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Imagen actual de la capilla de Valdecilla, situada entre el pabellón 20 y la Facultad de Enfermería. Roberto Ruiz
La capilla que nació con Valdecilla
Encargo del Marqués

La capilla que nació con Valdecilla

Construida en 1929 junto a la Casa de Salud, este edificio es de lo poco que queda original de aquella época. Con cinco capellanes de guardia, está abierta las 24 horas

Ana Rosa García

Santander

Domingo, 30 de junio 2024, 16:20

Entre las dos fotografías que acompañan a estas líneas ha transcurrido casi un siglo. Y una de las pocas cosas que han permanecido prácticamente intactas en ese tiempo es precisamente el lugar desde el que se han tomado: la capilla de Valdecilla. Enmarcada por los pilares de su pórtico se puede apreciar la vista de la antigua Casa de Salud, con el edificio original, inaugurado en 1929, en el que empezó a gestarse la brillante historia del hospital de referencia de Cantabria, bajo el auspicio de Ramón Pelayo de la Torriente; frente a la panorámica actual del nuevo Valdecilla, con la imagen de modernidad de las Tres Torres de frente y la hilera de sus renovados pabellones de estilo inglés a la derecha. Una vista que coincide con el punto exacto en el que está proyectada la obra del búnker de la protonterapia.

Desde este rincón del recinto hospitalario, enclavada entre la Facultad de Enfermería y el pabellón número 20, este pequeño lugar de culto ha sido testigo de un sinfín de avatares, guerra incluida; de los hitos sanitarios y la transformación física experimentada por el hospital, sobre todo tras el derrumbe de la fachada de 1999 en el que perdieron la vida cuatro trabajadores, que llevó a tomar la decisión de derribar aquel edificio y construir uno nuevo. Y en su interior atesora, además del arte religioso de su retablo –obra del taller madrileño Granda–, una historia casi centenaria de rezos, confesiones y agradecimientos desde su bancada.

La panorámica que se puede ver en la actualidad desde la entrada a la capilla.

Imagen después - La capilla que nació con Valdecilla

Vista de la Casa Salud Valdecilla desde el pórtico de la capilla, en los años 30.

Imagen antes - La capilla que nació con Valdecilla
HUMV /Roberto Ruiz

Pero, sin embargo, para buena parte de las miles de personas que transitan a diario por las instalaciones de Valdecilla, para acudir a consulta, a una prueba, a una urgencia, a una operación o simplemente de visita, la capilla es una gran desconocida. Pocos sabrán que la idea de construirla dentro del complejo de la Casa de Salud fue del propio Marqués de Valdecilla, que incluso mandó edificar una réplica en su finca familiar de Solares. De la gestión del templo se encargaron durante la mayor parte de su historia las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, a quienes recuerda la escultura que preside la entrada –obra del médico Ramón Ruiz Lloreda– desde 1995.

«Nos llegan, aunque de forma muy excepcional, peticiones de boda de pacientes y de bautizos de bebés prematuros»

Pedro Miguel Rodríguez

Capellán

En la actualidad, esta remozada iglesia está abierta las 24 horas, un horario que cubren sus cinco capellanes, que ofrecen misa cada mediodía. «El que está de guardia siempre lleva el busca en el bolsillo para responder a la llamada del hospital. Sea a la hora que sea, acudes», apunta el sacerdote Pedro Miguel Rodríguez. «Por lo general, a misa vienen familiares de pacientes ingresados o que están en quirófano (ubicados en los sótanos de la zona anexa); y también profesionales del hospital, aunque la capilla está abierta a la gente de la calle. De hecho, suelen venir residentes del entorno, que antes utilizaban esta capilla como su parroquia».

Ignacio Ortega, jubilado en octubre de 2023 después de veinte años siendo también cura de Valdecilla, recuerda los miles de niños que fueron bautizados en la antigua pila que aún se conserva en la sacristía, sobre todo en los años en los que era habitual recibir el bautismo al salir del hospital. Hoy en día, el sacramento del bautismo que se les solicita es muy distinto y casi excepcional. «Nos lo suelen pedir desde la Unidad de Neonatología, para bebés muy prematuros. Cuando los padres no saben lo que va a pasar, nos piden que los bauticemos y lo hacemos allí mismo, sin moverlos de la incubadora», explica Rodríguez. «Son bebés que entran en una mano y, aunque parece mentira, salen adelante», remarca Ortega. «Unas gotitas de suero» bastan como bienvenida a la vida cristiana.

