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Semana Santa en Santander
Un recogido silencio y una multitud de personas ha presidido este domingo la Procesión del Resucitado, última cita de esta Semana Santa santanderina que a ... pesar de algunas jornadas con lluvia ha estado marcada por una gran participación. La procesión de este domingo que conmemora la resurrección del señor partió de la iglesia de Los Carmelitas a las 11.00 horas. La Hermandad de La Inmaculada portaba su paso con la Virgen de La Inmaculada Gloriosa, acompañada por la Hermandad de La Merced, hasta la Plaza Porticada donde el resto de hermandades se unieron al recorrido procesionando por varias calles - Juan de Herrera, la calle Puente y Calvo Sotelo- hasta la entrada de la Catedral.
A las 12.00 horas se ofició la concelebración de la Resurrección del Señor, presidida por el obispo, Arturo Ros, - y la Bendición Papal- en un templo abarrotado de fieles. Muchas personas siguieron la homilía en los pórticos del claustro por falta de espacio en el interior.
Virgen de Los Dolores Es de Daniel Alegre, del año 1941 y de estilo malagueño. Domingo Mucientes, es el autor del Palio, del año 1948, de la Candelería, del año 1949 y de la Corona y el Puñal de orfebrería, del año 1943. El increíble Manto de 28 m2, lo bordaron en oro las Adoratrices de Santander entre 1945-1947. Los candelabros esquineros con angelotes fueron labrados por Bronce Arte.
Cristo Resucitado Tallado por José Cobo Calderón en 1990-1991. Representa a Cristo saliendo del Sepulcro, mirando al Cielo. La policromía primitiva fue restaurada en 1993 por Marisol Bolado, la Imagen está posada sobre una peana del orfebre sevillano Manuel Peralta, del año 1959.
Una vez acabada la Santa Misa, en la plaza del Obispo Eguino y Trecu, se produjo el Encuentro entre las Imágenes de La Virgen Inmaculada Gloriosa y Cristo Resucitado, y, con casi una hora de retraso sobre el horario previsto, partió la Procesión del Resucitado de nuevo hasta la Carpa de la Plaza Porticada. Desde allí, las hermandades de La Inmaculada y La Merced volvieron a la Iglesia de Los Carmelitas.
Las procesiones ya tocan a su fin, pausadamente, como un árbol de hojas lentas, por el que se muere la tarde. Se apagan los incensarios y los pabilos de las velas, volverán a desmontarse los pasos, a bajar las imágenes de las peanas y a colocarse de nuevo en sus altares. Las Cruces de Guía y los Estandartes descansarán durante todo un año.
Dentro de un año, como ha sido siempre, volverá a pararse el tiempo por los caminos de asfalto, de cera y de penitencia, y en algún jardín celeste entre la tierra y el cielo, brotarán flores en la quima de un manzano y azahar en la rama de un naranjo, y la pena se convertirá en llanto en unos labios callados, cargando con la Cruz camino del Calvario, mientras su Madre se rompe por los adentros.
Nos despedimos ya hasta el próximo año, con adioses perezosos de decir y de manifestar, con un sin querer queriendo. Y, mientras tanto, como es costumbre desde siempre en esta bella tierra, ya florece la primavera…
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