres años se detectaron los daños estructurales en el muelle de Maura que obligaron a su cierre. La reparación está próxima a ejecutarse. Tras los últimos trámites arrancarán por fin las obras. Desde el Ayuntamiento santanderino incluso se estimaba hasta hace ... poco que las intervenciones podrían iniciarse antes de que concluya el año. La propuesta de adjudicación se dio a conocer a mediados de octubre. Esta obra forma parte de un convenio de colaboración entre el Ayuntamiento y la Autoridad Portuaria. El Consistorio se ocupa de la licitación y ejecución de las obras mientras que la financiación se reparte al 50% entre las dos administraciones.
Casi en paralelo, otro acuerdo ha permitido completar el proceso de la futura ordenación de la calle Antonio López. En esta vía junto al Puerto, que se convertirá en un amplio paseo peatonal, la maquinaria ya trabaja en igualar el suelo tras la demolición de los tinglados. Ambas entidades han ido de la mano a lo largo de la rehabilitación, lo que ha supuesto dilatar los tiempos al requerir el visto bueno de las dos en cada paso que se daba y los debates sobre estudios y objetivos de la intervención.
No obstante, la relación entre ambas instituciones se considera poco fluida, cuando no inexistente, especialmente a la hora de afrontar pasos y tomar decisiones que suponen transformaciones de calado en el vínculo urbano y portuario.
Este otoño la alcaldesa de Santander, Gema Igual, solicitaba ayuda al presidente del Ejecutivo cántabro, Miguel Ángel Revilla, para sacar adelante el proyecto del gran aparcamiento disuasorio de La Marga, en terrenos del Puerto. En esa ocasión y ante otras posteriores peticiones y planes, la regidora recordaba que el nuevo presidente de la Autoridad Portuaria, Francisco Martín, además de haber sido consejero en su Gobierno, fue nombrado por el propio Revilla.
Dos nuevas intervenciones, que implican a los límites ciudad-puerto y que tienen como contexto el avance en el rediseño y transformación de zonas portuarias, se hallan ralentizadas o sin una perspectiva clara, al carecer de plazos. Por una parte, la intención de prolongar 450 metros el paseo marítimo de Gamazo a Los Peligros, actuación conocida el pasado verano con motivo de la inauguración de la infraestructura de Enaire en las Naves de Gamazo. Por otro, la recuperación del malecón de Molnedo, dársena en Puertochico «casi en desuso», proyecto integrado en la necesidad de actuar donde existe capacidad de mejora en la relación con la ciudad. En este caso se anunció en 2019 con la intención de generar zonas verdes, áreas de ocio, más la inclusión de alguna intervención artística, siguiendo el modelo aplicado en Gamazo y la duna de Zaera.
Aunque el Ayuntamiento pretende acometer estas actuaciones en 2022, según diversas fuentes, en las relaciones entre ambas instituciones no ha asomado avance alguno sobre ambas iniciativas. No obstante, al igual que en los casos de Antonio López y Maura, necesitarán de la firma de sendos convenios para su desarrollo, lo que se considera muy lejos de plasmarse, según esas fuentes.
El Ayuntamiento, en coordinación con la Autoridad Portuaria, redactó el proyecto para acondicionar y pavimentar el muelle que discurre entre la explanada y Los Peligros. Un área de intervención que supone la reordenación y adecuación al uso fundamentalmente ciudadano de esos 450 metros del paseo marítimo entre Gamazo y el arenal santanderino. Hace ahora seis años se abría al uso ciudadano la explanada de Gamazo, una superficie de más de 11.000 metros cuadrados que se encontraba asfaltada tras la celebración del Mundial de Vela, celebrado un año antes.
Se daba entonces continuidad a los espacios ya recuperados en la zona del Dique, contribuyendo de este modo a potenciar la importancia y el significado urbano del área de San Martín, e integrando antiguos terrenos portuarios a la ciudad.
Dársena de Molnedo
En un contexto electoralista se anunciaba a mediados de 2019 por parte de la alcaldesa de Santander Gema Igual, la intención de reforma un espacio, calificado entonces de «descuidado e infrautilizado», como la dársena de Molnedo, en el marco de Puertochico. El proyecto, según los estudios previos, tendría un coste aproximado de 1,5 millones de euros y su objetivo básico: crear una nueva zona de paseo y esparcimiento. Semanas después el proyecto provocó algunas críticas como la del Grupo Alceda que lo consideraba escasamente ajustado a la historia y falto de rigor, amén de innecesario.El proyecto planteaba guiños al pasado de la dársena Molnedo, como la recuperación de los antiguos adoquines y la forma de su urbanización. Y, por otro lado, la instalación de una escultura de Okuda, plasmada en la representación de un bisonte.
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