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Pasear en la oscuridad de la noche abre las puertas a un tipo de fauna que pasa inadvertida durante el día. «Descubrimos aquello que nos perdemos mientras dormimos», señala Blanca Serrano, una de las guías de los 'safaris' nocturnos organizados por Santander Capital Natural con ... el apoyo de la Fundación Biodiversidad y la ONGD SEO/BirdLife, que el jueves tuvo como destino el Parque del Doctor Morales, conocido popularmente como el Parque de la Vaca. En el silencio de la noche, el único sonido que acompañaba el recorrido era la llamada del autillo y los croares de los sapos. Erizos, tritones, murciélagos y sapos parteros son algunas de las especies que pudieron encontrar los participantes en esta iniciativa, abierta a todo tipo de personas e ideal para compartir en familia con los más pequeños. Pero no es la única fauna que se pudo ver en este segundo y último 'safari' nocturno de julio. El regalo vino con la aparición estrella del paseo: el búho autillo, que no siempre se deja ver.
La primera parada fue en una de las charcas del parque, donde los protagonistas fueron los sapos parteros. «¡Qué pequeño es!», exclamaba un niño, sorprendido. Y más aún se muestra otro menor cuando se percata de que uno de los machos «¡lleva los huevos encima!». Al tratarse de animales tan pequeños, es ahí cuando la guía advierte de que es necesario ir con pies de plomo para evitar pisarlos.
Después de esta primera sorpresa, el paseo continuó con tranquilidad, visitando las cajas refugio para los murciélagos, a los que se podía apreciar volando de aquí para allá en multitud de ocasiones; los troncos donde se refugian todo tipo de insectos; y, por último, las cajas nido dispuestas para las crías de los búhos.
A pesar de escuchar su reclamo repetidamente, el búho autillo se resistía a salir de su escondite, generando expectación entre los participantes de esta salida nocturna. Otro de los guías, Alberto Benito, reproducía su llamada una y otra vez a través del teléfono móvil: «Las aves nocturnas reaccionan más al reclamo, salen a buscar la fuente del sonido», explicaba. Su compañera, Blanca Serrano, recuerda que se trata de un ave migratoria que ha sido recientemente calificada como especie vulnerable. Es por eso que «conseguir que aquí haya una población estable es para estar orgullosos», destaca.
Tras acudir a las cajas nido en varias ocasiones, alrededor de la medianoche el autillo regaló una imagen para el recuerdo. Con sumo cuidado y en completo silencio, había que acercarse para ver cómo daba de comer a sus crías, que asomaron la cabeza a través de la pequeña ranura de las cajas.
Este tipo de proyectos cuentan con un objetivo claro: concienciar a los vecinos de Santander acerca de los animales que se refugian en sus parques. «Este tipo de fauna es la que se ve en los documentales, pero no somos conscientes de que puede encontrarse aquí», expresa Serrano. Y este safari es una buena oportunidad para descubrirla.
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