Secciones
Servicios
Destacamos
Por sus «increíbles atardeceres, que unos días son rosados y otros anaranjados». Porque «todavía oímos a los pajarillos cantar» y «quedan prados verdes sin construir, aunque no sabemos cuánto durarán». Por las relaciones entre vecinos, «que se mantienen cercanas y esencialmente de pueblo, con tiempo ... para pararte a charlar con todo el mundo sobre cosas de familia». Estos motivos hacen que los vecinos del santanderino barrio de Monte se sientan «afortunados» con su lugar de residencia.
Los vecinos también hablan de «carencias», que son consecuencia del entorno rural que, por otro lado, agradecen, pero que en ciertos aspectos no les beneficia. Como que la población de Monte haya crecido hasta tener cerca de 2.700 habitantes, pero «mantiene infraestructuras propias de núcleos rurales, insuficientes para dar servicio a su tamaño actual», subraya el presidente de la Asociación de Vecinos El Castillo de Ateca, Francisco Javier Villegas.
Las quejas más reiteradas se refieren a la inseguridad vial por la falta de aceras, que obliga al peatón a invadir la calzada. A la ausencia de pasos de cebra o la escasez de plazas de aparcamiento –y toda la gente que aparca en las aceras–.
Por otro lado, los vecinos se han unido en numerosas ocasiones para reclamar al Ayuntamiento soluciones con el fin de controlar y frenar los vertidos ilegales que se acumulan en zonas alejadas. «Se creen que Monte es el basurero de Santander», se quejan.
Francisco Javier Villegas | Pte. asociación de vecinos
A pesar de todo, estos «puntos conflictivos» no hacen que el lado negativo de la balanza supere el regocijo de sus vecinos al poder disfrutar de un entorno natural a 2,4 kilómetros del centro. «Aquí se vive a otro ritmo», aseguran. «Aunque a veces los vecinos comentamos que la ciudad nos trata de engullir, conseguimos no dejarnos arrastrar. Aquí llevamos un estilo de vida de pueblo a solo dos minutos de la ciudad», indican.
Los montesinos se identifican especialmente con La Maruca, un lugar que consideran su «sello de identidad», con el rincón pesquero y los restaurantes marineros de toda la vida. También les enorgullece que fuera la cuna de la poetisa Matilde Camus.
El barrio se divide en seis zonas: Bolado, Corbanera, San Miguel, Aviche, La Torre y Ateca. Tiene otras tres playas, El Bocal, Rosamunda y Carabineros. La S-20 les separa de la ciudad y se encuentra a pocos metros del parque de Las Llamas, «otra de las ventajas de vivir aquí», dicen. Además de estar «en línea recta con El Sardinero». Pueden ir andando hasta Santander en 20 miuntos por la bajada de San Juan, «aunque tiene mucha pendiente», o en autobús. «Nuestro barrio está bien comunicado. Tenemos tres líneas de autobús, la 20, 18 y la 6. Solo falta que el autobús llegue al barrio de San Miguel, que no tiene».
La Asociación de Vecinos El Castillo de Ateca adquirió su nombre a propósito del castillo de Corbanera, la fortificación militar que data de 1874, situada junto a La Maruca. Declarada Bien de Interés Cultural, esta construccción se encuentra en la actualidad semiolvidada. «Se está cayendo y no se puede visitar. Algunas partes se han derrumbado y hay casas construidas en su muralla, mientras las autoridades no toman medidas».
Tradicionalmente, Monte ha sido un lugar valorado por su gastronomía. «Los fines de semana era habitual acercarse hasta aquí a tomar las rabas y el blanco. El barrio era conocido porque se comía bien y era típico hacer una parada después de una ruta», recuerdan sus lugareños, que dicen que «esto ha ido a menos». Y es que, la economía de la zona de Monte se ha visto resentida en los últimos años. Los vecinos han presenciado el cierre de «muchos locales, y el que no ha cerrado, cerca ha estado», aseguran. En cambio, ahora parece que vuelve a florecer con la llegada de nuevas empresas que se han instalado. El centro deportivo, nuevos restaurantes y una tienda de bicicletas. «Estos negocios agrupados en el Bolado han impulsado la afluencia de gente y están dando una segunda vida a la hostelería, ya que el que viene al gimnasio se queda a tomar algo».
Mari Ángela | Vecina
Los montesinos acusan una falta de inversión en mantenimiento de los parques, jardines y zonas infantiles. «Podrían hacer algo como en los Jardines de Pereda. En nuestros parque tenemos los mismos columpios de hace treinta años y mis nietos vienen a casa con las rodillas enteras raspadas», se queja María Carmen Sánchez, una vecina de Ateca. Monte cuenta con dos colegios, público y concertado, pero –dicen– «no hay guarderías ni ludotecas».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.