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La Casa Rosales, ubicada en la finca Mataleña -sin 's' al final- forma parte del conjunto de edificios emblemáticos de Santander y del patrimonio municipal. Construida en los años 30 por Valentín Ramón Lavín Casalís, arquitecto y urbanista, se encuentra a escasos pasos de ... la playa de Mataleñas. A pesar de que lleva décadas cerrada a cal y canto, volvió a la actualidad municipal el pasado jueves en el Pleno del Ayuntamiento de Santander. Allí, el portavoz del PRC, Felipe Piña, aprovechó el turno de ruegos y preguntas para conocer el estado de los trabajos de rehabilitación del edificio, ya que en noviembre del año pasado el mismo órgano plenario aprobó una moción también de los regionalistas para «reformar el emblemático edificio a través de un concurso de ideas, darle un nuevo uso, preferiblemente cultural y así evitar que su recuperación se vuelva un imposible, como ha ocurrido con otros espacios de Santander, como el Castillo de Corbanera», se podía leer en el texto de la propuesta.
Poco más de un año después de ese acuerdo, los regionalistas denunciaron desconocer «cualquier tipo de avance al respecto». Así, Agustín Navarro, concejal de Fomento, Urbanismo, Movilidad Sostenible y Vivienda, aseguró durante el Pleno que los técnicos del Ayuntamiento realizan «visitas puntuales» a la casa para conocer su estado. «Si necesita una intervención menor se lleva a cabo», comentó. Sin embargo, la rehabilitación integral se realizará «cuando se decida el futuro uso de esta edificación», añadió Navarro.
En este sentido, el edil recordó que a finales de diciembre de 2022 el servicio de Urbanismo adjudicó a la empresa Cero Arquitectura el Plan Especial del Hipódromo Bellavista, ya que en una de las fincas del antiguo hipódromo es donde se encuentra la Casa Rosales. Precisamente será ese Plan Especial el que defina los posibles usos de la casa y, a partir de ahí, «se ejecutará un proyecto de rehabilitación». Este proyecto está en fase de redacción, con un plazo de entrega de año y medio. Para el concejal regionalista este retraso supone un «nuevo incumplimiento» del equipo de gobierno «que ya no cumple ni las propuestas que apoya». Y alerta de que, si sigue pasando el tiempo, corre el riesgo de «desaparecer».
Más allá de la trifulca política entre el Ayuntamiento y la oposición, la realidad es que a día de hoy cuesta trabajo distinguir las ventanas y puertas del edificio debido a la hiedra que cubre prácticamente toda la casa. Pero no como las típicas casitas del barrio de Monti, en Roma, en la que los turistas paran para fotografiarse. En este caso, esa hiedra no está bien cuidada por lo que su aspecto desmejora.
La construcción de la Casa Rosales data de 1933, cuando José Rosales, director de la Compañía General de Tabacos de Filipinas, presentó ante el Ayuntamiento de Santander una solicitud para construir una casa de campo u hotel para su familia. Una casa que cambiaría de dueños muy rápido. De hecho, fue incautada por el Consejo Interprovincial de Santander, Palencia y Burgos, para instalar allí, en 1937, la sede del Gobierno Vasco. Una de las razones por las que el entonces lehendakari, José Antonio Aguirre, rechazó la casa fue su cercanía a la batería de costa de Cabo Mayor, un objetivo militar que, en medio de la Guerra Civil, suponía un peligro.
Así, fue un edificio de gran empaque construido por Valentín Ramón Lavín Casalís, arquitecto y urbanista que dejó una importante impronta en la ciudad con obras como el edificio de Bomberos Voluntarios, la propuesta de ampliación de la ciudad hacia El Sardinero, la Quinta los Pinares o Casa Santos.
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