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El centro de salud Los Castros, en la avenida santanderina del mismo nombre, presenta un grave problema de goteras. La imagen precaria del pasillo del ala sur del edificio repleto de cubos para recoger el agua que cae continuamente del techo y toallas mojadas esparcidas por el suelo para absorber parte de la humedad que allí se acumula se repite cada vez que llueve. Tanto los profesionales que trabajan en el lugar como los pacientes que acuden conviven con esta situación desde hace seis años. El problema cada vez se hace mayor, sin que la gerencia del Servicio Cántabro de Salud (SCS), que ha sido informada de ello, lo ponga fin en forma de soluciones.
«Es sangrante llevar seis años soportando goteras. En los pasillos se forman charcos, en las consultas te cae la gotera en la cabeza y en la sala de fisioterapia, por ejemplo, hay zonas de camillas que no se pueden utilizar por este motivo», señala el médico y coordinador del centro de salud, Pedro Crespo, que hizo un recorrido por las instalaciones con El Diario Montañés.
«La situación conlleva riesgos, pero a fecha de hoy nadie me ha comunicado de que se vaya a solucionar», continúa Crespo. «Y no se está haciendo ni mantenimiento mínimo ni tampoco se prevé la renovación de todo el tejado», reprocha.
Los usuarios del centro de salud esperan su turno sentados frente a las consultas mientras las gotas les salpican y oyen continuamente caer agua en el interior, dentro y fuera de los cubos que se han colocado como medida de andar por casa, con el sangrante añadido de que lo hacen así desde hace años.
En el suelo se han formado abundantes charcos y para evitar posibles resbalones, incluso caídas aparatosas, se han colocado varios carteles amarillos que avisan: «Atención, piso húmedo». «Esto es un desastre», comenta una usuaria al respecto. «Ayer vino mi madre, que está mayor, y me comentó que le había parecido peligroso y que podría haberse caído al suelo», advierte.
La situación interfiere en la actividad diaria de este centro de salud, según manifiestan los propios profesionales: «Es peligroso, el suelo está resbaladizo y es de mármol, así que la caída es mala. Se forman charcos de agua en los pasillos y en varias salas». El centro ha dado parte de la situación, pero «las su cesivas intervenciones no han servido para nada y cada año las goteras van a más, afectando incluso a salas nuevas».
La «única medida» que de momento se ha puesto en marcha es que «personal de la empresa de limpieza, externo, acude al centro a vaciar los cubos de agua cada 30 minutos, pero no se cuánto más pueden mantener esto», opina el coordinador.
En 2018 los trabajadores del centro detectaron las primeras goteras. Fue entonces cuando un equipo técnico acudió para realizar la mediciones pertinentes y se elaboró un informe para atajar el problema.
El presupuesto que se valoró entonces para cambiar el tejado era de unos 40.000 euros. «Creo que el ser una cantidad elevada es lo que ha paralizado el tema y llevamos así cinco gerencias distintas sin que se apruebe el presupuesto», añade Crespo. «A lo largo de los años, el correspondiente informe técnico no se ha elevado al Consejo de Gobierno para que llegue así al gerente del Servicio Cántabro de Salud y se queda paralizado porque el presupuesto excede la partida de gastos convencionales y no podemos hacer absolutamente», incide.
En la situación actual, se cumple con las revisiones anuales y se sigue dando partes y fotografías para dar visibilidad al problema. Las goteras comenzaron siendo puntuales, pero el problema se ha convertido en muy recurrente con el paso de los años y se ha extendido por más zonas.
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