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El cielo dio una tregua y la novillada sin picadores celebrada este domingo en la plaza de toros de Cuatro Caminos demostró que el toreo en Cantabria está muy vivo. Eduardo Rodríguez se llevó una oreja y Hugo de Juana otra en una tarde en la que Ruiz de Velasco no pudo refrendar su triunfo de Bilbao.
El evento era especial para los dos cántabros en el cartel, Hugo de Juana y Eduardo Rodríguez. El primero, que actualmente estudia y entrena en Badajoz, debutó de luces el pasado 16 de agosto en Casas de Don Pedro y quería repetir su buena actuación del año pasado en el coso santanderino. Junto a él actúo también aquella tarde Rodríguez, de Labarces, que se estrenó con muerte hace unos meses con éxito en Palencia y que pertenece a la Escuela Taurina de Santander. En el mismo centro entrena también Eduardo Ruiz de Velasco, ahora mismo el novillero sin caballos de moda. Nacido en Burgos, criado en Madrid y estudiante de Ingeniería Biomédica en San Sebastián, llegaba a la cita tras ganar el viernes la II edición del Memorial Iván Fandiño en el coso de Vista Alegre de Bilbao.
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La novillada a lidiar era de Conchi Quijano y toros de Tierz. El primer hierro, que pasta en tierras palentinas, es lugar habitual de peregrinación de los aficionados cántabros tanto para tentaderos como para capeas. El segundo hierro reposa en Tudela de Duero y, al igual que su compañero de cartel, lleva en sus venas la sangre Domecq. Después de que Guillermo Alonso cortara una oreja en el primero y de que David Cob recibiera aplausos en el segundo, Ruiz de Velasco demostró sus buenas maneras antes de pasar a la enfermería. El diestro tiene valor seco, de esos que hacen que antes de mirarse siquiera las heridas tras un revolcón un torero vuelva a la cara del animal. Torero de fondo y formas, recibió aplausos tras pasaportar a su oponente.
Con mejor tiempo que en festejo del sábado y más aficionados en las gradas, el cuarto de la tarde le correspondió Eduardo Rodríguez. La novillada de Quijano, seria y con cuajo, midió las formas de los actuantes y les puso en apuros en varias ocasiones, lo que se tradujo en varias volteretas. El de Labarces es puro desparpajo, una cualidad que une al valor y a un aprendizaje continuo que se tradujo en el corte de la segunda oreja de la tarde, cimentada en una sólida faena y en el acierto con el descabello.
Por gaoneras quitó en ese mismo animal Hugo de Juana, que recibió a su oponente a porta gayola y que se ganó a la grada al protagonizar el tercio de banderillas, con un par al violín y otro al quiebro en su repertorio. El santanderino es un novillero con gancho, y eso se notó tras la faena de muleta, que derivó en la concesión de una oreja y en la fuerte petición de la segunda. El futuro del toreo en Cantabria está asegurado. Cerró la tarde Pedro Luis, que paseó dos apéndices y que demostró estar preparado para el siguiente paso.
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