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El fango es lo más llamativo dentro del túnel.

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El fango es lo más llamativo dentro del túnel. Celedonio Martínez

Todo lo que no sabes del viejo túnel

La recuperación del pasadizo de Tetuán saca a la luz una historia pegada a la de la ciudad

Álvaro Machín

Santander

Domingo, 2 de julio 2017, 08:45

Aquí lo del figurín siempre ha lucido mucho. Lo sabe cualquier santanderino de toda la vida, aunque reniegue. No cuesta imaginarlo: Primer viaje en tranvía a El Sardinero subido, por entonces, en un prodigio de vapor y atravesando un túnel excavado en tiempo récord. Allí ... quería estar hasta el apuntador (para luego contarlo). Fue el 13 de junio de 1892. Por si quedaba duda, Simón Cabarga lo confirma. «Debió ser tremenda la cosa. El público asaltó los coches: éste rompió un cristal con la cabeza; el otro arrancó una correa; el de más allá, un broche». En ‘Santander. Biografía de una ciudad’, el autor recoge las palabras de una crónica en verso publicada por ‘La Voz Montañesa’ y escrita por Marcos Linazasoro. De ese primer viaje en tranvía –que era en pruebas– dice: «Quedaron al momento colocados unos en sus asientos respectivos, de pie la mayor parte, otros sentados en topes, plataformas y en estribos; iban máquina y coches atestados sin caber uno más; todos altivos anhelaban decir: ¡Yo fui el primero que el túnel estrenó del Sardinero!». Es una pincelada de la historia del túnel de Tetuán, que ahora –nunca mejor dicho– vuelve a salir a la luz con el estudio para determinar si es viable volver a abrirlo. Es una pincelada, pero es sublime. Santander en estado puro. Porque ahora, más de un siglo después, se encontraron el pasadizo lleno de agua y fango. Pero ese recorrido bajo tierra siempre ha estado –y sigue– lleno de historias.

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