Celebración de una misa en el interior de la capilla, que preside la imagen de San Rafael. Roberto Ruiz

Bodas de pacientes

Pero el año pasado, comenta el capellán, también fue reclamado para oficiar tres bodas, algo que tampoco es nada habitual. «Una de ellas era una paciente con un cáncer terminal que me llamó con urgencia después de que sus oncólogos le comunicaran que se le acababa el tiempo. Casada por lo civil, quería una boda por la iglesia. Tramitamos rápido los papeles con el obispado y a los dos días les casé en la capilla», en una ceremonia íntima en la que no faltaron las flores, los testigos y, por supuesto, la emoción. La segunda petición fue en unas circunstancias muy parecidas, pero «la tercera no pudimos celebrarla, porque el paciente estaba con sedación en Cuidados Intensivos (UCI), y es necesario tener el consentimiento de ambas partes. Ahí, lamentablemente, no fue posible cumplir con el deseo de la novia».

En el día a día, «lo normal es que nos llamen para confesarse, para hablar, para recibir la comunión o, cuando alguien está al final de la vida, para darles la unción de enfermos para que Dios les acoja», describe el capellán. Esta pequeña iglesia es también lugar de ensayo para el coro de trabajadores y extrabajadores del hospital, que «viene una vez a la semana».

«La decisión de abrir una capilla fue del Marqués de Valdecilla, que mandó construir una réplica en su finca familiar en Solares»

Ignacio Ortega

Capellán jubilado

Ortega recuerda que a lo largo de esas dos décadas que ha ejercido como sacerdote de Valdecilla, «hemos pasado por distintas ubicaciones» siempre con el objetivo de acercar la misa a los pacientes que no se podían desplazar hasta la capilla, que por ese motivo precisamente «se utilizaba poco». «Hubo un tiempo que estuvimos en la primera planta del edificio 2 de Noviembre, pero se quitó para habilitar en ese espacio, que tenía el suelo de madera, la primera sala de rehabilitación. Después, se ubicó también en la planta cero, a la izquierda del hall principal, donde está ahora la sala de exposiciones. Y el último lugar, donde permanecimos varios años, fue en la sala de espera del servicio de Psiquiatría, también en la planta cero. En Navidades incluso venían coros de colegios a cantar», recuerda.

Hasta que llegó la pandemia de covid, que obligó a cambiar tantas rutinas. «Había un sueño, que llegó a plasmarse en planos incluso, para convertir un local de la planta baja de las Tres Torres en una capilla multiconfesional», pero nunca llegó a prosperar porque había otros proyectos para esas nuevas instalaciones, como era la Unidad de Endoscopias tan demandada por el servicio de Digestivo. Han pasado los años y aún sigue sin instalarse, aunque desde la Gerencia se confía en que «podrá verse materializada antes de fin de año».

Imagen antigua de la capilla, rodeada de árboles.
El coro de trabajadores y extrabajadores del hospital, durante un ensayo en la capilla. Roberto Ruiz
Libros que se conservan en la sacristía, con documentación que empieza en 1930. Roberto Ruiz

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En todo caso, lo que no ha vuelto a abrirse dentro del propio hospital es un espacio para la actividad religiosa. De ahí que se intente potenciar el uso de la propia iglesia, que «siempre ha estado abierta», precisa Ortega. Y, con la mirada puesta en el altar, describe la composición de «esta joya artística, de estructura bizantina, con mezcla de estilos dórico, jónico y corintio», en la que domina la parte central del retablo la imagen del arcángel San Rafael, patrón de los médicos y de la curación de enfermos, en una escena con Tobías y Tobit, junto al grupo escultórico que representa la resurrección de Lázaro, la imagen de la Virgen Bien Aparecida y las esculturas de los cuatro evangelistas con su correspondiente símbolo, «que hacen referencia a cómo empieza cada evangelio: Mateo (hombre), Marcos (león), Lucas (buey) y Juan (águila)», enumera el capellán. En apenas cinco años, el principal hospital de Cantabria cumplirá su centenario, una efeméride también para esta pequeña capilla que nació con él.

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