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«Controlar el estrés es lo que te hace valer para esto», confiesa Luis Cárcoba, bombero conductor del Cuerpo de Bomberos de Santander. Recién jubilado ... al cumplir los 60 años, asegura que «el orgullo al terminar cada servicio» es lo que le ha hecho acudir «cada día de los 33 años a trabajar con ganas».
–¿Qué balance hace de estos 33 años de profesión?
–Puedo decir que cada día he ido a trabajar feliz y con ganas, gracias al compañerismo que existe en el grupo y el alto nivel de preparación de los compañeros. Además, los medios técnicos de la sede de Ojáiz la convierten en uno de los parques de bomberos más punteros de Europa y nos hace sentirnos orgullosos. La satisfacción que se siente al terminar un servicio es el motivo por el que continuamos y salvar vidas es lo que realmente te engancha a esta profesión.
–¿Estuvo presente en el derrumbe del Hotel Bahía?
–Sí, y nunca olvidaré la imagen del Hotel Bahía venido abajo. En aquella ocasión actué como bombero en el desescombro manual para rescatar a las personas desaparecidas. Recuerdo verlas aparecer cubiertas en polvo blanco, como bañadas en harina, algunas de ellas vivas; otras no. Fue como presenciar el fin del mundo. Estaba recién casado y aquel servicio se extendió una semana entera sin pasar por casa ni a dormir. Aquello me marcó de por vida. También estuve en el derrumbe de Valdecilla de lo que guardo imágenes en la retina que siempre me acompañarán.
–De todos los servicios, ¿cuál ha sido el más difíciles?
–Sin duda el incendio en la fábrica Calatrava originado por una fuga de disolvente. Si hubiera tenido teléfono móvil encima, como ahora, hubiera llamado a mi familia para despedirme. Pensé que de allí no salíamos con vida. Mis compañeros y yo nos quedamos solos. Temíamos que explotara la nave en cualquier momento. Estuvimos toda la noche para controlar aquel incendio, que no había forma de apagar. Finalmente, gracias a la pericia de un compañero que cerró la llave de paso con una pértiga improvisada, se controló la situación.
–¿Qué ocurre en el parque en el instante que salta la alarma?
–Cuando se notifica una emergencia, salta la alarma con ese sonido que te paraliza el corazón. Todo el parque actúa según el protocolo y solo se escucha el silencio. Son décimas de segundo para subir al camión y no se puede dudar. Salgo corriendo y arranco el camión que me ha indicado el cabo. Me concentro, ya que hay que conducir rápido, pero con mucho control porque lo importante es llegar. Es necesario mantener la mente clara para elegir el camino más corto, sin bloquearse. El estrés es mal compañero. El que se deja llevar por los nervios no vale para esto. Esta profesión necesita personas equilibradas para aguantar la presión.
–¿Cómo se curte el corazón del bombero?
–Cuando empecé en esta profesión me daba miedo la sangre, pero luego cambié el chip. Es todo psicológico. Es una profesión muy dura donde ayudas a gente que acaba de quedarse sin casa, solo con lo puesto, de un día para otro. Otros pierden la vida. Santander es una ciudad en la que nos quieren muchísimo. Recibimos el cariño de todos.
–¿Cuál ha sido el mayor cambio?
–He vivido la transición del viejo parque a la nueva sede en Ojáiz. Sin duda, es uno de los parques mejor equipados de Europa, dotado con los mejores vehículos del mercado y una plantilla muy preparada, al máximo nivel. Es un lujo para la seguridad de los ciudadanos de Santander y de toda Cantabria porque nos desplazamos a todas partes cuando necesitan nuestra intervención.
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